domingo, 2 de marzo de 2014

Los antiinflamatorios no están exentos de riesgos

MADRID.- Los antiinflamatorios, sobre todo los conocidos como AINE (anti-inlamatorios no esteroideos), son un grupo de fármacos muy utilizados en la práctica clínica habitual por los médicos, aunque es bien conocido su uso y abuso por la población general que no tiene conciencia de que la toma de estos fármacos por rutina puede conllevar graves consecuencias para la salud.

   Estos fármacos se encuentran entre los que más se consumen en el mundo, sin embargo uso inadecuado puede desencadenar desde problemas gástricos a provocar de manera específica complicaciones digestivas, cardiovasculares, renales, hepáticas y hematológicas, alerta la doctora Francisca González, del Grupo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
   En conjunto, los AINE ocupan un lugar destacado en las ventas de medicamentos, con más de 40 millones de envases vendidos de media, según los datos de 2009 del Ministerio de Sanidad; siendo los más usados los tradicionales (como el naproxeno, el ibuprofeno o el diclofenaco) y los antiinflamatorios inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa 2 (Cox2); aunque también se encuentran en esta denominación los COXIB y el ácido acetilsalicílico.
   En general podía decirse que se usan para tratar el dolor que cursa con inflamación, aunque la gran variedad de moléculas conlleva que se multipliquen las indicaciones y, del mismo modo, los riesgos. "Ninguno está exento de riesgo", destaca la doctora, quien explica que "los perfiles de riesgo de los pacientes y las diferencias que existen entre AINE obligan a individualizar su uso en función del tipo de patología de base, las características del paciente y la experiencia del médico".
   Con la aparición de los COX2 se pensó que se había conseguido dar con la formulación de una molécula que acabara con algunos de sus efectos adversos, sin embargo "la diferencia que se pensaba en un principio era menor de la que luego se ha visto". A la larga se ha visto que "los Cox2 tienen efectos adversos parecidos a los tradicionales, que se suponía que provocaban mas", reitera esta experta lamentando que no se valore un fármaco por su "beneficio global" a la hora de autorizarlo.
   No se trata de demonizar los antiinflamatorios que "han aliviado y mejorado la calidad de vida de muchos pacientes en momentos puntuales", señala. Las indicaciones de estos fármacos son múltiples, desde el dolor de origen musculoesquelético o neurológico hasta la dismenorrea, traumatismo y dolor postquirúrgico.
   El problema, afirma la doctora González, es que se ha estandarizado su uso lo que ha provocado el abuso de estos fármacos tanto entre los crónicos como en la población general, cuando lo recomendable sería utilizarlos en ciclos cortos y a la dosis más bajas posible, siempre dentro de su rango de eficacia, y bajo prescripción médica, ya que eso aseguraría el control sobre posibles complicaciones.
   Los efectos adversos y la gravedad de los mismo- "que pueden ser muy graves", alerta - dependerán del tipo de molécula y de la dosis dependiente; además "no solo hay que ver los efectos adversos", también hay que tener en cuenta la interacción que tiene con otros medicamentos, la edad del paciente y si tiene ya daños renales o otras patologías.
   La experta recomienda que se tome durante un máximo de 48 o 72 horas, no obstante reconoce que en algunos casos se puede administrar durante mas tiempo, aunque "hay que tratar de no pasar en ningún caso de los 7 días seguidos". De hecho, varios estudios han mostrado que existe un riesgo mayor de complicaciones gástricas, cardiovasculares y renales incluso cuando se usan en tratamientos de corta duración.
   Hay que tener en cuenta que "ningún caso curan, solo palian", lo que hace que la recomendación debe ser únicamente en procesos agudos y, por tanto, "no se deberían tomar si no es preciso". Por otro lado, lo recomendable es que se vendan con receta médica, "debería ser obligatorio presentar en la farmacia una receta médica al retirar un antiinflamatorio".
   Como ejemplo de enfermedad donde su uso es habitual señala la artrosis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones, donde tanto los Cox 2 como los tradicionales son pautados asiduamente. "Aquí no estaría indicado tomar antiinflamatorios de forma crónica, primero porque no curan y segundo porque como la toma se da a largo plazo tiene más posibilidades de que se produzca un efecto adverso no deseable", afirma.
   Lo cierto es que se puede decir que "directamente los efectos no son provocados por la toma de AINE pero indirectamente sí", por eso denuncia el fácil acceso que la población tiene a estos fármacos, que generalmente sobrepasa los canales sanitarios; y es que no es raro ver a alguien pedir un ibuprofeno en la barra de un bar o entre compañeros en la oficina.
   "No lo deberíamos consentir", incide la doctora defendiendo que si no se acota esta libre disposición en defensa de la salud de la población debería de hacerse, al menos, por el gasto hospitalario que suponen los efectos adversos.
   Precisamente, el pasado noviembre la revista 'The American Journal of Managed Care' cuantificaba el impacto de los efectos adversos causados por estos fármacos a partir de la revisión de estudios y meta-análisis publicados. Así se observó que más de 100.000 pacientes son hospitalizados cada año por complicaciones gastrointestinales relacionadas con el uso de los AINE en Estados Unidos y unas 16.500 personas mueren anualmente de estas complicaciones.
   "El coste de los efectos adversos es desconocido se sospecha que pasa de miles de millones", afirma. Aunque se han hecho estudios de forma puntual no existe una valoración global, lo es comprensible porque no hay registros de sospecha sobre las patologías que desencadenan los efectos adversos de la toma de antiinflamatorios.
   El estudio estima que el gasto directo asociado con complicaciones gastrointestinales relacionadas con el uso de los AINE se encuentra entre 1.800-8.500 dólares (1.315-6.213 euros) por pacientes y hospitalización; mientras que en la gente mayor, los costes médicos asociados a los mismo eventos superan los 4.000 millones de dólares anuales (casi 3.000 millones); mientras que los costes medios respectivos asociados a un incremento en el riesgo de hospitalización por infarto de miocardio o fallo cardiaco supera los 10.000 euros (7.300 euros).

Tristeza generalizada y persistente, junto con la somnolencia, síntomas de la depresión

MADRID.- Lo primero que se debe tener en cuenta cuando se habla de depresión, es que se trata de una enfermedad en mayúsculas, tan importante como una gripe o una diabetes. Muchas veces caemos en el error de considerarla un mal menor, un simple bajón en nuestro estado de ánimo que se pasa en unos días. 

Nada más lejos de la realidad. Los expertos nos recuerdan que esta enfermedad necesita ser tratada por un profesional, con un tratamiento farmacológico muy concreto. De no ser así, corremos el riesgo de que se alargue en el tiempo y, lo que es más grave, que vaya a peor.
Si echamos un vistazo a las estadísticas, la depresión es el trastorno mental más frecuente a nivel mundial. Se calcula que el 25% de las personas sufren algún tipo de desorden en su comportamiento a lo largo de su vida. En total, la Organización Mundial de Salud (OMS) estima que 350 millones de personas sufren esta enfermedad.
Pero, ¿cómo podemos detectar que realmente estamos atravesando una depresión y no un simple bajón de ánimo? Muchas veces resulta complicado porque no se expresa de una forma clara y concreta. Los entendidos en la materia señalan que una tristeza generalizada y persistente junto con la somnolencia suelen ser los primeros síntomas que nos ponen en alerta. Sentimientos de culpa, de falta de valor personal y pérdida de interés en actividades que antes resultaban placenteras, también están asociados con la depresión. En casos más extremos, podemos sufrir ataques de ira, agresiones, irritabilidad o abuso de sustancias, hasta llegar al suicidio.
Esta lista de síntomas puede ser mucho más amplia ya que cada persona, independientemente de su sexo, puede expresar esta enfermedad de un modo diferente al que todos conocemos.
Ahora que se acerca la primavera, se debe estar más alerta que nunca pues en esta época del año somos más proclives a sufrir este trastorno del comportamiento.

Once claves para cuidar la salud cerebral

NUEVA YORK.- Se ha presentado en Estados Unidos el libro 'Cómo invertir en su cerebro: una guía SharpBrains para mejorar su mente y su vida', cuyos autores Álvaro Fernández Ibáñez y Elkhonon Goldberg pretenden contribuir a la mejora del rendimiento actual y futuro del cerebro. Para ello, dan once claves que deben tenerse en cuenta en el cuidado de nuestra salud cerebral.

1. Cada día se crean varios miles de neuronas en nuestro cerebro. El ejercicio aeróbico incrementa ese número y el estrés no bien regulado lo disminuye.

2. Nuestros genes no determinan el destino de nuestro cerebro. La neuroplasticidad a lo largo de la vida permite a nuestras acciones y estilo de vida jugar un papel muy importante en cómo evoluciona física y funcionalmente nuestro cerebro con la edad.

3. Debemos pensar más allá de la memoria y la "inteligencia". Las funciones cerebrales más importantes para el éxito personal y profesional, según una encuesta de SharpBrains, son la capacidad para manejar situaciones estresantes, el poder de concentración para evitar distracciones y ser capaces de reconocer y manejar nuestras emociones.

4. El amplio análisis patrocinado en 2010 por el National Institute of Health (NIH), revisando centenares de estudios científicos hasta la fecha, proporciona un excelente punto de partida para entender qué factores benefician la salud cerebral. Basado en estudios con el mayor rigor, el análisis encontró un efecto beneficioso por parte del ejercicio físico y cognitivo, seguidos por la dieta mediterránea, por encima de cualquier otra intervención, incluidos los fármacos.

5. De todos los tipos de ejercicio físico, el ejercicio cardiovascular, que hace que el corazón lata más rápidamente, es el que presenta un mayor beneficio cerebral.

6. El cerebro necesita mucha energía. A pesar de suponer sólo alrededor del 2 por ciento de la masa corporal, consume un 20 por ciento del oxígeno del cuerpo y el 25 por ciento de la glucosa. Por eso la nutrición es importante.

7. Lo que importa es la dieta en su conjunto: tomar suplementos vitamínicos no parece reducir el riesgo de deterioro cognitivo o Alzheimer.

8. La única actividad de ocio que ha sido asociada con una disminución de la función cognitiva es ver la televisión. Las actividades pasivas, rutinarias, no desafían al cerebro. Mantener el reto requiere intentar algo nuevo con un nivel significativo de dificultad.

9. La vida misma es el mejor gimnasio para el cerebro si este se utiliza de la manera correcta. Una buena manera de empezar es abordar todo lo que implica novedad, variedad y desafío, que lleva fuera de la rutina. Un ejemplo, la educación bilingüe. También lo son el trabajar como voluntario o la ocupación laboral en sí misma, que puede ayudar a reducir tasas de mortalidad, depresión y el deterioro cognitivo.

10. El entrenamiento mental con mayores garantías, basadas en la investigación actual, consiste en la meditación, la terapia cognitiva, la biorretroalimentación y el entrenamiento cognitivo. Estas técnicas estructuradas para formar diferentes "músculos mentales" incluyen herramientas de software especializadas que se están poniendo en marcha en el entorno 'online'.

11. Del mismo modo que no todos tenemos las mismas necesidades o prioridades a la hora de invertir nuestros ahorros, no todos tenemos las mismas prioridades a la hora de invertir en nuestros cerebros. Las oportunidades de mejora más significativas dependen de nuestro estilo de vida y rendimiento mental a día de hoy. Por eso, 'Cómo invertir en su cerebro' presenta una metodología para pasar de la teoría a la práctica de un modo personalizado.

Al hacer la compra las personas cargan el doble de peso recomendado en cada brazo

MADRID.- Al hacer la compra las personas suelen cargar el doble de peso recomendado en cada brazo, según ha advertido el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, quien ha avisado de que esta costumbre puede generar lesiones músculo-esqueléticas al forzar la columna cervical.

   El peso que se debe cargar en cada mano no debe superar el 10 por ciento de la masa corporal, aunque las bolsas de tela, poliéster o lona están preparadas para soportar entre 10 y 12 kilos, cuando la media recomendada son unos cinco kilos.
   "Muchas veces, llevamos la compra en una sola de estas bolsas, de manera que cargamos todo el peso sobre un lado del cuerpo, sobrecargando determinados músculos y encorvando la columna. En este sentido, lo ideal sería utilizar una bolsa que pudiera colgarse a modo de bandolera, pero a día de hoy no se distribuyen bolsas con estas características", ha comentado el secretario general del CPFCM, José Santos.
   La mejor opción, por tanto, es repartir el peso de la compra en dos bolsas, cuyo peso no supere los cinco kilos. No obstante, si el total de la compra supera los 10 kilos, es recomendable utilizar un carro que, preferiblemente, pueda ser empujado por ambas manos.
   Además, mientras se está haciendo la compra, los fisioterapeutas recomiendan flexionar las piernas, en lugar de doblar la espalda, para coger productos situados por debajo de las rodillas; evitar levantar objetos pesados más allá de la altura del pecho; solicitar ayuda del personal del establecimiento para alcanzar objetos a los que no se tenga acceso, en lugar de realizar esfuerzos.
   Ahora hay que concienciar sobre los riesgos que se sufren cuando al realizar actividades de la vida diaria se adoptan malas posturas, y las precauciones que hay que tener en cuenta para evitar sufrir lesiones o problemas músculo-esqueléticos.