domingo, 7 de septiembre de 2014

Los pistachos podrían reducir el riesgo de diabetes tipo 2

MADRID.- Para las personas en riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, el consumo regular de pistachos podría ayudar a prevenirlo, según mostró un nuevo ensayo clínico de España.

Los prediabéticos tienen valores de glucosa en la sangre por encima del nivel normal, pero aún no dentro del rango de diabetes. Si no hacen nada, entre un 15 por ciento y un 30 por ciento de ellos desarrollará la enfermedad en cinco años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
En el nuevo estudio español, los participantes prediabéticos que consumieron 57 gramos diarios de pistachos mostraron caídas significativas en los niveles de azúcar en la sangre e insulina, además de mejorías en el procesamiento de la insulina y la glucosa.
También disminuyeron dramáticamente algunas señales de inflamación.
Aunque el estudio involucró específicamente a los pistachos, varias investigaciones han hallado evidencias alentadoras respecto a que la ingesta de nueces podría estar vinculada a un menor riesgo de enfermedad cardíaca y a un menor colesterol, escribieron los autores en un informe online publicado el 14 de agosto en Diabetes Care.
Los autores dividieron a 54 adultos prediabéticos en dos grupos, que consumieron una dieta con el 50 por ciento de las calorías derivadas de carbohidratos, el 35 por ciento de la grasa y el 15 por ciento de proteína, a partir de menús y recetas estacionales.
Uno de los grupos agregó a la dieta 57 gramos diarios de pistachos, mientras que el otro sumó el consumo de aceite de oliva u otras grasas en los cuatro meses que duró el estudio.
Al final, los niveles de glucosa en sangre en ayunas, insulina y marcadores hormonales de resistencia a la insulina disminuyeron en los consumidores de pistachos y aumentaron en el grupo de control.
El peso de los participantes no varió significativamente en ninguno de los dos grupos hacia el fin del estudio. Pero el uso de la glucosa en las células inmunológicas asociadas con la inflamación y las moléculas circulantes de señalización de la inflamación disminuyeron entre los consumidores de pistacho, observaron los autores.
"Aunque este estudio se centró en los pistachos, creo que todos los frutos secos tienen este beneficio en el metabolismo de la glucosa por el alto contenido de sustancias bioactivas que modifican positivamente las vías biológicas que generan la resistencia a la insulina y la diabetes", dijo el doctor Emilio Ros, director de la Clínica de Lípidos del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínic de Barcelona, quien no participó del estudio.
Investigadores del Hospital Universitario de Sant Joan de Reus, en Reus, y del Instituto de Salud Carlos III de Madrid colaboraron en el estudio financiado por Productores Estadounidense de Pistacho y la empresa Paramount Farms.
Para Ros, la evidencia es suficientemente sólida como para que los prediabéticos incorporen pistachos, u otros frutos secos, como maní, a la dieta. Recomendó consumir "un puñado" por día, es decir, una porción.
"Este estudio se suma a una investigación previa sobre el pistacho", dijo el doctor Joan Sabate, profesor de nutrición y epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, en California, que no participó del estudio.
"Es muy importante el hecho de que el consumo habitual de frutos secos parece mejorar algunos de los parámetros críticos", agregó.

Las dietas reducidas en carbohidratos superan a las versiones reducidas en grasas

NUEVA YORK.- Un estudio demuestra que una dieta reducida en carbohidratos es mejor para adelgazar y reducir el riesgo cardiovascular que la dieta reducida en grasa.

Con la orientación nutricional adecuada, la autora principal, la doctora Lydia Bazzano, de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, asegura que la gente puede adelgazar mejor y reducir los factores de riesgo de la enfermedad coronaria con la dieta reducida en carbohidratos.
Los carbohidratos se encuentran en los alimentos e incluyen el azúcar, la fibra y los almidones que le dan energía al cuerpo. Algunos, como los de los cereales integrales y las frutas, son más saludables que los del pan blanco y otros alimentos procesados.
El equipo de Bazzano publica en Annals of Internal Medicine que las dietas reducidas en carbohidratos se popularizaron en los últimos años, pero los estudios sobre sus efectos cardiovasculares revelaron resultados contradictorios.
Los autores reunieron a 148 hombres y mujeres obesos de entre 22 y 75 años, sin cardiopatías o diabetes. Al azar, durante un año, la mitad hizo una dieta reducida en carbohidratos y la otra mitad, otra baja en grasa.
No tenían que modificar la actividad física durante el estudio.
Los participantes asistieron a reuniones para aprender a controlar las porciones y a comer saludablemente. Podían reemplazar una comida con un batido o una barrita.
La única diferencia entre los grupos fue la proporción de carbohidratos y grasa en la alimentación. Los usuarios de la dieta reducida en carbohidratos no podían superar los 40 g/día de carbohidratos digeribles (carbohidratos totales menos fibras totales). El otro grupo no podía consumir más del 30 por ciento de las calorías diarias de grasa ni más del 55 por ciento de carbohidratos.
Cuatro de cada cinco participantes seguían haciendo la dieta a los 12 meses.
En ese período, los usuarios de la dieta reducida en carbohidratos perdieron más peso y grasa corporal que el otro grupo. La diferencia en el peso entre los grupos fue de 4 kg.
Además, no se detectó un aumento del colesterol total o el LDL en los grupos. Para Bazzano, es una buena noticia porque algunos aseguran que la dieta reducida en carbohidratos eleva los niveles de colesterol.
Los usuarios de la dieta reducida en carbohidratos tenían menos grasa circulante en sangre y menos riesgo de sufrir un ACV o un infarto en los próximos diez años que el otro grupo.
"Es un hallazgo sorprendente", dijo Bazzano. Agregó que la escala que predice el riesgo de sufrir un infarto o un ACV en los próximos años se aplicó después de finalizar el estudio y que su resultado no es tan fiable como otros factores de riesgo evaluados.
El doctor David Jenkins, del Departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Toronto y del Centro de Investigación Keenan del Hospital St. Michael, y que no participó del estudio, dijo: "Con esto no podemos decirle a la gente que coma toda la carne que quiera para reducir el consumo de carbohidratos. Esa es apenas una forma de hacerlo".
Consideró, en cambio, que los participantes mejoraron la alimentación al consumir productos con grasas más saludables, como las nueces, además de aumentar la fibra y reducir los alimentos procesados con más carbohidratos.

Las personas con dolor son más propensas a padecer insomnio

NUEVA YORK.- Los adultos mayores que han sentido dolores durante más de un día son más propensos a tener problemas para dormir varios años después. En una encuesta, ese riesgo en el largo plazo aumentaba aún más en las personas con dolor generalizado.

"Aunque sabemos que las personas con dolor crónico son más propensos a tener problemas para dormir que las personas sin dolor, conocemos muy poco sobre cómo ese trastorno induce la aparición del insomnio", dijo la autora principal, Nicole K.Y. Tang, de la Universidad de Warwick, Coventry, Reino Unido.
Con su equipo les envió un cuestionario por correo a los mayores de 50 años atendidos en North Staffordshire, Reino Unido. Aquellos que habían tenido dolor durante más de un día en el último mes tenían que colorear en un dibujo del cuerpo humano la zona afectada.
Los participantes con dolor en ambos lados del cuerpo, arriba o abajo de la cintura, en los huesos de la cabeza, la columna o las costillas tenían, para los autores, "dolor generalizado". El resto tenía "dolor parcial".
Los participantes también respondieron un cuestionario del sueño. Aquellos con problemas para dormir, que no podían despertarse temprano o que se despertaban cansados la mayoría de los días del último mes tenían insomnio.
A los tres años de esa encuesta, los autores repitieron la consulta. Obtuvieron respuestas de 6.676 personas.
En la primera encuesta, 3.000 participantes tenían dolor parcial, mientras que 1.800 no tenían dolor y 1.800 tenían dolor generalizado. La mayoría de los participantes con problemas para dormir tenían dolor generalizado, algunos tenían dolor parcial y muy pocos no tenían dolor.
A los tres años, los participantes con dolor eran más propensos a decir que sus problemas para dormir habían empeorado, según publica el equipo en Rheumatology. Aquellos con dolor generalizado eran dos veces más propensos a desarrollar insomnio que los participantes sin dolor, aun tras considerar la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, la ansiedad y la depresión.
Las limitaciones físicas y la reducción de la interacción social explicaron el 68 por ciento del efecto del dolor parcial en la aparición del insomnio. El dolor generalizado influyó en un 66 por ciento de ese proceso. Tang explicó que las personas con dolor a menudo, pero no siempre, reducen los niveles de actividad física e interacción social.
"Son consecuencias comunes, pero no inevitables, del dolor", aseguró. "La actividad física y la interacción social promueven el sueño. Nos exponen a la luz y la estimulación mental, fundamentales para la regulación del ritmo circadiano".
Pero estas dos consecuencias potenciales del dolor musculoesquelético no explica todo, según propuso Silvia M. Bigatti, profesora asociada de la Escuela de Salud Pública Richard M. Fairbanks de Indiana University-Purdue University, Indianápolis, y que no participó del estudio.
"Los autores demostraron que las cuatro variables están relacionadas y, lo más importante, pudieron demostrar qué ocurre primero porque siguieron a los pacientes en el tiempo", dijo vía e-mail.