Entre el 10 por ciento y el 20 por ciento
de los niños y entre el 5 por ciento y el 7 por ciento de los adultos
padece dermatitis atópica en España, una enfermedad crónica que causa
picor e inflamación en la piel y que afecta, especialmente, a la parte
interna de los codos, detrás de las rodillas, piernas, brazos y cara,
aunque también puede cubrir la mayor parte del cuerpo.
Se trata, además, de una patología que se ha visto incrementada en
los últimos 30 años entre un 200 por ciento y un 300 por ciento. De
hecho, el 90 por ciento de los pacientes experimenta esta enfermedad
antes de los 5 años, siendo la segunda causa más frecuente de visita al
dermatólogo. Además, el 80,6 por ciento de los enfermos acude al médico
cuando aparece el primer brote.
"En los últimos años se ha comprobado de forma científica que un
40 por ciento de los pacientes con esta enfermedad sufren un déficit de
filagrina, una proteína presente en la piel. Uno de los rasgos más
visibles de la falta de esta proteína es la hiperlinealidad palmar que
presentan los pacientes, es decir, la gran cantidad de líneas que se
observan en la palma de la mano, este hecho, nos ayudará a poder
detectar de mejor manera aquellos pacientes con dermatitis atópica", ha
comentado el jefe del servicio de Dermatología del Hospital Niño Jesús,
de Madrid, y presidente del XII Congreso Mundial de Dermatología
Pediátrica, Antonio Torrelo.
La dermatitis atópica tiende a hacer erupción cuando se expone a
factores irritantes como: disolventes químicos industriales,
detergentes, humo de tabaco, pinturas blanqueadoras, lanas, comidas
ácidas y/o astringentes, productos del cuidado de la piel que contienen
alcohol y algunos jabones y perfumes. Además, es durante los cambios de
temperatura y de estación cuando la enfermedad se torna más severa y la
aparición de brotes agudos es más común.
En las fases agudas de la dermatitis atópica, los pacientes sufren
fuertes picores, inflamación y en casos severos eccemas y heridas. Los
pacientes comienzan a rascarse y con ello se inicia un círculo vicioso. Y
es que, al rascarse la barrera protectora de la piel se pierde, las
bacterias patógenas, especialmente el staphylococcus aureus, se activan y
promueven los procesos inflamatorios.
Este proceso inflamatorio lleva al paciente a volver a rascarse
con lo que se debilita aún más la función de barrera protectora de la
piel. La consecuencia es que su sistema inmunitario empieza a funcionar
mal, reaccionando contra todo aquello a lo que le es ajeno, por ello, es
muy común que pacientes con esta patología desarrollen a la larga otras
enfermedades, especialmente alergias, rinitis o asma.
Asimismo, estos pacientes no sólo sufren las consecuencias físicas
de la enfermedad, sino también las psicológicas ya que, tal y como ha
explicado la presidenta de la Asociación Familiares y Pacientes de
Dermatitis Atópica (ADEA), Mercedes González, "el picor es muy
desagradable y como no para de picarte en todo el tiempo, te vuelves una
persona irritable, vergonzosa, duermes mal y te afecta a tu vida diaria
y a las relaciones con los demás".
"La mejor defensa es la prevención. Los que la sufren siempre
tienen piel muy seca y quebradiza. La capa externa de la piel, el
estrato córneo, sirve de barrera protectora. Cuando esta capa exterior
se agrieta por sequedad, los irritantes pueden alcanzar planos más
profundos y causar una erupción. Los pacientes buscan tratamientos no
agresivos pero eficaces. Un gran número de pacientes adultos con
dermatitis atópica, y sobre todo las madres con niños pequeños con esta
enfermedad, buscan soluciones dermocosméticos suaves, seguras y
efectivas que ayudan a aliviar los síntomas de la fase aguda e incluso
que puedan ser una alternativa a la medicación tópica como la
hidrocortisona", ha zanjado el especialista Juan Arenas.
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