lunes, 12 de diciembre de 2011

Relacionan la dieta mediterránea y la calidad del semen

El grupo de investigación en Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Murcia, que encabeza el profesor Alberto Torres, ha participado en un estudio que asocia el consumo de productos de la denominada dieta mediterránea y la movilidad espermática, uno de los tres parámetros que definen la calidad del semen. 

   La investigación ha relacionado positivamente la dieta basada en un consumo elevado de pescado, fruta, verduras, legumbres y cereales integrados con el porcentaje de espermatozoides móviles en el sujeto, según han informado fuentes de la institución docente.
   Por el contrario, un patrón alimentario caracterizado por la ingesta abundante de carne roja, carne procesada, pizzas, snacks, dulces y refrescos se vincula con una movilidad espermática menor.
   La dieta, según los resultados de la investigación, no parece tener impacto sobre los otros dos parámetros de la calidad del semen: la forma (morfología espermática) y el número de espermatozoides (densidad espermática).

El cáncer se previene con un estilo de vida sano

El 42,7% de los casos de cáncer se podrían prevenir con cambios en el estilo de vida, según un estudio publicado en 'British Journal of Cancer'. Recetas tan simples como dejar de fumar, hacer ejercicio, beber menos o comer más vegetales y frutas servirían para reducir aproxidamente en 134.185 los diagnósticos de cáncer en un año en el Reino Unido, de acuerdo con en análisis auspiciado por el Cancer Research UK.

"Mucha gente cree que el cáncer se debe a factores genéticos o del "destino", y que es cuestión de suerte el contraerlo o no contraerlo", declara a 'The Guardian' el epidemiólogo Max Parkin, de la Universidad de Londres. "Mirando a la evidencia, parece claro que al menos el 40% de los cánceres son causados por cosas que tenemos el poder de cambiar".
El estudio atribuye al tabaquismo el 19,4% de los casos diagnosticados en el 2010 diez en Gran Bretaña (60.837). El segundo factor es la obesidad, que está detrás del 5,5% de los diagnósticos (17.294). La insuficiencia de frutas y verduras en la dieta (4,7%), el exceso de carne (2,5%) y de sal (1%) y la falta de fibra (1,5%) sitúan a los hábitos alimenticios como un elemento clave para combatir el cáncer.
Beber demasiado alcohol es la causa directa del 4% de los diagnósticos del último año. Los hábitos de trabajo, normalmente asociados al sedentarismo, están también detrás de 11.097 casos (3,7%), mientras que a la falta de ejercicio físico se le atribuye directamente el 1%. La sobrexposición a los rayos solares (3,5%) guarda una relación muy directa en los casos de cáncer de piel.
El estudio demuestra también una curiosa disparidad este hombres y mujeres. De hecho, el estilo de vida es el causante de casi la mitad de casos masculinos (45%), mientras que la proporción baja al 40% entre la población femenina.
La dieta, y en particular la falta de verduras, incide por ejemplo más en ellos (6,1%) que en ellas (3,4%). El alcohol castiga también proporcionalmente más a los hombres, al igual de que el tabaco (23% frente a 15%).
Entre las mujeres, la obesidad ha demostrado ser un factor mayor de riesgo (6,9% frente al 4,1%), con una incidencia especial después de la menopausia y en los cánceres de mama, a los que también contribuye lo suyo (0,9%) la decisión de no dar el pecho a los hijos.
"Llevamos mucho tiempo insistiendo en la necesidad de introducir hábitos más saludables de vida para prevenir el cáncer, pero está claro que el mensaje no está llegando a un número suficiente de personas", advierte Cliarán Devane, al frente de Macmillan Cancer Support. "Nadie elige tener cáncer y sería erróneo culpar a los pacientes por tomar decisiones equivocadas en su estilo de vida... Pero tiene que haber necesariamente un cambio cultural, para que la gente entienda la importancia de factores como el ejercicio físico y una dieta sana".

Cuanto menos se duerme más se quiere comer

La falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito y provoca la ingesta precisamente de alimentos ricos en grasa y azúcares, lo que repercute en un incremento del peso corporal. Sin embargo, una sola hora de diferencia en la duración del sueño por sí sola es capaz de poner en marcha mecanismos que ayudan a mantener el peso, según han explicado expertos con motivo del Día de la Persona Obesa, que se celebrará este miércoles. 

   Dormir al menos 8 horas diarias es una más de las actitudes que deben adoptarse para intentar conseguir y mantener un peso adecuado, explican expertos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)y la Sociedad Española  para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) .
   Al parecer, esto es consecuencia de dos hormonas -leptima y la ghrelina- relacionadas con el apetito y que se modifican con las horas de sueño. "La leptina, que inhibe la sensación de hambre, y la ghrelina, que estimula el apetito", explica el presidente de la SEEN, el doctor Javier Salvador. Así, a menor tiempo de sueño, las concentraciones de leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos dormimos más queremos comer.
   "En la última década se ha puesto en evidencia la existencia de una estrecha correlación entre dormir pocas horas y un mayor riesgo de ser obeso. Es por ello que para prevenir el desarrollo de obesidad en nuestra sociedad, así como para intentar que las personas obesas pierdan peso, junto a los obligados cambios del estilo de vida (alimentación y ejercicio), es necesario dormir al menos 7 u 8 horas diarias", añade.
   En concreto, el coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la SEEN, el doctor Albert Lecube, desaconseja dormir menos de 7 horas, y afirma que se ha comprobado que aumentar las horas de sueño de 6 o menos hasta 7 u 8 horas, durante un periodo de 6 años, se acompaña de un menor aumento del índice de masa corporal y de una menor acumulación de grasa corporal.
   Asimismo, destacan la estrecha relación entre las horas de sueño y la presencia de obesidad en niños. Se ha constatado que los niños obesos duermen menos que aquellos niños que tienen normopeso, explica el presidente de la SEEDO, profesor Felipe Casanueva.
    "En España, los niños duermen una media de menos de ocho horas al día, algo insuficiente y que, además, provoca otros hábitos perjudiciales con repercusión negativa en el incremento del peso corporal, como es no desayunar", advierte Casanueva, quien hace hincapié del gran problema que supone la obesidad infantil, "dado que un alto porcentaje de niños obesos mantiene este trastorno cuando son adultos".
   Actualmente, añade Lecube, "se considera que en los niños, dormir 5 o menos horas casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso". De hecho existen estudios que apuntan  que niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta, independientemente del sexo, las horas que pasan viendo la televisión, la situación socioeconómica de los padres, o la actividad física que realicen.
   En relación a los adultos, lo expertos señalan que ocurre lo mismo. En gente mayor se ha observado que tanto el índice de masa corporal como el perímetro de cintura es significativamente mayor entre aquellos que duermen menos de 5 horas. En concreto, dormir menos se asocia con un aumento del perímetro de la cintura de 6,7 centímetros para los hombres y de 5,4 centímetros para las mujeres.
   Junto a las horas de sueño, Casanueva añade que también es fundamental tener una buena calidad del sueño y, advierte de que "en España se sufre una de las mayores contaminaciones lumínicas y de ruido del mundo, lo que también incide en el aumento del peso".
   Por otra parte, recuerda que la relación entre sueño y obesidad es bidireccional, de forma que "la obesidad es el principal factor de riesgo para desarrollar alteraciones respiratorias y apneas durante el sueño y producir una mayor somnolencia diurna". 
"En los niños, además esto supone un aumento del riesgo de hipertensión y cardiovascular".
   Asimismo, dormir poco se asocia también con un riesgo dos veces mayor de desarrollar una diabetes, así como con una mayor prevalencia de hipertensión arterial. Sin embargo, el principal factor de riesgo se asocia con la hipersomnia diurna y el mayor riesgo de accidentes.
   En la actualidad, recuelan desde la SEEN y SEEDO, el 23 por ciento de la población española de más de 18 años tiene obesidad, enfermedad que está presente en el 35 por ciento de los mayores de 65 años. Junto a la disminución de la calidad de vida que comporta, aumenta también el riesgo de presentar otras enfermedades graves como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial, el síndrome de apneas-hipoapneas del sueño, y diversos tipos de neoplasias, como cáncer de colon.
   "Se trata de un problema de salud pública de primer orden, que se asocia a una gran comorbilidad y coste sociosanitario. Favorece la aparición de muchas enfermedades, siendo éstas más frecuentes que en las personas con peso normal", afirma el presidente de la SEEN.

La mala salud mental daña la productividad

Uno de cada cinco empleados sufre un trastorno mental como depresión o ansiedad y estas dolencias afectan cada vez más a la productividad en el puesto de trabajo ya que muchos tienen dificultades para lidiar con ello, según un informe de la OCDE difundido este lunes.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico halló que las personas con desórdenes mentales a menudo abandonan el puesto por enfermedad, y entre un 30 y un 50 por ciento de solicitudes de ayudas por discapacidad se deben a problemas de este tipo.
Los legisladores tienen que encontrar nuevas formas de abordar el problema social y económico que representan estos trastornos, dijo el informe, en un momento en el que es probable que se incrementen los factores que los disparan, como el estrés laboral.
"El aumento de la inseguridad laboral y la presión en el lugar de trabajo hoy día puede llevar a un aumento de los problemas de salud mental en los próximos años", dijo.
"La proporción de trabajadores expuestos a estrés relacionado con el trabajo se ha incrementado en la última década en toda la OCDE. Y en el actual clima económico, hay cada vez más personas preocupadas por la seguridad laboral".
Sólo la depresión es ya una causa importante de muerte, incapacidad y carga económica en todo el mundo y la Organización Mundial de la Salud prevé que para 2020 será el segundo principal contribuidor al peso mundial de enfermedades en todas las edades.
Dos estudios publicados en septiembre y octubre hallaron que hasta un 40 por ciento de los europeos sufren enfermedades mentales y neurológicas cada año, y el coste anual de los desórdenes mentales es de casi 800.000 millones de euros.
El informe de la OCDE, titulado "¿Enfermo en el trabajo? Mitos y realidades sobre la salud mental en el trabajo", halló que la mayoría de las personas con un trastorno mental tienen trabajo, aproximadamente una proporción de entre el 55 y el 70 por ciento, lo que supone unos 10 o 15 puntos porcentuales menos que las personas sin estas dolencias.
Pero las personas con una enfermedad mental tienen entre dos y tres posibilidades más de estar desempleadas que quienes no tienen estos problemas. Esta brecha representa una importante pérdida económica, dice el informe.
"La mayoría de los trastornos mentales comunes pueden mejorar, y las oportunidades de empleo pueden mejorar, con un tratamiento adecuado", dijo la OCDE.
Sin embargo, añadió, los sistemas sanitarios de la mayoría de los países estaban centrados en tratar a pacientes con trastornos graves como la esquizofrenia, que representan apenas un tercio de todos los enfermos mentales.
"Tomarse los trastornos más comunes más en serio incrementaría las posibilidades de que la gente se quede, o vuelva, a trabajar", dijo la OCDE, añadiendo que en torno a un 50 por ciento de las personas con desórdenes mentales graves y más del 70 por ciento de quienes tienen una dolencia moderada no reciben actualmente ningún tratamiento.
La OCDE instó a los legisladores a centrarse en proporcionar buenas condiciones laborales que ayuden a los empleados a reducir y gestionar el estrés, a introducir una supervisión sistemática de las bajas por enfermedad y ayudar a los empresarios a reducir el conflicto en el lugar de trabajo y evitar despidos innecesarios causados por los problemas de salud mental.