Pensamientos negativos, preocupación constante, problemas para dormir,
dolor psíquico y físico. La tortura de la ansiedad. Según el estudio
epidemiológico sobre trastornos mentales ESEM-eD-España,
el 9,3% de los españoles sufrirá algún trastorno de ansiedad a lo largo
de su existencia. Se trata del grupo de patologías mentales más
frecuente tras la depresión.
La ansiedad es una emoción muy útil,
hasta cierto punto. Ante una amenaza, alerta al individuo para la lucha o
la huida. El problema es si la alarma se activa sin ningún peligro en
el horizonte o resulta excesiva. "Hay muchas personas que están casi
siempre ansiosas", comenta Antonio Cano, presidente de la
Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. Viven atrapadas por el miedo. Entonces, la ansiedad ya no es una reacción útil, sino un penoso estilo de vida. Como explica
Vicente Caballo, profesor de
Psicología de la Universidad de Granada,
"la ansiedad se convierte en patológica cuando es exagerada con
relación al estímulo que la desencadena e interfiere negativamente en la
vida de la persona". Los expertos aún no saben por qué un porcentaje
tan elevado de personas viven angustiadas. ¿Tendrán la culpa algunos
genes traviesos?, ¿traumas de la infancia?, ¿esta sociedad tan
acelerada, posmoderna e incierta? "Seguramente, interaccionan factores
biológicos, psicológicos y sociales", apunta Francisco Ferre, jefe de
servicio de psiquiatría del hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Por
un lado, algo de mala suerte en la lotería genética. "Hay bebés más
irritables. Quizás tengan más vulnerabilidad biológica a la ansiedad",
considera Vicente Caballo. Además, el maltrato físico o psicológico en
la infancia aumenta el riesgo de ser un adulto ansioso. Y los hijos de
personas ansiosas tienen más probabilidades de serlo.
Un dato curioso: en
Estados Unidos se da el doble de casos de ansiedad patológica que en
España. ¿Andan los genes más averiados o abundan las infancias desgraciadas en la tierra del
Tío Sam?
"La clave es que los trastornos de ansiedad están muy relacionados con
el tipo de sociedad en que vivimos", afirma Antonio Cano. Qué le vamos a
contar: la hipoteca, las prisas, un futuro laboral cada vez más
neblinoso. Las reglas del juego del capitalismo made in USA. Asimismo,
explica
Francisco Ferre, "la vida se ha acelerado y
afrontamos multitud de situaciones de microestrés: el autobús que no
llega, la mala cara de un compañero del trabajo. Todo eso nos impregna".
Y,
por si fuera poco, llegó la crisis. A la vista del panorama actual, no
es de extrañar que una de las patologías de la ansiedad más habituales
sea el trastorno de ansiedad generalizada. Quien lo sufre vive
encadenado a una preocupación y angustia excesivas. Cualquier
contratiempo, por pequeño que sea, dispara su angustia. Aunque hay otros
trastornos de ansiedad, como las fobias específicas (a los espacios
abiertos, a las cucarachas), la fobia social, el trastorno
obsesivo-compulsivo (las compulsiones son rituales con los que se
intenta calmar la ansiedad, como lavarse las manos decenas de veces al
día por miedo a contaminarse) o el trastorno de angustia.
¿En qué consiste la ansiedad?
"Hasta no hace mucho, se consideraba un problema de amas de casa", apunta
Vicente Caballo.
Un estar de los nervios, un achaque psicológico menor, algo propio de
personas incapaces de enfrentarse a la vida. Pero puede ser agotadora,
causar mucho dolor y restar calidad de vida. "No hay que banalizarla",
añade este psicólogo.
Por un lado, la ansiedad secuestra la mente.
"Las personas ansiosas dan muchas vueltas a las cosas, son poco
flexibles y perfeccionistas y siempre esperan lo peor", afirma Antonio
Cano. "Y entre el 40% y el 60% de ellas tienen depresión", señala
Francisco Ferre. En muchos casos, la depresión es una consecuencia de las limitaciones vitales que genera el trastorno de ansiedad.
Porque
la ansiedad secuestra a la voluntad y el comportamiento. "Uno evita lo
que teme –explica Vicente Caballo–. Por eso, quienes tienen miedo a los
espacios abiertos no quieren salir de casa, o quienes sufren fobia
social evitan relacionarse y tienen muchos problemas para encontrar
trabajo o pareja". O comen compulsivamente o fuman treinta cigarrillos
al día o se exceden con los tranquilizantes o abusan del alcohol. Entre
las personas que beben, la patología psicológica más frecuente es la
ansiedad. Un intento de regatear, a cualquier precio, la angustia y el
malestar físico. Porque la ansiedad también secuestra al cuerpo.
Se
anuncia una tanda de despidos masivos en la empresa o el niño se ha
puesto a cuarenta de fiebre, y el cerebro ordena segregar hormonas como
la adrenalina o el cortisol y acelerar la frecuencia cardiaca o la
respiración. Así reacciona el organismo ante la ansiedad. Pero, tras la
tormenta, llega la calma. El problema de las personas con un trastorno
de ansiedad es que viven en un tsunami casi continuo. En ellas, los
mecanismos cerebrales de la ansiedad se activan con más intensidad y
durante más tiempo, lo que castiga al organismo y debilita el sistema
inmunitario, encargado de protegernos de un buen número de enfermedades.
Médicos de atención primaria
"Es frecuente somatizar –comenta
Antonio Cano–.
El 15% de las personas que van al médico de familia tiene ansiedad y
trastornos somáticos". La angustia es excesiva, y el cuerpo protesta.
Como señala Francisco Ferre, "hay problemas físicos que en muchos casos
están causados por la ansiedad, como el dolor de cabeza por tensión
cervical, el dolor muscular, los mareos, la gastritis, el síndrome del
colon irritable, la caída del cabello o los problemas de la piel como la
psoriasis o los eccemas". Es un círculo vicioso. No hay que olvidar que
los problemas físicos también causan ansiedad. Las personas con
enfermedades físicas crónicas, como la diabetes o el dolor de espalda,
tienen entre tres y cuatro veces más riesgo de sufrir ansiedad o
depresión.
Precisamente, los achaques físicos son la principal
causa de que las personas ansiosas acudan a la consulta. "Muchas no
saben que tienen ansiedad –asegura
Magda Miralles, médica y miembro de la
Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria–.
Vienen porque les duele la espalda, y se lo solucionas. Luego les duele
el estómago, y se lo solucionas. Y luego tienen problemas en la piel.
Sospechas que pasa algo más, y ves que tienen mucha ansiedad". En el
peor de los casos, arrastran su angustia y sus dolores durante años sin
recibir tratamiento. "Entre el 20% y el 30% de las personas con un
trastorno de ansiedad no están tratadas –apunta Magda Miralles–. En
parte, porque los médicos no nos damos cuenta de que sufren ansiedad y
porque hay personas que no saben abrirse emocionalmente. Pero el gran
problema es que falta información. Le dices a alguien que su malestar
físico se debe a la ansiedad, y te dice que no puede ser. O no entiende
que el tratamiento farmacológico más adecuado son los antidepresivos,
que calman la ansiedad. Hasta hace poco, se daban tranquilizantes, pero
estos pueden causar adicción y perpetúan la ansiedad. Así que el
paciente te dice que no está deprimido y no toma la medicación".
Los
médicos de atención primaria están en primera línea en el combate
contra la ansiedad. Una de cada cuatro personas que va a su médico de
familia tiene un trastorno ansioso. "Sólo los casos más graves se
derivan al psiquiatra, aunque también derivamos al psicólogo a los
pacientes que se pueden beneficiar de un tratamiento psicológico", añade
esta médica de familia.
Pero no hay psicólogos suficientes en la
sanidad pública. En el 2013, sólo se han ofertado 128 plazas para ellos
en toda España. A pesar de que los médicos de familia apenas tienen
cinco minutos para sus pacientes y de que la terapia psicológica,
combinada con las pastillas en momentos de crisis o en pacientes graves,
es la más eficaz.