viernes, 9 de noviembre de 2018

Así influye la genética en la longevidad

BOSTON.- Aunque las vidas longevas tienden a darse en miembros de una misma familia, la genética tiene una influencia mucho menor en la vida útil de lo que se pensaba, según un nuevo análisis de un conjunto de árboles genealógicos de más de 400 millones de personas. Los resultados sugieren que la heredabilidad de la duración de la vida está muy por debajo de las estimaciones anteriores, que no tuvieron en cuenta nuestra tendencia a seleccionar parejas con características similares a las nuestras.
La investigación, de 'Calico Life Sciences and Ancestry', en Estados Unidos, se publica en 'GENETICS', una revista de la Sociedad de Genética de América. "Podemos aprender muchas cosas sobre la biología del envejecimiento a partir de la genética humana, pero si la heredabilidad de la duración de la vida es baja, atempera nuestras expectativas sobre qué tipo de cosas podemos aprender y cómo de fácil será --dice el autor principal Graham Ruby--. Ayuda a contextualizar las preguntas que los científicos que estudian el envejecimiento pueden formularse de manera efectiva".
La compañía en la que trabaja Ruby, Calico Life Sciences, es una empresa de investigación y desarrollo cuya misión es comprender la biología del envejecimiento. Los miembros del equipo se unieron a científicos del recurso de genealogía digital Ancestry, dirigido por la directora científica Catherine Ball, para usar los datos de pedigrí disponibles públicamente en Ancestry.com para estimar la heredabilidad de la vida humana.
La heredabilidad es una medida de cuánto de la variación en un rasgo, en este caso la vida útil, puede explicarse por diferencias genéticas frente a diferencias no genéticas como el estilo de vida, los factores socioculturales y los accidentes. Las estimaciones anteriores de la heredabilidad de la vida humana han oscilado entre el 15 y el 30 por ciento. 
"La asociación con Ancestry permitió que este nuevo estudio obtuviera una visión más profunda al utilizar un conjunto de datos mucho más amplio que cualquier otro estudio anterior de longevidad", dice Ball.
Partiendo de 54 millones de árboles genealógicos públicos que representan a 6.000 millones de antepasados, Ancestry eliminó las entradas redundantes y las de personas que aún vivían, uniendo los linajes restantes. 
Antes de compartir los datos con el equipo de investigación de Calico, Ancestry eliminó toda la información identificable de los linajes, dejando solo el año de nacimiento, el año de la muerte, el lugar de nacimiento (de la resolución del estado dentro de Estados Unidos y el país fuera de Estados Unidos), y conexiones familiares que conforman la propia estructura arbórea.
Terminaron con un conjunto de genealogías que incluían a más de 400 millones de personas, en su mayoría estadounidenses de ascendencia europea, cada una conectada a otra por una relación padre-hijo o una relación cónyuge-cónyuge. 
Luego, el equipo pudo estimar la heredabilidad del árbol al examinar la similitud de la vida útil entre los parientes.
Usando un enfoque que combina modelos matemáticos y estadísticos, los investigadores se centraron en los familiares que nacieron a lo largo del siglo XIX y principios del XX, y encontraron que las estimaciones de heredabilidad para los hermanos y primos hermanos son aproximadamente las mismas que se informaron anteriormente.
 Pero, como también se observó en algunos de los estudios anteriores, observaron que la vida útil de los cónyuges solía estar correlacionada; de hecho, eran más similares que en los hermanos del sexo opuesto.
Esta correlación entre los cónyuges podría deberse a los muchos factores no genéticos que acompañan a vivir en el mismo hogar: su entorno compartido. Pero la historia realmente comenzó a tomar forma cuando los autores compararon diferentes tipos de suegros, algunos con relaciones bastante remotas.
El primer indicio de que algo más que la genética o el entorno compartido podría estar actuando fue el hallazgo de que los cuñados y los primos hermanos políticos tenían una correlación en la vida, a pesar de no ser parientes de sangre y no compartir generalmente los hogares.
El tamaño de su conjunto de datos permitió al equipo acercarse a las correlaciones de longevidad para otros tipos de relaciones más remotas, incluyendo tíos y tías políticos, los sobrinos de primos hermanos políticos y las diferentes configuraciones de co-hermanos políticos. El hallazgo de que el hermano del cónyuge del hermano de una persona o el cónyuge del hermano de su cónyuge tenían una vida similar a la suya dejó en claro que algo más estaba en juego.
Si no comparten antecedentes genéticos y no comparten hogares, ¿qué es lo que mejor explica la similitud en la duración de la vida entre individuos con estos tipos de relaciones? Volviendo a su impresionante conjunto de datos, los investigadores pudieron realizar análisis que detectaron un emparejamiento selectivo.
"Lo que significa el emparejamiento selectivo aquí es que los factores que son importantes para la vida útil tienden a ser muy similares entre los compañeros", dice Ruby. En otras palabras, las personas tienden a seleccionar parejas con rasgos como los suyos, en este caso, cuánto tiempo viven.
Por supuesto, no es fácil adivinar la longevidad de una posible pareja. Debido a que no se puede contar la vida de alguien de antemano, el emparejamiento en humanos debe basarse en otras características. La base de esta elección de pareja podría ser genética o sociocultural, o ambas. 
Para un ejemplo no genético, si el ingreso influye en la duración de la vida, y las personas ricas tienden a casarse con otras personas ricas, eso llevaría a una longevidad correlacionada.
Lo mismo sucedería con los rasgos más controlados por la genética: si, por ejemplo, las personas altas prefieren cónyuges altos, y la altura está correlacionada de alguna manera con la duración de su vida, esto también influiría en las estimaciones de la heredabilidad de la duración de la vida. 
Al corregir estos efectos de emparejamiento, el nuevo análisis encontró que la heredabilidad de la duración de la vida probablemente no sea más del 7 por ciento, tal vez incluso más bajo. En resumen: el tiempo que vives tiene menos que ver con tus genes de lo que crees.