sábado, 19 de octubre de 2013

Trabajar de noche no está asociado con el deterioro mental

En un nuevo estudio, las participantes de mediana edad que trabajaban de noche no desarrollaron deterioro cognitivo a largo plazo. Estudios previos habían demostrado que cambiar entre turnos diurnos y nocturnos alteran el ritmo circadiano. Los investigadores plantean que esa alteración aceleraría el envejecimiento cerebral.

"Teníamos buena información para pensar que esa relación existiría, pero, simplemente, no surgió en este caso", dijo la doctora Elizabeth E. Devore, autora principal del estudio de la División Channing de Medicina en Red del Hospital de Brigham y las Mujeres, Boston.

La hipótesis de su equipo era que la mediana edad sería una ventana crítica para influir en los cambios cerebrales tempranos que están asociados con la pérdida de la memoria y el deterioro cognitivo.

Para eso, revisaron los datos del estudio conocido como Nurses' Health Study, que comenzó en 1976. El análisis incluyó a más de 16.000 enfermeras que en 1988, cuando tenían entre 58 y 68 años, informaron durante cuántos años habían trabajado por lo menos tres noches por mes además de los turnos diurnos habituales.

Los investigadores se comunicaron telefónicamente con las participantes para controlar su capacidad de procesamiento mental y la memoria en 1995 y 2000, cuando tenían más de 70 años. Los ejercicios incluyeron la memorización de una lista de palabras o la repetición de una serie de números inversamente.

Unas 1.000 mujeres habían trabajado por lo menos 20 años con turnos rotativos y unas 6.000 nunca habían tenido turnos rotativos. Las primeras tendían a pesar más y haber estudiado menos que el segundo grupo, aunque todas rindieron por igual en los tests cognitivos, según publica el equipo en American Journal of Epidemiology.

Una limitación del estudio es, para Devore, que los autores no tuvieran información sobre las mujeres que trabajaron de noche después de 1988. De modo que podrían haber pasado por alto la relación entre el trabajo por turnos con edades más avanzadas y la pérdida de memoria.

Devore citó otros estudios que habían asociado la rotación de turnos con enfermedades crónicas, como el cáncer, la enfermedad cardíaca, la obesidad y la diabetes tipo 2.

"Aún queda mucho por conocer sobre el trabajo por turnos", dijo Jeanne M. Geiger-Brown, de la Facultad de Enfermería de University of Maryland, Baltimore.

"El problema con esa rotación es que el período entre dos turnos rotativos sucesivos sería más corto que un día libre entre dos turnos del mismo horario", dijo.

"Aun así, trabajar de noche es difícil, sin importar si el turno es rotativo o permanente", agregó.

Más allá de los potenciales riesgos para la salud de las enfermeras que trabajan por turnos, la somnolencia en el trabajo puede inducir accidentes o daños en sus pacientes, según resaltó Geiger-Brown, especialista en enfermería, fatiga y cognición.

Recomendó que las mujeres hagan todo lo que puedan para reducir el riesgo de desarrollar cardiopatías y diabetes, en especial si tienen que trabajar de noche.

Nueva teoría sobre el apéndice humano y su función

Durante los últimos diez años han ido apareciendo una serie de artículos y estudios científicos que afirman que nuestro tan subestimado apéndice cumple una función protectora, almacenando bacterias que favorecen lo que ahora llaman “flora intestinal”.

Esta teoría fue desarrollada hace unos años por un equipo de cirujanos e inmunólogos pertenecientes al Duke University Medical School y fue publicada en 2007 en el Journal of Theoretical Biology. Desde entonces nuevas evidencias y estudios han ido respaldando esta primera publicación.

Esta hipótesis del apéndice como una especie de almacén de reserva de bacterias protectoras funcionaría de la siguiente manera: debido a alguna infección, el cuerpo se revuelve y termina por evacuar todo en un ataque de diarrea. En ese caso de “masiva despoblación” el organismo tendría una reserva de bacterias beneficiosas guardada en su seguro y resguardado apéndice, con la que volver a repoblar lo perdido.

Esta función de salvaguarda de bacterias protectoras podría ser útil, no solo en casos leves como diarreas, sino que podrían ayudar al intestino en supuestos más graves como cólera o disentería.

La idea inicialmente propuesta por los científicos de Duke University ha ido poco a poco encontrando más adeptos entre sus filas, y hace tan solo unas semanas muchos medios abrían sus secciones de medicina con la reafirmación de esta utilidad del apéndice humano por parte de otras instituciones y Universidades.

Eso sí, no hay que olvidar que, aunque finalmente se confirmara esta interesante función del apéndice, si alguna vez se llegara a inflamar, la gente debe entender que solo porque se haya encontrado una utilidad no significa que deban mantenerlo… es decir, a pesar de esta renovada función, la operación de apendicitis sigue siendo tan necesaria como siempre.