La aparición de tics nerviosos es, en
ocasiones, una manifestación de una fobia social o un trastorno de
ansiedad social, "caracterizado por un temor a los demás", señala el
presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el
Estrés (SEAS), Antonio Cano, quien asegura que, por lo general, los tics
nerviosos aparecen en adultos que ya los padecieron en la infancia.
El tic nervioso es una característica, "por un lado, aprendida, y
por otro, biológica", indica este experto, quien asegura
que existen "personas con más propensión a desarrollar un tic y otras
con menos".
"Una vez que lo desarrollan, su aparición se intensifica si hay
estrés. Cuando una persona tiende a tener un tic y tiene que atender a
muchas tareas de una gran exigencia se incrementa la probabilidad de que
aparezca o reaparezca así como de que aumente la frecuencia de sus tics
nerviosos", resume.
En otros casos, la aparición de tics puede deberse a otras
"circunstancias subjetivas" o al síndrome de Tourette, un trastorno
neuropsiquiátrico que aparece en la infancia y que está caracterizado
por este tipo de manifestaciones.
"Se caracteriza por la contracción involuntaria de los músculos de
manera muy intensa. Es el principal problema pero puede producir una
disfunción importante en la persona que lo presenta", señala este
experto.
Estas manifestaciones "mejoran cuando esta persona está tranquila o
mediante técnicas de relajación o de reestructuración cognitiva",
indica. "En general, las técnicas cognitivas tienden a mejorar el
malestar subjetivo y a disminuir la activación fisiológica, lo que
repercute en la disminución de la frecuencia e intensidad de los tics",
asegura.
Con todo, reconoce que la incidencia de tics nerviosos en la
población es baja y alude a un estudio catalán realizado en población
universitaria que revelaba que solo el 6,4 por ciento de los alumnos
declararon tener algún tic nervioso.
El presidente de SEAS lamenta que "haya una tendencia
generalizada" a que los tics nerviosos "empeoren" porque, muchas veces,
se tiende a dar "más importancia" a estas molestias de lo que de verdad
las tienen. "Al prestarlas más atención, las activamos más y, eso que
nos molestaba, aumenta su frecuencia e intensidad", sostiene.
Con todo, Cano apuesta por acudir donde el profesional "siempre
que uno sienta que lo que le sucede es desagradable y quiera disminuir
ese malestar y la frecuencia de sus tics".
Sobre si un adulto que nunca haya padecido un tic nervioso durante
su infancia puede sufrir alguno, este experto considera que es un caso
raro. "Lo normal es que si aparece un pequeño tic en la edad adulta es
durante un periodo de mucho estrés", dice.
Y, en este sentido, pone como ejemplo "un pequeño temblor" en el
párpado del ojo, que tiene "poca intensidad", que no suele ser "muy
molesto, y que desaparece "en periodos de menos estrés".
En general, reconoce que los tics nerviosos "son variados", aunque
suelen manifestarse principalmente en la cara, pues en ella hay "una
gran cantidad de músculos y terminaciones nerviosas".
Para este experto, estas manifestaciones pueden generar cierto
estigma social. "Algunas personas pueden ponerse nerviosas ante la
presencia de estas contracciones musculares no voluntarias", asegura.
Además, cuando una persona está nerviosa, tiende haber un "cierto
grado de malestar" a su alrededor. "Algunas personas podrían ser poco
comprensivas y quedarse con que es algo desagradable", apostilla.
En relación a si el bruxismo podía catalogarse como un tic
nervioso, este experto afirma que, en cierta manera, sí. "Son
contracciones musculares involuntarias pero que tienen otras
características especificas que lo diferencian de los tics", argumenta.
De este modo, el bruxismo consiste en rozar los dientes superiores
e inferiores durante el sueño. Mientras "que los tics se producen
habitualmente durante el día", añade.
Además, explica que ambas problemáticas tienen unas
"consecuencias diferentes" y, así, precisa que los tics derivan en
problemas sociales, y el bruxismo, en físicos, como desgaste de los
dientes.
No obstante, en sus palabras, hay personas que tienden a apretar
los dientes durante el día y no padecen bruxismo por la noche. "No tiene
porque darse ambas circunstancias", apostilla este experto, para
después afirmar que estas personas, a consecuencia de esta práctica,
sufren dolor de cabeza y en la mandíbula por la tensión que padecen.
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