jueves, 17 de julio de 2014

El camino hacia la obesidad pasa más por la falta de ejercicio que por la ingesta de calorías

WASHINGTON.- El estilo de vida y no la ingesta de calorías parece claro que puede ser el culpable del aumento de la obesidad, al menos en EE.UU., según un nuevo análisis de los datos del Examen de Salud y Nutrición, Encuesta Nacional (NHANES).

Además, un estudio publicado en ‘The American Journal of Medicine’ revela que en los últimos 20 años ha habido un fuerte descenso en el ejercicio físico y un aumento de la media del índice de masa corporal (IMC), mientras que la ingesta de calorías se ha mantenido estable. 
Por eso los investigadores han concluido que una caída a nivel nacional de la actividad física en el tiempo libre, especialmente entre las mujeres jóvenes, puede ser responsable de la tendencia al alza en las tasas de obesidad.
Al analizar los datos de NHANES de los últimos 20 años, los investigadores de la Universidad de Stanford descubrieron que el número de mujeres adultas estadounidenses que afirmaron no tener actividad física aumentó de 19,1% en 1994 al 51,7% en 2010. Para los hombres, el incremento fue de 11,4% en 1994 al 43,5% en 2010. Durante ese período, el IMC promedio se ha incrementado en todos los ámbitos, sobre todo entre las mujeres jóvenes de 18 a 39.
«Estos cambios en la masa corporal se han producido en el contexto de una subida sustancial en la proporción de adultos que no hacen actividad física en su tiempo libre, pero en ausencia de cambios significativos a nivel de la población en el promedio de la ingesta calórica diaria», explica el investigador principal, Uri Ladabaum, profesor asociado de Medicina (Gastroenterología y Hepatología) de la Escuela Universitaria de Medicina de Stanford. «A nivel poblacional, se encontró una asociación significativa entre el nivel de actividad física en el tiempo libre y los aumentos tanto en el IMC como de la circunferencia de la cintura que no estaban relacionados con la ingesta calórica», agrega.
Los investigadores también hicieron un seguimiento del aumento de la obesidad abdominal, que es un indicador independiente de mortalidad, incluso entre las personas con un IMC normales.  
La obesidad abdominal se define por la circunferencia de la cintura, de 88 cm o mayor para las mujeres y de 102 cm o más para los hombres. Los datos mostraron que la circunferencia de la cintura media se incrementó en un 0,37% anual para las mujeres y un 0,27% por año para los hombres. Al igual que el aumento de índice de masa corporal promedio, el grupo más afectado por el aumento de las tasas de obesidad abdominal fue el femenino.
«La prevalencia de la obesidad abdominal ha aumentado entre las mujeres de peso normal y las mujeres y los hombres con sobrepeso. Y aunque aun se sigue discutiendo sobre si el sobrepeso aumenta el riesgo de mortalidad por sí solo, está claro que esta tendencia hacia una obesidad abdominal entre las personas con sobrepeso es preocupante a la luz de los riesgos asociados con el aumento de la circunferencia de la cintura», afirma el investigador.
Y es que existen estudios que relacionan el cáncer de colon, por ejemplo, con la grasa abdominal, pronóstico que empeora si además se padece diabetes tipo 2.

Hallan una radiación menos agresiva contra el cáncer de pulmón

PARÍS.- Un equipo de investigadores franceses ha desarrollado una nueva técnica de radiación para los pacientes con cáncer de pulmón denominada 'Flash', que se dirige de manera efectiva al tumor sin afectar al tejido del paciente, como suele ser habitual en estos casos, y sin ocasionar los graves efectos secundarios que suponía hasta ahora. 

El tratamiento con radiación es complicado para aquellos pacientes cuyo tumor está en los pulmones o cerca de otros órganos vitales como el corazón, porque puede dañar el tejido sano que les rodea. Los oncólogos han estado siempre muy preocupados por este asunto, ya que, aunque su efectividad es óptima, los efectos secundarios en ocasiones son irreversibles.
Así, este hallazgo podría ser la vía para el desarrollo de tratamientos con radiación menos tóxicos para pacientes con cáncer. El estudio, publicado ayer en la revista 'Science Translational Medicine', asegura que 'Flash' utiliza un tipo de radiación mucho más rápida que la convencional, aunque es igual de efectiva. En cambio, hace menos daño al tejido sano y no causa cicatrización o fibrosis. El avance, liderado por el investigador Vincent Favaudon, señala que 'Flash' funciona como otras terapias de radiación y mata a las células cancerígenas mediante la destrucción de su ADN.
La diferencia es que 'Flash' permite la liberación de la radiación en pulsaciones extremadamente rápidas en lugar de un destello continuo, como ocurre con las técnicas actuales, a través de un acelerador lineal de electrones con el que están experimentando. Los científicos probaron esta técnica en ratones con fibrosis pulmonar y demostraron que este tratamiento salvaba el tejido de los animales a inmediato y largo plazo, además de ayudar a la erradicación de los tumores.
Las conclusiones apuntan a la posibilidad de evitar los efectos secundarios de la radiación convencional, como los problemas en la piel parecidos a las quemaduras por el sol, la pérdida de pelo en el área donde entra la radiación al cuerpo, cansancio, náuseas y falta de apetito.
A pesar de que los resultados del estudio demuestran que 'Flash' mejora drásticamente la radioterapia, se necesitan más estudios que determinen si este avance se puede aplicar en otros tipos de tumores y, sobre todo, en seres humanos. Además, esta tecnología presenta como principal inconveniente que actualmente no hay forma de realizar la irradiación que propone 'Flash' con los aceleradores lineales de electrones utilizados en las instalaciones de radioterapia convencionales.

El estrés hace que el organismo tarde más en quemar las grasas

CHICAGO.- El estrés y la depresión se han asociado desde hace tiempo a un mayor riesgo de obesidad y ahora un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos, ha descubierto que estos trastornos mentales alteran el ritmo al que el organismo procesa los alimentos grasos, lo que podría explicar esta relación.

De hecho, según los resultados del trabajo que publica la revista 'Biological Psychology', han visto que las mujeres con estrés quemaron en siete horas 104 calorías menos cuando comían una cantidad de grasa similar a la que ingerirían una hamburguesa en cualquiera de las principales cadenas de comida rápida.
Un hallazgo que, según reconoce Janice Kiecolt-Glaser, autora del estudio, probaría que "el estrés puede promover el aumento de peso al disminuir el metabolismo de las grasas".
En concreto, la diferencia entre una persona con estrés y otra sin nada está en 104 calorías, una diferencia que en un día no es significativa "pero que si va sumando al cabo del año puede suponer hasta 11 libras" (más de 5 kilos aproximadamente).
En su trabajo reclutaron a 56 mujeres de mediana edad para que comieran alimentos de alto contenido en grasas durante dos días distintos en los que su metabolismo fue controlado. Cada día, las participantes completaron una serie de cuestionarios para evaluar posibles síntomas depresivos o de estrés, así como sus hábitos alimenticios y la actividad física.
Los investigadores comenzaron midiendo la cantidad de calorías que cada mujer quemaba en reposo. A continuación, a las mujeres se les dio una comida de prueba con huevos, una salchicha de pavo con salsas, y galletas. En total, contenían alrededor de 930 calorías y unos 60 gramos de grasa, la misma cantidad de grasas y calorías que las de una hamburguesa doble con queso y patatas fritas que venden la mayoría de restaurantes de comida rápida.
En uno de los días, las mujeres se les dio una versión de la comida de prueba que era alta en grasas saturadas, mientras que en el segundo día ingirieron una comida rica en grasas monoinsaturadas de aceite de girasol.
Las pruebas metabólicas para ver el ritmo al que estaban quemando las grasas y las calorías se repitieron cada hora durante siete horas después de terminar de comer. Además, los investigadores midieron los niveles de la hormona del estrés cortisol, además de la insulina, la glucosa y la grasa en la sangre.
Al finalizar el estudio y analizar los datos, vieron que 31 mujeres habían mencionado algún momento estresante el día anterior a la prueba y hasta 21 en ambas visitas. De media, estas mujeres quemaron 104 calorías menos que el resto siete horas después de terminar de comer.
Los investigadores también encontraron que las mujeres con más tensión arterial tenían niveles más altos de insulina, y quemaron la grasa también a un ritmo más lento.
Los antecedentes depresivos no afectaron a la tasa metabólica de las mujeres, aunque solían tener niveles más altos de cortisol, lo que se cree que puede promover el almacenamiento de grasa no saludable en la cintura.
La única diferencia entre los resultados entre una comida con alto contenido de grasas saturadas y monoinsaturadas fue un aumento más pronunciado de azúcar en sangre después de la segunda, un hallazgo que los autores admiten que habrá que estudiar en futuras investigaciones.