viernes, 27 de enero de 2012

Descubren en la Antártida una superbacteria resistente a los antibióticos

Científicos suecos de la Universidad de Uppsala han descubierto en las frías aguas de la Antártida unas nuevas bacterias capaces de resistir a casi cualquier antibiótico.

El equipo dirigido por Björn Olsen descubrió que en las muestras tomadas en el agua del océano antártico cercanas a las estaciones antárticas de investigación existía una nueva cepa de la bacteria Escherichia coli genéticamente capaz de producir la enzima ESBL y destruir potentes antibióticos como la penicilina o la cefalosporina entre muchos otros.
Como bien reconoce el equipo de Olsen en su estudio, una superbacteria así podría ser muy peligrosa, por lo que se han empezado las comprobaciones de infección en los animales de la zona. Hasta el momento los pingüinos estudiados están libres de ESBL y en estos días se están analizando si las gaviotas pueden haber tenido contacto con esta cepa de E.coli.
Que la bacteria se haya encontrado en las aguas cercanas a las estaciones de investigación situadas en la Antártida podría ser un indicio de que la actividad humana ha tenido algo que ver en su aparición. Como afirma Björn Olsen en New Scientist, que bacterias como ésta hayan podido alcanzar incluso la Antártida nos da una idea de lo lejos que puede llegar este problema.

Oxford, Harvard y otras 30 organizaciones coordinan sus bases de datos científicas

Investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y el Harvard Stem Cell Institute (HSCI) de la Universidad de Harvard (EE.UU.), más 50 colaboradores de más de 30 organizaciones científicas de todo el mundo, han acordado una norma común que haga posible la descripción coherente de las enormes bases de datos recopiladas en campos que van, desde la genética, a los estudios ambientales. El informe ha sido publicado en la revista 'Nature Genetics'.

   El nuevo estándar --cuyos datos se pueden encontrar en ISA Commons (www.isacommons.org)-- proporciona una herramienta para que los científicos de campos dispares puedan coordinar sus resultados, permitiéndoles, así, combinar datos procedentes de las "montañas de datos" producidas por la tecnología moderna.
   "Ahora estamos trabajando juntos con el fin de proporcionar los medios para gestionar estas enormes cantidades de datos --de otro modo incompatibles-- que van desde la biomedicina a la ciencia del medio ambiente", explica la doctora Susanna-Assunta Sansone, directora del equipo de la Universidad de Oxford.
   "Un ejemplo de cómo funciona esta norma en el Harvard Stem Cell Institute, es que ahora podemos encontrar una relación entre los experimentos con células madre normales de la sangre en los peces y los cánceres en los niños", afirma Winston Hide, director del nuevo Centro Bioinformático de Células Madre, del HSCI, y profesor asociado del Departamento de Bioinformática en la Escuela de Salud Pública de Harvard.
   Los datos de esta nueva norma también se están utilizando en la la Escuela de Salud Pública de Harvard, a través del proyecto HMS LINCS (Library of Integrated Network-based Cellular Signatures), dirigido por los profesores Peter Sorger y Timothy Mitchison.
   Según los autores, era necesario establecer normas comunes de información, debido al "tsunami" de datos y tecnologías que baña a las ciencias. "Lo que me parecen más potente de este esfuerzo es que ahora los pequeños grupos de investigación pueden comenzar a almacenar datos de laboratorio usando este marco, cumpliendo con las normas de la comunidad, sin la necesidad de un apoyo bioinformático propio", afirma el doctor Jules Griffin, de la Universidad de Cambridge.
   "Lo que nos gusta es su carácter unificador a través de diferentes campos de las biociencias y las instituciones", añade el doctor Christoph Steinbeck, del Instituto Europeo de Bioinformática.

La lactancia materna disminuye un 6% el riesgo cardiovascular en niños y adolescentes

Un estudio desarrollado por la UPV/EHU y el Instituto Karolinska de Estocolmo ha concluido que los niños y adolescentes que han recibido lactancia materna tiene un 6 por ciento menos de riesgo cardiovascular y presentan mejores valores en capacidad aeróbica, niveles de colesterol, inflamación o presión sistólica, según ha explicado la universidad vasca.

   Los estudios han sido publicados por Idoia Labayen, profesora de nutrición en la Facultad de Farmacia en la UPV/EHU en la edición de enero de la revista 'American Journal of Clinical Nutrition', "la más importante del mundo en el campo de la nutrición", y en Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine. En la investigación también ha participado Jonatan Ruiz y Francisco Ortega de la Universidad de Granada y Helle Loit, Jaanus Harro, Inga Villa, Toomas Veidebaum y Michael Sjostrom del Instituto Karolinska.
   Para la realización de las distintas pruebas, la investigación ha contado con la colaboración de personal médico sueco y estonio que ha realizado exámenes de salud a 1.025 niños de 9 y 10 años, y 971 adolescentes de 15 y 16 años en sus respectivos países. De forma previa al estudio, se les preguntaba a las madres si sus hijos habían sido exclusivamente alimentados mediante lactancia materna y, de haberlo hecho, durante cuánto tiempo.
   En las pruebas, además de tomar talla y peso, se realizaron análisis de sangre en los que se detectaron los valores de inflamación o el fibrinógeno, cuya presencia se relaciona con una mayor coagulación de la sangre, lo que aumenta el riesgo de arterosclerosis. Asimismo, se midió la capacidad aeróbica de los participantes mediante pruebas de esfuerzo.
   A falta de estudios posteriores sobre periodos de lactancia más largos que lo confirmen, la investigación en la que ha participado Labayen indica que los beneficios máximos de la lactancia materna se alcanzan a los tres meses ya que no se aprecian diferencias significativas entre el tercer y sexto mes. A partir del sexto mes, además, los niños ya no se alimentan exclusivamente de leche, sino que empiezan a diversificar su alimentación.
   Desde la universidad, han destacado que este estudio en niños y adolescentes suecos y estonios "habría sido difícil de realizar en España porque normalmente en este país las madres no suelen llegar a cumplir esos tres meses de lactancia". Por el contrario, en los países nórdicos "se favorece mucho la existencia de lactancia materna, con bajas maternales de hasta dos años además de ayudas sanitarias de enfermeras que se desplazan a las casas a ayudar y recomendar a las madres sobre la mejor manera de dar el pecho".
   Labayen ha indicado que en España, "aunque muchas madres lo intentan, se da un fracaso elevadísimo en los primeros quince días, cuestión que se podría resolver con un adecuado asesoramiento y apoyo a las madres lactantes". Además, ha resaltado que las madres también abandonan esta práctica en el tercer mes porque "tienen que empezar a trabajar". No obstante, ha apuntado que, "al menos", en el caso de España "hay buenas leches de fórmula", si bien "no mejoran la salud cardiovascular".
   A juicio de la investigadora, la lactancia materna "puede llegar a ser una cuestión de vida o muerte en muchos lugares del tercer mundo en donde se multiplican los problemas que puede haber con la preparación y esterilización de un biberón".
   La colaboración de este equipo europeo investigador ha estado centrada en el estudio de la influencia en la salud de los momentos inmediatamente anterior y posterior al parto, además de en la lactancia materna. En los próximos meses, pretenden dirigir el peso de sus investigaciones hacia los niños que al nacer con menos peso tienen un mayor riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular. Sus investigaciones intentarán conocer si ese mayor riesgo, de algún modo, puede ser compensado con la lactancia materna.
   Además, el equipo seguirá observando al grupo de niños suecos y estonios que han participado en el estudio sobre lactancia para conocer las posibles variaciones en su riesgo cardiovascular a medida que vayan creciendo.

Inversión global para vencer en 2020 diez enfermedades tropicales olvidadas

Un total de 13 compañías farmacéuticas, los Gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Emiratos Árabes Unidos, la Fundación Bill & Melinda Gates, el Banco Mundial y otras organizaciones del campo de la salud se han unido, mediante la firma de compromiso en la llamada 'Declaración de Londres', con el objetivo de "controlar o erradicar" diez de las 17 enfermedades tropicales olvidadas antes de 2020. Para ello, los socios aportarán alrededor de 785 millones de dólares --unos 594 millones de euros-- y contarán, además, con el compromiso de gobiernos de regiones afectadas directamente por las enfermedades.

   En concreto, para cumplir con el objetivo marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estas organizaciones públicas y privadas han anunciado que se prevé erradicar en este plazo cinco enfermedades: la filariasis linfática (elenfatiasis), dracunculiasis, tracoma, enfermedad del sueño y lepra. De la misma forma, esperan poder controlar otras cinco: la helmintiasis, esquistosomiasis, oncocercosis, enfermedad del Changas y leishmaniosis visceral.
   La 'Declaración de Londres' concluye: "Creemos que, trabajando juntos, podemos cumplir con nuestros objetivos para el año 2020 y trazar un nuevo camino hacia la salud y la sostenibilidad entre las comunidades más pobres del mundo, de forma que construyamos un futuro más saludable".
   De esta forma, el evento 'Unidos para combatir las enfermedades tropicales olvidadas', que ha tenido lugar este lunes en el Royal College of Physicians de Londres y que está organizado en apoyo de la nueva 'Hoja de Ruta 2020 para las enfermedades tropicales olvidadas' de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha sentado las bases de esta colaboración a nivel internacional que abrirá "nuevas vías para controlar o erradicar epidemias que afectan a 1.400 millones de personas en todo el mundo".
   Así lo ha puesto de manifiesto Bill Gates en el acto de presentación, cuya Fundación aporta casi la mitad del total de fondos comprometidos --363 millones de dólares--. "Hoy nos reunimos para implementar el impacto de las investigaciones en este campo y construir un futuro sólido con la base de los tremendos progresos realizados hasta la fecha", ha apostillado.
   Por su parte, la directora general de la OMS, Margaret Chan, ha incidido en la importancia de que este tipo de iniciativas se llevan a cabo "a pesar de la grave situación de crisis financiera a la que se enfrentan muchos países". En cualquier caso, ha afirmado que "ya existen muchas de las herramientas necesarias y sólo falta trabajar duro para cumplir con los objetivos marcados".
   Los participantes en el consorcio también compartirán su experiencia y donarán un promedio de 1.400 millones de tratamientos cada año. "Gracias a esta nueva alianza, disponemos de los medios y de la energía para asestar un golpe definitivo a las enfermedades en los países más desfavorecidos del mundo", ha señalado el consejero delegado de GSK, Andrew Witty.
   El portavoz de esta farmacéutica en Londres ha señalado que "está encantado de anunciar que GSK forma parte de este esfuerzo conjunto para liberar a generaciones futuras de la carga de las enfermedades tropicales olvidadas". En este sentido, ha manifestado su compromiso para "ayudar a conseguir la cobertura universal de los programas de intervención en unas enfermedades que pueden controlarse o erradicarse con los tratamientos actuales". Asimismo, ha apostado por el fomento de la I+D de nuevos medicamentos para enfermedades para las que no existe tratamiento.
    De igual forma, el director ejecutivo de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi, por sus siglas en inglés), Bernard Pecoul, ha señalado que mientras se continúa proporcionando medicamentos existentes para la enfermedades tropicales olvidadas, "se necesitará emprender iniciativas paralelas y mejoradas de I+D para desarrollar nuevos medicamentos, diagnósticos y vacunas y así conseguir controlar y eliminar estas enfermedades".  
   GSK dispone de un grupo I+D específico dedicado a las enfermedades de los países en desarrollo, incluidas las enfermedades tropicales olvidadas en Tres Cantos (Madrid). Su trabajo de I+D incluye proyectos para varias enfermedades de particular importancia en estos países como meningitis bacteriana, enfermedad de Chagas, clamidia, dengue, VIH/SIDA, tripanosomiasis humana africana, leishmaniosis, malaria, gripe pandémica, enfermedad por neumococo y tuberculosis.
   En este centro, según ha explicado el director de la Unidad de Investigación, José Fiandor, "investigadores de organizaciones y centros académicos externos trabajan junto a científicos de la compañía como parte de la iniciativa pionera denominada 'Open Lab'". Entre los trabajos que se están desarrollando en la actualidad, se incluye la investigación para identificar y optimizar compuestos que puedan probarse en humanos contra la tuberculosis multiresistente a fármacos; tres proyectos diferentes sobre malaria; y un enfoque nuevo contra los parásitos que pueden causar leishmaniosis.

Un estudio detecta señales tempranas de autismo en bebés

Los niños que desarrollan autismo ya muestran señales de respuesta cerebral diferente en su primer año de vida, indicaron el jueves científicos en un estudio que en el futuro podría ayudar a los médicos a diagnosticar previamente este trastorno médico.

Investigadores británicos estudiaron a 104 bebés a los 6 a 10 meses de vida y luego nuevamente cuando tenían 3 años, y hallaron que aquellos que desarrollaron autismo en ese lapso tenían patrones inusuales de actividad cerebral como respuesta al contacto visual con otra persona.
Los resultados sugieren que mediciones cerebrales directas ayudarían a predecir el riesgo futuro de autismo en bebés de apenas seis meses, dijo Mark Johnson, de la Universidad de Londres, quien dirigió el estudio.
El autismo, que afecta a alrededor del uno por ciento de las personas del mundo, incluye una serie de trastornos que van desde el retraso mental y la incapacidad profunda para comunicarse a síntomas relativamente más leves como los que presentan quienes padecen síndrome de Asperger.
Entre sus principales características se encuentran los problemas de comunicación y la dificultad para socializar. Los médicos tratan de encontrar formas de diagnosticar el trastorno lo antes posible, para poder intervenir y ayudar a los niños autistas a lidiar con él.
La conducta autista característica no suele aparecer antes de los dos años y los diagnósticos firmes suelen hacerse después de esa edad.
"Dado que no hay buenas señales de comportamiento a esa edad tan joven (menos de un año), queríamos ver si, midiendo la actividad del cerebro de una forma más directa, podríamos detectar señales de advertencia más tempranas", explicó Johnson.
Su equipo observó a bebés con mayor riesgo de desarrollar autismo más adelante en sus vidas porque tenían un hermano o hermana con la condición.
Los investigadores usaron sensores pasivos ubicados en el cuero cabelludo para registrar la actividad cerebral mientras los bebés observaban rostros que los miraban o los esquivaban. Los bebés que luego se desarrollaron normalmente presentaron una clara diferencia en la actividad cerebral en respuesta a rostros que los observaban y a los que miraban para otro lado.
En cambio, la mayoría de los que luego desarrollaron síntomas autistas mostraron una diferencia mucho menor en la actividad cerebral cuando alguien hacía contacto visual con ellos y luego los evitaba.
Los investigadores advirtieron, no obstante, que los indicadores predictivos no fueron cien por cien precisos, dado que el estudio halló casos de bebés que no mostraban diferencias en la actividad cerebral y que luego no fueron diagnosticados con autismo y viceversa.
Johnson indicó que los resultados son el primer paso hacia un diagnostico previo del autismo, aunque se necesitan más estudios para confirmar y fortalecer estos indicadores de actividad cerebral temprana.