Setenta y siete hierbas medicinales maceradas en
alcohol y opio: esta es la receta original del elixir de la juventud, un
hallazgo arqueológico que documenta la tradición alquimista de Praga y a
la que hoy se le reconocen efectos benéficos.
Fue descubierta durante la reconstrucción de una casa del barrio
judío, en pleno centro histórico de la capital checa, cuyos orígenes se
remontan al siglo IX y que se salvó de las ordenanzas de saneamiento
dictadas por los ediles praguenses en el siglo XIX.
La receta original del elixir se exhibe al público en una
exposición permanente.
Entre los objetos rescatados figura una botella de cristal verdoso y
casi opaco, precintada con sello de cera, que ha sido datada en tiempos
del emperador Rodolfo II de Habsburgo (1552-1612).
Tras ser analizada por los monjes benedictinos de Rajhrad, que
todavía hoy regentan una botica tradicional a base de hierbas
medicinales y tratan de recuperar recetas olvidadas del Medievo, se
establecieron sus 77 componentes, además del alcohol y el opio, en esa
receta para la juventud eterna.
"El elixir de la juventud se utiliza cada día al amanecer, tomando una pequeña cucharada antes del desayuno", explica Snajdrova.
Con un sabor que recuerda al "becherovka" (hecho a base de agua de
Karlsbad, alcohol, azúcar y una mezcla amarga de 32 hierbas medicinales y
especias), el elixir "tiene un efecto armonizador sobre el organismo",
añade.
Aclara que "en realidad es un licor de hierbas con efectos
curativos". Como ejemplo, relata que un hombre con una úlcera de
estómago se curó al tomarlo.
Además de acoger la producción de elixires, la casa fue testigo de la
incansable actividad desplegada a lo largo de la Grand Via, una ruta
comercial que en la baja Edad Media unía el reino de León (España) con
Cracovia, Kiev y Extremo Oriente.
"La Grand Via pasaba por delante de la casa, por lo que los
alquimistas podían adquirir fácilmente ingredientes para sus
experimentos", precisa la guía, en alusión a esas materias primas
procedentes de España, Austria o de Oriente.
Los alquimistas trabajaron también en otros brebajes, como el elixir
del amor o de la memoria.
Combatida por la monarquía de los Habsburgo por considerarla una
"puerta del ocultismo", la producción de estas bebidas se confinó
entonces a sótanos abovedados con mala ventilación del barrio judío, ya
que la religión hebrea "era más tolerante" hacia la alquimia.
Pero sí fue permitida durante el reinado de Rodolfo II, gran mecenas
de las artes, de la astronomía y otros saberes, que trasladó la capital
del Sacro Imperio Romano Germánico a Praga en 1583, explica Snajdrova.
Muchas de esas recetas tienen efectos benéficos y se venden hoy a los turistas en la antigua casa.
Así las cosas, asegura la guía checa, el elixir del amor, tal como se
intenta ahora reproducir, en realidad no es otra cosa que un "viagra
natural".