martes, 9 de febrero de 2021

Así podría funcionar la vitamina D para combatir el COVID-19


BERLÍN.- Un nuevo estudio de la Universidad de Bristol, publicado en la revista de la Sociedad Química Alemana 'Angewandte Chemie', ha mostrado cómo podrían funcionar la vitamina D (y posiblemente las vitaminas K y A) para combatir el COVID-19, al igual que otros medicamentos antivirales.

La investigación indica que estos suplementos y compuestos dietéticos podrían unirse a la proteína viral de la espiga y, por tanto, reducir la infectividad del SARS-CoV-2. Por el contrario, el colesterol podría aumentar la infectividad, lo que podría explicar por qué tener el colesterol alto se considera un factor de riesgo de enfermedad grave.

Recientemente, estos investigadores demostraron que el ácido linoleico se une a un sitio específico de la proteína viral de la espiga, y que al hacerlo, bloquea la espiga en una forma cerrada, menos infecciosa. Ahora, un equipo de investigación ha utilizado métodos computacionales para buscar otros compuestos que puedan tener el mismo efecto, como posibles tratamientos.

Esperan evitar que las células humanas se infecten impidiendo que la proteína viral de la espiga se abra lo suficiente como para interactuar con una proteína humana (ACE2). El diseño, desarrollo y prueba de nuevos fármacos antivirales puede llevar años, por lo que los investigadores buscaron en una biblioteca de fármacos y vitaminas aprobados para identificar los que podrían unirse a este "bolsillo farmacéutico" recientemente descubierto dentro de la proteína de pico del SARS-CoV-2.

El equipo estudió primero los efectos del ácido linoleico en la espiga, utilizando simulaciones computacionales para demostrar que estabiliza la forma cerrada. Otras simulaciones mostraron que la dexametasona (que es un tratamiento eficaz para el COVID-19) también podría unirse a este sitio y ayudar a reducir la infectividad viral, además de sus efectos sobre el sistema inmunitario humano.

A continuación, el equipo realizó simulaciones para ver qué otros compuestos se unen al sitio de los ácidos grasos. Así se identificaron algunos fármacos que, según los experimentos, son activos contra el virus, lo que sugiere que puede ser uno de los mecanismos por los que impiden la replicación viral, por ejemplo, bloqueando la estructura de la espiga del mismo modo que el ácido linoleico.

Los resultados sugirieron varios candidatos a fármacos entre los productos farmacéuticos y los componentes dietéticos disponibles, incluidos algunos que se han encontrado para frenar la reproducción del SARS-CoV-2 en el laboratorio. 

Estos tienen el potencial de unirse a la proteína de la espiga del SARS-CoV-2 y pueden ayudar a prevenir la entrada en la célula. Las simulaciones también predijeron que las vitaminas liposolubles D, K y A se unen a la espiga de la misma manera haciendo que la espiga sea menos capaz de infectar las células.

"Nuestros hallazgos ayudan a explicar cómo algunas vitaminas pueden desempeñar un papel más directo en la lucha contra el COVID-19 que su apoyo convencional al sistema inmunitario humano. La obesidad es uno de los principales factores de riesgo de COVID grave. La vitamina D es liposoluble y tiende a acumularse en el tejido graso. 

Esto puede reducir la cantidad de vitamina D disponible para los individuos obesos. Los países en los que algunas de estas deficiencias vitamínicas son más comunes también han sufrido mucho durante el curso de la pandemia. Nuestras investigaciones sugieren que algunas vitaminas y ácidos grasos esenciales, incluido el ácido linoleico, pueden contribuir a impedir la interacción pico/ACE2. La deficiencia de alguno de ellos puede facilitar la infección del virus", explica una de las autoras, Deborah Shoemark.

Los niveles de colesterol elevados preexistentes se han asociado a un mayor riesgo de padecer COVID-19 grave. Los informes de que la proteína de la espiga del SARS-CoV-2 se une al colesterol llevaron al equipo a investigar si podría unirse al sitio de unión de los ácidos grasos. Sus simulaciones indican que podría unirse, pero que podría tener un efecto desestabilizador en la conformación cerrada de la espiga y favorecer la conformación abierta, más infecciosa.

"Sabemos que el uso de estatinas que disminuyen el colesterol reduce el riesgo de desarrollar COVID grave y acorta el tiempo de recuperación en los casos menos graves. Tanto si el colesterol desestabiliza la conformación "benigna" y cerrada como si no, nuestros resultados sugieren que, al interactuar directamente con la espiga, el virus podría secuestrar el colesterol para alcanzar las concentraciones locales necesarias para facilitar la entrada en la célula y esto también podría explicar la pérdida observada de colesterol circulante tras la infección", agrega Shoemark.

En Barcelona idean una nueva técnica para aprovechar los pulmones para trasplantes


BARCELONA.-  El equipo de trasplantes de pulmón del Hospital del Vall d'Hebron de Barcelona, que llevó a cabo el primer trasplante de pulmón con éxito en España en 1990, ha creado una técnica innovadora que ha permitido extraer y trasplantar los dos pulmones de un tipo de donante que hasta ahora se descartaba, aquel que en vida había sido sometido a una operación de tórax.

Gracias a esta nueva técnica, un paciente que sufría fibrosis pulmonar idiopática y que estaba en lista de espera ha podido recibir recientemente unos pulmones que le han permitido ganar calidad de vida.

El jefe del Servicio de Cirugía Torácica de Vall d'Hebron, Alberto Jáuregui, ha detallado este lunes cómo se ha llevado a cabo esta exitosa e innovadora técnica, que permitirá a partir de ahora tener más pulmones para trasplantar.

Jáuregui ha explicado que existen básicamente dos tipos de donantes: los que han sufrido una muerte cerebral y los que han muerto por causas diversas porque el corazón deja de funcionar y sus órganos no están dañados.

En este caso se trataba de un donante de corazón parado, hecho que pide trabajar con la máxima rapidez porque el equipo de trasplantes tiene solo unos minutos antes de que los órganos se deterioren (tienen que abrir, llegar a los órganos y poner un líquido que frena el deterioro).

Jáuregui ha puntualizado que la situación todavía es más complicada si la persona donante en algún momento de su vida ha sido sometida a una cirugía de tórax, concretamente a una operación en el corazón, porque después de una operación de estas características los tejidos crean muchas adherencias y es fácil que se produzcan derrames de sangre cuando se intenta extraer el pulmón.

"Un derrame de sangre en el momento de la extracción puede comportar que todos los órganos del donante se dañen. Es por esta gran dificultad que, hasta ahora, los pulmones de un donante muerto por corazón parado con una cirugía de tórax previa siempre se habían descartado por parte de todos los equipos de trasplantes del mundo para, por lo menos, poder obtener el hígado y riñones con garantías", ha indicado el especialista.

Motivados por la espera de tantos pacientes que necesitan un trasplante de pulmón, y ante un caso de donante por corazón parado con cirugía de tórax previa, el equipo de Cirugía Torácica y Trasplante Pulmonar de Vall d’Hebron diseñó y ejecutó con éxito esta técnica innovadora.

En primer lugar, cuando el paciente murió, lo conectaron, como es habitual al ECMO (oxigenación con membrana extracorpórea) a través de la arteria ilíaca, a la altura de las caderas.

Se trata de un sistema que sustituye la función del pulmón y corazón en el que la máquina extrae la sangre a través de una cánula gruesa localizada en una vena grande, la mueve mediante una bomba centrífuga para que atraviese el oxigenador, donde incorpora oxígeno y retira dióxido de carbono, para reintroducirla al organismo en otra vena o arteria.

Esta conexión a la ECMO permite que la sangre oxigenada siga circulando por el cuerpo aunque el corazón esté parado, de forma que los órganos se mantienen con vida y los cirujanos tienen más tiempo para hacer la extracción y trasplante con más garantías.

Sin embargo, la circulación sanguínea provocada por la ECMO hace aumentar mucho el riesgo de derrame si los cirujanos quieren extraer los pulmones en un tórax operado anteriormente, por eso idearon la nueva técnica.

Esta consiste en que, una vez la circulación de sangre estaba en marcha, los cirujanos torácicos practicaron una toracotomía (una incisión al tórax) entre las costillas e introdujeron unas pinzas para cerrar la circulación sanguínea en el tórax y evitar que la sangre bombeada por la ECMO llegara más arriba del hígado.

Es decir, dividieron el cuerpo en dos compartimentos estancos, separados a la altura del diafragma para que la sangre proveniente de la ECMO pudiera seguir circulando por el circuito inferior, oxigenando el hígado y los riñones, mientras que el circuito sanguíneo superior del tronco quedó preservado sin circulación.

Una vez creada esta separación, los cirujanos practicaron una esternotomía -incisión tradicional de las extracciones de pulmones- en el tórax del donante, operado anteriormente y, por lo tanto, con los tejidos más enganchados, pero sin riesgo de causar un derrame general que dañara todos los órganos.

"Los pulmones se extrajeron totalmente sanos, y por primera vez en el mundo se pudieron aprovechar pulmones, riñones e hígado de un solo donante que había muerto por corazón parado y que había sido sometido en vida a una cirugía torácica", ha resumido Jáuregui.

Gracias a esta nueva técnica ideada por los especialistas del Vall d'Hebron, de ahora en adelante los pulmones de donantes de este perfil podrán ser trasplantados a pacientes que esperan este órgano.

En 2019, el equipo de trasplantes del Hospital Vall d'Hebron hizo 120 trasplantes de pulmón, la cifra más alta de todos los hospitales europeos, un éxito que Jáuregui ha atribuido "al gran trabajo de un equipo multidisciplinario y sobre todo al gran altruismo de los donantes y sus familias".

El Hospital Vall d'Hebron también fue en 2020 el hospital español que más trasplantes pulmonares hizo: 73 (68 adultos y 5 pediátricos).

Margarita del Val: "El 120% de la gente se cree que la vacuna protege contra el contagio y no es así"


MADRID.- Margarita del Val, viróloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), advirtió sobre lo que puede ocurrir con las personas recién vacunadas que han recibido la segunda dosis. En declaraciones a la Cadena Cope, señaló que "el 120% de la gente se cree que la vacuna protege contra el contagio, y esto no es así".

Según explicó la experta, "el virus se puede multiplicar en ellos y convertirse en asintomáticos contagiosos. Atención que ni la vacuna ni haber pasado la COVID evitan que sea contagioso". Además, aclaró en el citado medio la función de los remedios: "Lo que evitan es el sufrimiento. Solo algunas previenen del contagio, y con esas esperamos acabar con el virus".

Duración de los anticuerpos

Cuestionada sobre los anticuerpos, subrayó que "duran unos poquitos meses, si acaso dos o tres meses. Con la segunda dosis se espera que un poquito más de tiempo. Es lógico que las vacunas protejan mucho inmediatamente después de inyectar la segunda dosis, no hay indicio de cuánto durará".

Asimismo, Del Val dio detalles sobre cómo actúan las nuevas cepas detectadas: "Las variantes nos están diciendo que es un virus que se contagia, y que la manera de prevenirlo es menos contacto entre las personas, y se están contagiando demasiado, tenemos los hospitales saturados".

Por este motivo, insistió en la necesidad de continuar con las restricciones sanitarias que existen en la actualidad: "Si nos dicen que la variante británica es más letal, ¿es que no nos parecen suficientes 300 muertos diarios? Por favor, eviten los contagios".

Las mutaciones son habituales

La viróloga también recalcó en la Cadena Cope que las mutaciones son normales en los virus: "Es ley de vida. Este virus varía menos que otros, pero si lo miramos más a fondo claro que lo detectamos, es normal. Lo que no entiendo es tanto foco en estas variaciones que aparecen, lo raro sería que no lo hiciesen. Pero en las medidas de contención no afecta".

Detectados más de 50 efectos a largo plazo tras sufrir la infección vírica de Covid-19


HOUSTON.- Ocho de cada 10 pacientes con Covid-19 presentaban al menos un síntoma persistente desde los 14 días hasta las 16 semanas después de la infección aguda, aunque algunos efectos podrían durar más. "Es la principal conclusión que hemos extraído de un metaanálisis que se puede consultar en esta prepublicación de medRxiv", según la profesora Sonia Villapol. 

En este trabajo analizamos casi 19.000 estudios que destaparon 55 efectos persistentes después de la infección aguda. Los datos fueron extraídos de los historiales de 47.910 personas de entre 17 y 87 años que participaron en 15 estudios que habían evaluado síntomas o parámetros de laboratorio a largo plazo. 

Cada estudio tenía un mínimo de 100 pacientes. Nueve estudios fueron de Gran Bretaña o Europa, tres fueron de EE UU, y el resto de Asia y Australia. Seis estudios se centraron solo en personas hospitalizadas por Covid-19; los otros incluyeron casos leves, moderados y graves.

Un estudio previo en Wuhan (China) y publicado en The Lancet, mostró que el 76% de los pacientes que requirieron hospitalización informaron de al menos un síntoma 6 meses después, y la proporción fue mayor en las mujeres. Los síntomas más comunes fueron fatiga o debilidad muscular y dificultades para dormir. Además, el 23% informó de ansiedad o depresión durante el seguimiento.

Lo que sabemos de los coronavirus anteriores, SARS y MERS, es que los dos comparten características clínicas con la Covid-19, incluidos los síntomas persistentes. Las personas que sobrevivieron al SARS mostraron anomalías pulmonares meses después de la infección y el 28% de las personas presentaban disfunción pulmonar hasta dos años después.

En cuanto a los síntomas psicológicos, también se han reportado altos niveles de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático a largo plazo en pacientes previamente infectados con otros coronavirus. En el caso de los supervivientes de MERS, también se atendió al 33 % de las personas con fibrosis pulmonar, así como con trastornos de estrés y ansiedad postraumáticos a largo plazo.

Los efectos de la covid-19 a largo plazo más comúnmente identificados fueron fatiga (58%), dolor de cabeza (44%), trastorno por déficit de atención (27%), caída del cabello (25%), disnea (24%) o anosmia (24%).

Otros síntomas persistentes fueron pulmonares (tos, opresión torácica, disminución de la capacidad de difusión pulmonar, apnea del sueño, fibrosis pulmonar), cardiovascular (arritmias, miocarditis), neurológica o psiquiátrica (pérdida de memoria, depresión, ansiedad, trastornos del sueño). Durante el seguimiento, el 34% de los pacientes tuvo una radiografía de tórax anormal. También se observaron marcadores sanguíneos elevados que se podrían utilizar como pronóstico de la enfermedad.

La caída del cabello se encuentra en el 25% de los casos después de la Covid-19 y podría considerarse como un efluvio telógeno, definido como la caída difusa del cabello después de un factor estresante importante o una infección sistémica por coronavirus. Es causada por transiciones foliculares prematuras de la fase de crecimiento activo a la fase de reposo, dura aproximadamente 3 meses, pero puede causar angustia emocional y desencadenar enfermedades neurológicas.

La pérdida del gusto u olfato es transitoria durante la fase aguda de la Covid-19, pero es cierto que los registros que encontramos indican que puede ser persistente en aproximadamente un 20% de los casos y durar hasta al menos 4 meses. Los expertos recomiendan tratar las disfunciones olfativas causadas por el coronavirus a través de gotas de vitamina A, esteroides, pero principalmente con un entrenamiento olfativo, que regenera las neuronas olfativas dañadas por la Covid-19 y las ayuda a recuperarse antes.

La neuroinvasión del SARS-CoV-2 puede afectar al cerebro y dejar secuelas a nivel neurológico. Además de la entrada directa del coronavirus en el sistema nervioso, ya sea por vía del nervio olfatorio, o por su circulación por en el sistema sanguíneo, existen otros problemas neurológicos que surgen por la inflamación e hipercoagulación que se produce en el desarrollo de esta enfermedad.

Ya se han observado discapacidades neurocognitivas asociadas con enfermedades virales que causan disfunción en el sistema inmunológico y metabólico, como ocurre en la covid-19. Las personas que padecen problemas neuropsiquiátricos tiene un alto riesgo de mortalidad por la covid-19, pero también existen factores pueden ser la respuesta a los problemas neuropsiquiátricos posteriores. Un diagnóstico de problemas psiquiátricos temprano es muy importante para poder recibir tratamiento, y ser considerados como grupos de riesgo en esta enfermedad.

Existe una necesidad de estudios prospectivos. Los Centros para el control y prevención de enfermedades pretenden identificar qué tan comunes son estos síntomas, quién tiene más probabilidades de tenerlos y si finalmente se resuelven. También son necesarios más estudios para determinar si algunos de los síntomas, sobre todos los psicológicos, son debidos directamente al virus o a la situación de estrés que supone enfrentarse a la pandemia o a los efectos secundarios de la intubación y los tratamientos.

Hasta la fecha, no existe un diagnóstico establecido para la condición persistente de la Covid-19. Por lo tanto, se necesitan con urgencia medidas preventivas, técnicas de rehabilitación y estrategias de manejo clínico diseñadas para abordar los efectos a largo plazo. Desde una perspectiva clínica, la necesidad de equipos multidisciplinares con perspectivas completas del paciente para abordar la atención a largo plazo de la Covid-19, con monitoreo de la duración y el tratamiento de cada síntoma y realizar un seguimiento para determinar si estos efectos a largo plazo complican enfermedades anteriores, son una continuación de la Covid-19, o pueden desencadenar otras enfermedades en el futuro.