Un estudio mide por primera vez las calorías
consumidas por las parejas durante sus relaciones sexuales. El coito
puede considerarse, en determinadas condiciones, como un gasto
energético "importante".
No es una fantasía tan ridícula como pudiera parecer, a juzgar por
los resultados de un estudio recién publicado que trata de medir la
energía consumida durante el coito. Con algunos matices, pero no cabe
duda de que practicar sexo en pareja quema calorías. Eso sí, no tantas
como media hora de footing.
La realidad es que se ha elucubrado mucho sobre el gasto energético
del sexo, pero hay muy poca literatura científica que ayude a establecer
parámetros claros. Con la idea de aportar algo de información válida,
un equipo de investigadores de la Universidad de Quebec quiso medir las
calorías que se perdían durante el coito y también la intensidad de ese
ejercicio.
Escogieron a 21 parejas heterosexuales jóvenes (entre 18 y 35
años) y sanas (no sedentarias y sin disfunciones sexuales), con la
intención de medir ese gasto en condiciones óptimas, y les invitaron a
hacerlo hasta que al menos uno de los dos llegara al orgasmo.
Lo tenían que hacer hasta cuatro veces cada pareja: 84 encuentros que
sirvieran para hacerse una idea razonablemente sólida de lo que consume
el cuerpo con este goce en pareja. “La principal ventaja de este
estudio es que se realiza en casa de la pareja y sin ningún obstáculo
por parte del equipo que mide el gasto de energía”, explica a Materia el líder del estudio, Antony Karelis. Por primera vez, y gracias a la libertad de movimientos que permiten unos brazaletes, estos encuentros pudieron realizarse en la intimidad del hogar.
No es difícil suponer que las parejas son más libres de expresarse
sexualmente en casa frente al laboratorio en el que se hicieron hasta
ahora los estudios previos. Además, también por primera vez, se calculó
el gasto de calorías que supuso este despliegue sexual así como la
intensidad del ejercicio realizado. El encuentro sexual se contaba desde
el calentamiento previo, es decir, los preliminares: de media duraron
casi 25 minutos (entre 10 y 57 minutos, que fue el más largo), lo que
nos ayuda a compararlo con los 30 minutos de jogging.
Como medida de control, habían sometido a estas 42 personas a lo que
se entiende por ejercicio: media hora corriendo sobre una cinta a una
intensidad moderada, la recomendación estándar de la Asociación Americana del Corazón.
Y compararon resultados. De media, los hombres gastaron 101 calorías
por encuentro sexual (4,2 por minuto), mientras que las mujeres quemaron
69 calorías (3,1). Durante la media hora de carrera moderada en la
cinta, los hombres habían quemado 276 calorías de media (9,2 por minuto)
y las mujeres 213 (7,1).
Uno de los hombres estudiados
llegó a gastar 306 calorías durante un coito, lo que demuestra —además
de la entrega y pasión del sujeto— que puede hasta quemarse más energía
que corriendo. “Debe tenerse en cuenta que el gasto de energía absoluta y
relativa de la actividad sexual representa más de un tercio del gasto
de energía absoluta y relativa de la sesión de ejercicio de 30 minutos
sobre la cinta”, apunta el estudio, publicado en PLoS ONE.
“Por comparación , el nivel de intensidad que se ejerce durante la
actividad sexual podría ser mayor a la de caminar a unos 4,8 kilómetros
por hora pero inferior a la de correr a 8 km/h”, apunta el estudio,
situando el ejercicio físico del coito por encima de una caminata de
media hora. Los jóvenes que se prestaron para la prueba también
respondieron a una encuesta, de cuyos resultados se deduce que pocos se
sentían más cansados con el sexo que corriendo (5%) y que únicamente un
tercio de la muestra (37,5%) tuvo la sensación de que era un esfuerzo
comparable.
Resulta llamativa la diferencia de gasto energético entre hombres y
mujeres: ellos consumen un 45% más de energía calórica que ellas.
“Pensamos que se debía a la diferencia de peso corporal”, asegura
Karelis, “pero hemos comprobado que no. Por el momento, no podemos
explicar las diferencias entre hombres y mujeres”. ¿Se esfuerzan más
ellos, ponen más carne y músculo en el asador entre las sábanas? Karelis
reconoce que es un aspecto que deberá analizar en el futuro, a pesar de
que algún estudio previos detectaron que la mayor intensidad del
esfuerzo masculino se da cuando ellos están encima de la mujer.
“Estos resultados ayudar a dar a los médicos una mejor comprensión
sobre el riesgo potencial de infarto, ya que este tema parece ser una
preocupación en el campo de la medicina”, asegura el investigador
canadiense.
La intensidad del ejercicio, que se mide en una unidad llamada MET
(equivalentes metabólicos), se calculó también con el brazalete dando
como resultado unos números más cercanos entre el sexo y el footing:
6 y 5,6 MET en hombres y mujeres al practicar sexo frente a 8,5 y 8,4
MET al correr, respectivamente. “El nivel de intensidad durante la
actividad sexual representó más de dos tercios de la intensidad de la
cinta de ejercicios. En conjunto, todos estos resultados sugieren que la
actividad sexual puede considerarse, a veces, como un ejercicio
importante”, se atreven a concluir los autores en su estudio.
La diferencia radica en que las 42 personas estudiadas coincidieron
abrumadoramente en que acostarse con su pareja era mucho más placentero
que correr. “Esto puede orientar a los profesionales de la salud a la
hora de recomendar hábitos saludables a sus pacientes: resulta más
apetecible que pasar 30 minutos sobre una cinta para correr”, concluye
el investigador.