sábado, 25 de junio de 2011

Hay casi 350 millones de diabéticos en el mundo

El número de adultos con diabetes en el mundo se ha duplicado con creces en tres décadas a un total de unos 347 millones, según un nuevo estudio. Buena parte de ese aumento se debe a poblaciones que envejecen —puesto que la diabetes suele atacar a una edad mediana— y al aumento de la población, pero en parte también ha sido impulsado por crecientes tasas de obesidad.

A medida que las cifras trepan casi en todo sitio, los expertos dicen que la enfermedad ya no está limitada a países ricos y que ahora es un problema global. Los países en los que el número de diabéticos sube más rápidamente incluyen Cabo Verde, Samoa, Arabia Saudí y Papúa Nueva Guinea, además de Estados Unidos.
"La diabetes bien podría convertirse en la cuestión definitoria de la salud mundial en la próxima década", afirmó Majid Ezzati, titular de salud ambiental mundial en el Imperial College de Londres, uno de los autores del estudio.
Advirtió que las cifras no reflejan las generaciones de niños y jóvenes con sobrepeso que todavía no han llegado a la edad mediana, lo que podría crear una carga pesada para los sistemas de salud.
"Todavía no hemos llegado a la cresta de esta ola", agregó. "Y al contrario de la hipertensión y el colesterol, no tenemos grandes tratamientos para la diabetes".
Asimismo los expertos advirtieron que la mayor susceptibilidad de determinados grupos como asiáticos, negros e hispanos podría aumentar notablemente las tasas en el futuro.
"Otras etnias no tienen que ser tan obesas como la gente de ascendencia europea para contraer diabetes", dijo el doctor Aaron Cypess, médico del Centro Joslin de Diabetes, que no participó en el estudio de la revista Lancet.
Sin embargo en Gran Bretaña y el resto de Europa occidental, pese a aumentos de peso, sólo había un ligero incremento en la diabetes. Las mujeres de Singapur, Francia, Italia y Suiza prácticamente no registraban aumento en esta enfermedad. Las cifras también se mantenían inalteradas en el Africa subsahariana, países asiáticos ricos y Centroamérica.
El estudio fue financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates y la Organización Mundial de la Salud. Lancet lo publicó el sábado.
El tipo 2 de diabetes es el más común y a menudo se le vincula con la obesidad. Se desarrolla cuando el organismo no produce suficiente insulina para descomponer la glucosa, y aumentan los niveles de azúcar en la sangre.
La enfermedad puede ser controlada con dieta, ejercicios y medicación, pero los niveles elevados crónicos de azúcar en la sangre causan daños neurológicos que pueden derivar en insuficiencia renal, ceguera y amputación de miembros.

Cardiólogos recomiendan evitar si es posible la extracción de amígdalas y apéndice por su posible riesgo de infarto

La Sociedad Española de Cardiología (SEC) recomienda que "únicamente" se realice la extracción de amígdalas y apéndice en los casos en los que otro tipo de tratamiento no haya sido efectivo, tras la publicación de un estudio que evidenciaba, en caso de intervención, el riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio.

   "Es importante no alertar a la población sobre estas intervenciones, ya que el estudio solo sugiere la existencia de un posible relación causal, lo que sí que desde la SEC recomendamos es que únicamente se realicen en los casos en los que otro tipo de tratamiento no haya sido efectivo", señala el vicesecretario de la SEC, el doctor Alfonso Varela Román.
   Por este motivo, el experto recomienda evitar intervenciones de tipo preventivo, "ya que diversos estudios realizados en los últimos años, demuestran que la extirpación de estos órganos linfoides secundarios no es tan inocuo como se creía".
   La investigación, publicado en el 'European Heart Journal', señala que la extirpación de las amígdalas antes de los 20 años de edad aumenta en un 44 por ciento, el riesgo de padecer un infarto agudo de miocardio mientras que la extirpación del apéndice lo hace en un 33 por ciento.
   "Lo que sí se hace cada vez más evidente con estudios como éste, es el papel que juega la inflamación en el desarrollo de la arterioesclerosis, que a su vez puede derivar en un infarto", prosigue Román, quien añade que "la presencia de mediadores inflamatorios en las arterias coronarias favorece el desarrollo de la placa de ateroma y puede desencadenar un infarto".
   Investigadores del Departamento de Salud Pública del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) aseguran que quienes se someten a una operación quirúrgica antes de los 20 años para extirparles las amígdalas o el apéndice tienen más riesgo de sufrir un infarto en el futuro.
   Así se desprende de un artículo publicado en el 'European Heart Journal', tras haber analizado los registros nacionales de salud de Suecia entre 1955 y 1970, en los que se encontraron casi 54.400 apendicectomías y 27.280 amigdalectomías en menores de 20 años.
   Actualmente se estima que entre el 10 y 20 por ciento de los jóvenes se someten a una intervención para extirpar uno de estos dos órganos linfoides, componentes del sistema inmune humano, cuya importancia es "modesta". De hecho, en el pasado se solía extraer las amígdalas de los niños pequeños antes de que éstas provocaran infecciones.
   No obstante, en las últimas décadas las recomendaciones es no extraerlas a menos que estén causando problemas persistentes en los menores, como sucede con el apéndice.
   En el estudio se realizó un seguimiento de unos 23,5 años de media a aquellos jóvenes que se habían sometido a una de estas operaciones, para así determinar cuántos de éstos habían sufrido un infarto, mortal o no.
   De este modo, pudieron observar que la amigdalectomía incrementaba el riesgo de esta dolencia en un 44 por ciento y la apendicectomía en 33 por ciento. Además, si se extraen ambos órganos el riesgo es mayor mientras que, por contra, no se detectó un mayor riesgo de infartos en personas sin apéndice o amígdalas operadas después de los 20 años.
   No obstante, los autores, según explican en declaraciones a la BBC, subrayan que al comparar el número absoluto de infartos en el estudio el riesgo se vuelve relativamente pequeño.
   "Debido a la clara evidencia biológica y epidemiológica que vincula a la inflamación con enfermedad coronaria, podríamos pensar que la extracción quirúrgica de las amígdalas o el apéndice, con su consecuente efecto en la inmunidad, podría tener un efecto a largo plazo en esta enfermedad" explica el doctor Imre Janszky, autor del estudio.
   Los investigadores creen que la extracción de estos órganos quizás está causando un "complejo" efecto de largo plazo en el sistema inmune, que podría incluir una reducción en la producción de inmunoglobulina, que son los anticuerpos que utiliza el sistema inmune para identificar y combatir a organismos foráneos en el organismo, como bacterias y virus.

Crean un modelo matemático para predecir el riesgo quirúrgico en cáncer de pulmón

Los cirujanos torácicos del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba han ideado un modelo matemático que ayuda a predecir el riesgo quirúrgico de los pacientes con cáncer de pulmón, de cara a una intervención para la extirpación completa de uno de sus pulmones. Para esta valoración, los especialistas tienen en cuenta cinco variables independientes. 

   Según ha informado la Junta de Andalucía en un comunicado, la Sociedad Española de Cirugía Torácica ha distinguido recientemente, en su congreso anual, un estudio presentado por especialistas del Hospital Reina Sofía en el que explica esta novedad. El trabajo, titulado 'Predicción del riesgo de mortalidad perioperatoria en la neumonectomía por carcinoma broncogénico', ha obtenido el premio a la mejor comunicación oral 'Caralps i Massó'.
   La aplicación de este modelo se limita a las intervenciones por cáncer de pulmón conocidas como cirugía del carcinoma broncogénico, en los casos en los que el tumor ha invadido las estructuras hiliares -no permitiendo la extirpación de parte del órgano, si no de uno de los pulmones completos-. Este tipo de intervención se asocia a una alta mortalidad, de ahí la importancia de conocer los factores asociados a la misma.
   El autor de este trabajo, el cirujano torácico Francisco Javier Algar, explica que, con los resultados del modelo -que facilita información fiable sobre las posibilidades de éxito de la cirugía-, el paciente y la familia cuentan con nuevas herramientas que les ayudarán a decidir si pasa o no por el quirófano.
   Este instrumento valora la supervivencia perioperatoria, que abarca el mes posterior a la operación, y permite otorgar a cada persona una puntuación para aconsejar o desaconsejar la intervención. Por otra parte, la quimioterapia y la radioterapia figuran como alternativas cuando los riesgos de esta cirugía superan los posibles beneficios.
   Los principales factores indicativos del riesgo son la edad avanzada, antecedentes de cardiopatía, la resección del pulmón derecho respecto al izquierdo y también la resección ampliada a la pared -afectando al pulmón y a las costillas-. A estos indicadores se suma uno más que tiene que ver con la cobertura o no del muñón bronquial.
   En este sentido, la amplia experiencia del equipo de profesionales de la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía Torácica del Reina Sofía ha posibilitado concluir que el riesgo de mortalidad desciende si se cubre el muñón bronquial con tejido del propio paciente, bastante vascularizado, pues así se evita la aparición de fístulas y la apertura de dicho muñón.  
   Si bien hasta ahora los cirujanos torácicos del Reina Sofía han llevado a cabo la cobertura de esta zona siguiendo las indicaciones de la literatura científica, tras el análisis de los resultados de estas intervenciones realizadas en los últimos años en el hospital cordobés, los especialistas señalan "como una importante aportación a la comunidad científica que cubrir el muñón bronquial en estos pacientes mejora la supervivencia inmediata tras la intervención".
   El trabajo es la continuación de la tesis doctoral del cirujano torácico Javier Algar, que ha realizado un estudio retrospectivo de los últimos 25 años. En este periodo, en el Hospital Reina Sofía se han practicado 324 neumonectomías por carcinoma broncogénico, que convierten a este centro en uno de los hospitales nacionales con más experiencia en este sentido. La mortalidad perioperatoria por esta operación es del 5,9 por ciento en el Hospital Reina Sofía, por debajo de la media nacional.  
   Después de ser intervenido, la recuperación del paciente es lenta y gradual. Generalmente, el único pulmón de la persona intervenida va asumiendo poco a poco las funciones del órgano extirpado. En este sentido, los especialistas destacan la importancia de la rehabilitación y revisiones médicas.
   El tabaco se sitúa como una de las principales causas del cáncer de pulmón -según las estadísticas uno de cada nueve fumadores va a desarrollar este tumor-. El diagnóstico precoz juega un papel fundamental en el pronóstico del paciente y, en esta línea, los especialistas aconsejan acudir al médico si tiene tos acompañada de expectoración con sangre o dolor torácico.

La fatiga y el aumento de la temperatura corporal, primeros síntomas de un golpe de calor

El cansancio, la fatiga, el aumento de la temperatura corporal o la pérdida de sudoración son los primeros síntomas de estar sufriendo un golpe de calor y hacen que el cuerpo no regule bien la temperatura corporal pudiendo desembocar en problemas más importantes. Este año nos espera uno de los veranos más calurosos y, por ello, los especialistas advierten de que se debe estar preparado para prevenir posibles golpes de calor.

   "Las señales de peligro son variadas. Cuando aumenta la temperatura --que puede llegar a 40 o 41 grados--, se produce una pérdida de sudoración que afecta a los órganos internos; notamos somnolencia e incluso se podría llegar al coma y en algún caso a la muerte", ha explicado el médico de atención primaria, Francisco Olmos.
   El doctor Olmos ha aconsejado para prevenirlo "evitar las fases más calurosas de la jornada, sobre todo al mediodía (desde las 10.00 a las 18.00 horas), evitar la exposición directa al sol, intentar cubrirse con sombreros, ropa holgada y de color claro --que rechaza los rayos luminosos--, usar protección solar y no realizar actividad física intensa".
   Las personas mayores, los más pequeños y aquellos pacientes con enfermedades crónicas como diabetes, obesidad, tensión alta, enfermedades cardiovasculares o respiratorias son más proclives a sufrir un golpe de calor, por lo que han de tener especial cuidado y, además de respetar las normas generales para evitar sufrirlo, deben intentar "estar bien hidratados".
   "Tienen que procurar estar bien hidratados porque muchos de ellos incluso necesitan líquidos incluso sin tener sed. Han de tomar, por tanto, bastante líquido y no exponerse al sol", explicó el doctor Olmos.
   Hay que evitar bebidas alcohólicas y café porque producen "un aumento del gasto energético que es perjudicial", pero los zumos, agua y cualquier líquido refrescante son muy buenos para tener una buena hidratación.
   La víctima que ha sufrido un golpe de calor debe ser auxiliada trasladándola rápidamente a una zona sombría, evitando la exposición solar. "Hay que refrescar al enfermo o a la persona que lo ha sufrido, si tenemos líquido dárselo y refrescarle con agua por la zona externa del cuerpo", recordó.

Los padres cada vez demandan más cirugía para corregir defectos en sus hijos

Unas orejas de "soplillo", un labio leporino o un hemangioma en la cara de un niño son malformaciones o "defectos" que pueden ser corregidos mediante cirugía plástica o reparadora, una intervención quirúrgica que los padres españoles demandan cada vez más.

La causa de este aumento es la preocupación creciente por la estética.
De hecho, la mitad de estas operaciones responden a un criterio estético, "aunque con un matiz", ya que se trata de "normalizar la estética", ha señalado la doctora Beatriz Berenguer, del Servicio de Cirugía Plástica Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Pero lo cierto es que una intervención de este tipo "les puede cambiar la vida", según esta cirujana plástica.
A pesar del creciente interés por la belleza, también es cierto que ahora los niños son más tolerantes con los defectos del prójimo gracias a la educación de padres y profesores.
"Los niños están ahora más educados en la tolerancia para no reirse de las malformaciones", según la psicóloga Julia Vidal.
La cirugía plástica tiene como objetivo reparar defectos congénitos o adquiridos, restaurar alteraciones estéticas. Se trata de mejorar la forma en que la anomalía puede estar alterada pero también la función.
Por ejemplo, si un párpado está caído y se interviene, mejora el aspecto del mismo pero también la visión del ojo.
Los médicos insisten en que hay que diferenciar radicalmente la cirugía plástica de la cirugía estética.
La diferencia radica en que en este último caso el punto de partida es la normalidad y, sobre esa normalidad, se busca una mejoría, mientras que en la cirugía plástica se parte de una situación patológica y se pretende alcanzar la normalidad, ha precisado la doctora.
Las operaciones de plástica más frecuentes son aquellas relacionadas con anomalías o patologías de aparición muy temprana como las malformaciones vasculares (hemangiomas), labio leporino y sus alteraciones asociadas y la cirugía de la mano como las sindactilias (fusión congénita o accidental de dos o más dedos entre sí) y los dedos en resorte.
Aunque menos, pero también bastante frecuentes, son las intervenciones dirigidas a reparar malformaciones del pabellón auricular (orejas contraídas, más pequeñas de lo normal o ausentes), una categoría en la que entran también las llamadas "orejas de soplillo" (cuya denominación técnica es 'Hellix Valguf').
La doctora Berenguer ha explicado que no se trata de una malformación, sino de "una anormalidad", y la operación para corregirla es muy demandada "porque en la sociedad la estética de las orejas separadas no se tolera bien y los niños que las tienen lo pasan mal".
Aunque no existen datos estadísticos de cuantas operaciones de cirugía plástica infantil se realizan en España, la doctora Berenguer ha explicado que en el Hospital Gregorio Marañón se tratan unos 1.000 niños al año.
La mejor edad para operar malformaciones congénitas importantes es durante el primer año de vida -el protocolo es a los tres meses-, mientras si son malformaciones menores, lo aconsejable es alrededor de los seis años.
Las malformaciones o defectos físicos no siempre tienen que causar un problema psicológico en el niño, sobre todo, si en su casa lo viven con naturalidad.
"A veces el ambiente familiar genera unas defensas altas contra las críticas o las burlas" que el niño pueda recibir, señala la psicóloga.
No obstante, los que toman la decisión de operar a sus hijos son los padres, que, además, son los que deben dar la autorización.
A veces, la decisión viene inducida por el propio niño, que sufre las burlas de sus compañeros de colegio, y "muchas veces" los padres se anticipan al deseo de su hijo "para protegerle de un futuro sufrimiento".
A partir de que el niño tenga 14 años, los médicos recomiendan que la decisión sea consensuada.
La psicóloga cree que antes de decidir hay que valorar hasta que punto la malformación o el defecto afecta al niño "y si la intervención no tiene riesgo y elimina su sufrimiento, adelante, aunque si tiene riesgo, yo lo pensaría".
"Se está lanzando el mensaje de que solo puede uno sentirse bien si no tiene defectos. Eso no es así y tenemos muchos ejemplos; asumirlo es difícil, pero posible", concluye esta experta.