lunes, 23 de mayo de 2011

Los estadounidenses, reacios a ir en bici y caminar

A pesar del variable precio de los combustibles, del aumento de michelines y de una avalancha de pruebas que aplauden el beneficio de la actividad, los estadounidenses son reacios a aceptar caminar y montar en bicicleta.

Las investigaciones demuestran que caminar ha aumentado ligeramente y que el ciclismo se ha estancando durante la última década. Ambas actividades han disminuido entre las mujeres, niños y mayores.
El doctor John Pucher, un profesor en la Universidad Rutgers en New Brunswick, Nueva Jersey, dijo que el aumento se ha producido entre los hombres, los trabajadores, la gente formada y las personas sin coche.
"Lo que me sorprendió fueron las diferencias sociales", dijo Pucher. "La mayoría del aumento es en los hombres de mediana edad. Eso dice que estamos haciendo algo mal en Estados Unidos".
El profesor cree que la resistencia estadounidense a viajar activamente tiene más que ver con la preocupación por la seguridad que por la expansión de los barrios al extrarradio.
Puchar, que trabaja en la Escuela de Planificación y Políticas Públicas Rutgers Edward J. Bloustein, ha estado estudiando durante 15 años el transporte y la forma de hacer más factible moverse en bicicleta y a pie.
En un estudio reciente, analizó junto con su equipo los datos del gobierno sobre el desplazamiento activo a partir de entrevistas telefónicas realizadas entre 2001 y 2009 a decenas de miles de ciudadanos del país.
Dijo que los datos de 2009 mostraban que el 25 por ciento de los viajes en las ciudades estadounidenses son de una milla (1,6 km) o más cortos, y que el 40 por ciento son de dos millas o menos.
"Estas distancias se pueden hacer fácilmente andando o en bici", dijo Pucher. "Niños, mujeres y mayores sencillamente no van a ir en bici por una calle concurrida".
Añadió que otros estudios han mostrado que las mujeres ciclistas tienden a dar grandes rodeos para ganar en seguridad, aunque tarden más, mientas que los hombres son más propensos a tomar la ruta más directa, incluso si se trata de una calle muy transitada.
Mejorar las aceras para los peatones y separar y proteger los carriles para ciclistas ayudaría a fomentar los viajes activos entre los que él denomina grupos de aversión al riesgo.
"Se hace todo el tiempo en ciudades danesas, holandesas y alemanas", dijo. "Algunos barrios estadounidenses no tienen siquiera aceras".
En los barrios residenciales, dijo, las medidas para moderar el tráfico, como calles estrechas y limitaciones de velocidad, supondrían una menor amenaza para niños, mayores y mujeres.
Pucher citó al norte de Europa, donde los ciclistas y viandantes constituyen una mezcla de 50-50 de hombres y mujeres así como muchos mayores y niños, como un buen ejemplo.
"También analizamos las encuestas anteriores que no eran directamente comparables", dijo, "y vimos una disminución continua en los desplazamientos a pie y en bicicleta durante dos o tres décadas".
El peligro, tanto el real como el percibido, es el principal, y muy corregible, motivo del descenso de los viajes a pie y en bici en EEUU, dijo Pucher.
"Está muy claro cómo hacerlo, pero simplemente no lo hacemos", dijo. "Ir de un punto A un punto B es realmente una experiencia muy desalentadora en muchas ciudades de EEUU por culpa de unos peatones ruidosos y unas deficientes instalaciones ciclistas".

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