martes, 20 de agosto de 2013

Una misteriosa enfermedad impide envejecer a quienes la padecen

Una extraña enfermedad hace que una niña de nueve años de edad conserve los rasgos faciales y corporales de un bebé de pocos meses. Gabby Williams tiene una rara enfermedad que comparte solo con unas cuantas personas en el mundo y que ralentiza su tasa de envejecimiento.

Durante los últimos dos años, el médico investigador Richard F. Walker ha estado tratando de encontrar el "interruptor de apagado genético para detener el proceso de envejecimiento en Gabby,  así como en otras dos personas que presentan sorprendentes similitudes.

De acuerdo con Walker, las personas que padecen este tipo de enfermedades no solo tienen una tasa de crecimiento de una quinta parte de la velocidad de los demás, sino que viven con una gran variedad de problemas médicos como sordera, incapacidad para caminar, comer o hablar.

Según explicó el investigador, los cambios fisiológicos, o lo que él llama "inercia de desarrollo", es esencial para el crecimiento humano. "Cuando nos desarrollamos, todas las piezas de nuestro cuerpo se unen, cambian y se coordinan. De lo contrario, sería un caos", explica el doctor.

En una de las personas que Walker ha estudiado encontró daños en uno de los genes que causan la inercia de desarrollo, un hallazgo que, según señaló, es significativo. Asimismo, el médico indicó que se sospecha que las mutaciones están en los genes reguladores del segundo cromosoma x femenino.

"Si pudiéramos identificar el gen y luego en la edad adulta detener la inercia de desarrollo, encontrar un interruptor de apagado, al hacerlo se produciría una perfecta homeostasis y seríamos biológicamente inmortales", reveló.

No obstante, Walker señala que ello no significaría que la gente nunca vaya a morir, pues las enfermedades y los accidentes continuarían terminando con la vida humana.

En Florida, un hombre de 29 años de edad tiene el cuerpo de un niño de 10 años, y una mujer brasileña de 31 años de edad es del tamaño de un bebé de dos años. Al igual que Gabby, no parecen envejecer.

"En algunas personas sucede algo que retarda su proceso de desarrollo", explicó  Walker. "La tasa de cambio en el cuerpo disminuye tanto que apenas se aprecia", agregó.

Los males del azúcar

"Nuestros resultados ofrecen evidencia de que consumir azúcar a niveles actualmente considerados seguros ejerce un impacto espectacular en la salud de los mamíferos", según explican los investigadores del estudio de varias universidades estadounidenses.

Tal y como asegura Wayne Potts, profesor de Biología de la Universidad de Utah (EEUU) y uno de los autores de esta investigación, "el trabajo demuestra los efectos adversos del azúcar añadido en niveles relevantes para el humano". Y reconoce que él mismo ha reducido "la ingesta de azúcar refinado y he animado a mi familia a que haga lo mismo". 

Porque, según explica, los nuevos test han mostrado que una dieta con un 25 % de azúcar añadida (un 12,5 % de dextrosa -el nombre industrial de la glucosa- y un 12,5 % de fructosa) es tan perjudicial para la salud de los ratones como ser descendiente de primos hermanos.

Incluso los ratones que no llegaban a estar obesos y mostraban pocas alteraciones metabólicas "murieron con más frecuencia y tendían a tener menos descendencia", explica el primer autor de este trabajo, James Ruff, quien recientemente ha terminado su doctorado en la Universidad de Utah. "Hemos demostrado que unos niveles de azúcar consumidos habitualmente por la población -y que son considerados seguros por las agencias reguladoras- deterioran la salud de los ratones".

El estudio, financiado por los Institutos Nacionales de Salud y la Fundación Nacional de la Ciencia de EEUU, se llevó a cabo en recintos denominados 'graneros' con una superficie de 377 metros cuadrados y muros de tres metros de altura que simulaban las situaciones que se dan en el hábital real de los roedores en cuanto a competición con otros por el territorio o por los sitios de anidación.

A partir de la semana 26 de vida de los ratones, se les ofreció una dieta (una mezcla de trigo, maíz y soja) en la que el 25 % de las calorías procedía de azúcares añadidos, lo que equivale a la cantidad que puede consumir una persona con una dieta normal si toma diariamente tres latas de refrescos azucarados. Un grupo control recibió una comida a base de almidón de maíz. "Es una prueba sensible
para conocer la disminución de la salud y el vigor", señala en un nota de prensa Potts.

Lo que comprobaron estos investigadores fue que 32 semanas después, el 35 % de las hembras alimentadas con una cantidad extra de azúcar había muerto, el doble de las que fallecieron en el grupo control. Sin embargo, no encontraron ninguna variación en la mortalidad de los machos. En cambio, se comprobó que los ratones que habían tomado una dieta rica en azúcares eran menos competitivos y tuvieron una tasa de descendencia un 25 % menor.

"Te puedes preguntar por qué no se ha descubierto esto hace veinte años. La respuesta es que hasta ahora, no teníamos un test funcional, amplio y sensible para escanear las potenciales sustancias tóxicas que están siendo puestas en el entorno o en nuestros fármacos o alimentos", concluye Potts quien asegura que el método utilizado en este estudio puede ser útil para evaluar el efecto de otras sustancias en el organismo.

El consumo de azúcar se ha triplicado en los últimos cincuenta años en EEUU, sobre todo el que procede del jarabe de maíz, utilizado para endulzar bebidas, salsas y otros productos industriales. Aunque en España la ingesta de esta sustancia es mucho menor, en los últimos años su consumo ha aumentado un 20 %, según datos de un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona. Un dato preocupante para muchos expertos ya que tanto la obesidad como las enfermedades relacionadas con el sobrepeso están aumentando en nuestro país, sobre todo entre la población infantil donde el 26% tiene exceso de peso y un 19 % está obeso. De hecho, los pediatras ya advierten de un futuro aumento de la
diabetes tipo 2 en niños.

La muerte prematura por enfermedad se ceba con las regiones del sur de España

Enfermedades cardiovasculares, infartos cerebrales, diabetes e hipertensión se ceban especialmente con las regiones del sur de España, según los nuevos mapas de mortalidad.

Hay pocas maneras más crudas de mostrar la desigualdad de un país que un atlas de mortalidad: mapas en los que se observa a primera vista dónde y cómo muere la gente. Y, en efecto, el atlas de mortalidad más completo realizado hasta la fecha en España es desgarrador. Son más de medio millón de datos y 200 mapas que muestran la mortalidad de hombres y mujeres entre 1984 y 2004. 

Los resultados muestran que en el sur de España la mortalidad prematura es mayor, para todas las causas y para los dos sexos. Enfermedades cardiovasculares, infartos cerebrales, diabetes e hipertensión se ceban especialmente con las regiones del sur.

El atlas, elaborado por 25 investigadores dirigidos por Joan Benach y José Miguel Martínez, profesores de la Universidad Pompeu Fabra, revela que en el caso de los hombres la mayor mortalidad se concentra en el suroeste, con cáncer de tráquea, bronquios y pulmón y cáncer de vejiga como causas habituales.

“Las desigualdades de mortalidad mostradas sorprenderán a algunos y ese es parte de su objetivo”, explica en el prefacio Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública en la Universidad Miguel Hernández, de Elche. El atlas “no dejará indiferente a nadie”, ya que muestra que “el espacio para políticas de reducción de desigualdades sociales en salud es amplio”, afirma el catedrático.

“Los atlas no te dicen las causas de las causas de la mortalidad”, reconoce Joan Benach. Los mapas, sin embargo, sí señalan dónde están los problemas para poder investigarlos, como cuando un trabajo anterior mostró un mayor riesgo de morir por varios tipos de cáncer en los pueblos con minas de carbón. “Un atlas de mortalidad es un instrumento para ver los grandes patrones, para planificar la salud pública. Si hay un riesgo alto en una zona, los gestores tendrán que hacer algo”, recalca Benach.

Pobreza y riqueza

El atlas, editado por la Fundación BBVA, muestra que las enfermedades cerebrovasculares, como el infarto cerebral, son la primera causa de mortalidad en mujeres, con el 14,9% de los casos. Unas 500.000 mujeres murieron por esta razón entre 1984 y 2004. La mayor mortalidad aparece en la mitad sur: Extremadura, Andalucía, Murcia, Valencia y el sur de Castilla-La Mancha. La enfermedad isquémica del corazón, segunda causa de muerte de las mujeres, con el 9,4% de los casos, también se acumula en el sur: centro de Extremadura, Cádiz, Sevilla, Huelva, Murcia, la costa de Valencia y las islas Canarias.

En los hombres, la enfermedad isquémica del corazón es la primera causa de muerte, con el 11,5% de los casos. Unos 430.000 hombres murieron en el periodo estudiado por este conjunto de trastornos cardiovasculares, que incluye el infarto. De nuevo, las áreas de alto riesgo se concentran en el sur: Cádiz, Huelva, Sevilla, Extremadura, Baleares y Canarias. Las enfermedades cerebrovasculares, segunda causa de muerte, con el 9,4% de los casos, también se ceban con la mitad sur de la Península Ibérica.

Es lo que Danny Dorling, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Sheffield y autor de atlas similares en Reino Unido, llama “geografía de la pobreza y la riqueza”. Dorling subraya que detrás de estos patrones de mortalidad se encuentra el legado histórico de la industria y la agricultura, la geografía del tabaquismo, la inmigración que transforma las poblaciones y la diferente atención sanitaria.

“Las desigualdades en mortalidad son las peores desigualdades de todas. Los mapas que nos enseñan la extensión y cambios de esas desigualdades nos revelan hasta qué punto, como sociedad, cooperamos o competimos entre nosotros mismos a expensas de nuestros vecinos”, afirma Dorling en el prólogo del atlas.

“Las políticas de los últimos años y las recientes que reducen las prestaciones sociales, que afectan al incipiente Estado de bienestar, podrían tener graves consecuencias para la salud que sólo serán constatables a largo plazo”, advierte el catedrático Ildefonso Hernández.

La 'Aspirina' puede retrasar el avance del cáncer colorrectal y el de pulmón

Los pacientes de cáncer de colon y de pulmón que consumían habitualmente 'Aspirina' en dosis bajas antes del diagnóstico tienden a presentar tumores menos avanzados, según los resultados de un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) publicado en la edición digital del 'British Journal of Cancer'.

   Estudios previos ya habían mostrado que el consumo de este fármaco, comercializado por Bayer, podía estar asociado a un menor riesgo de muerte para las personas con cáncer de colon. Sin embargo, este estudio ofrece evidencias de que "también es beneficioso para el cáncer de pulmón y, además, tiene efectos protectores", ha explicado Yudi Pawitan, autora del estudio.
   Pawitan y su equipo del departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística analizaron los datos de cáncer de Suecia y los registros de medicamentos recetados, manejando información de un total de 80.000 pacientes con cáncer colorrectal, pulmón, próstata o mama.
   Una de cada cuatro personas con cáncer colorrectal, pulmón o próstata habían tomado regularmente 'Aspirina' en dosis bajas antes de ser diagnosticados, generalmente un comprimido de 75 miligramos al día, y una de cada siete pacientes con cáncer de mama.
   Los investigadores encontraron que los afectados por tumores en el colon, el pulmón y la mama que habían tomado 'Aspirina' tenían un riesgo entre un 20 y un 40 por ciento menor de que sus tumores se hubieran diseminado por otras áreas del cuerpo que los que no habían tomado el fármaco.
   Por ejemplo, si el 25 por ciento de los afectados por cáncer colorrectal que no tomaron 'Aspirina' tenían enfermedad metastásica, eso sólo sucedía en el 19 por ciento de quienes sí lo tomaban.
   Además, los tumores eran generalmente más pequeños y estaban menos avanzados entre los usuarios de 'Aspirina' con cáncer de colon y el cáncer de pulmón, pero no entre los que tienen cáncer de mama o próstata.
   "El mecanismo no se conoce", reconoce Pawitan, si bien ya hay algunos investigadores que creen que los efectos antiinflamatorios y anticoagulantes de la 'Aspirina' contribuyen a un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer".
   Los investigadores tampoco están seguros de por qué la aspirina podría llegar a ser beneficiosa para las personas que desarrollan cáncer de colon y de pulmón y no para el de mama o próstata, aunque reconocen que ambos tumores suelen estar asociados a factores hormonales.