Investigadores de la Escuela de Medicina de
Yale, en Estados Unidos, han descubierto la manera de medir el riesgo de
un niño de desarrollar autismo mediante la búsqueda de anomalías en la
placenta al nacer, lo que permite un diagnóstico precoz y el tratamiento
para el trastorno del desarrollo, un hallazgo que publica este jueves
'Biological Psychiatry'.
El autor principal, Harvey Kliman, investigador en el Departamento
de Obstetricia, Ginecología y Ciencias Reproductivas de la Escuela de
Medicina de Yale, y colaboradores del Instituto MIND de la Universidad
de California-Davis, han encontrado que los pliegues anormales de la
placenta y células anormales de crecimiento llamadas inclusiones
trofoblásticas son marcadores clave para identificar a los recién
nacidos que están en riesgo de autismo.
Kliman y su equipo examinaron 117 placentas de recién nacidos de
familias en situación de riesgo, los que tienen uno o más hijos previos
con autismo, que participaban en un estudio llamado 'Los marcadores de
riesgo de autismo en bebés-Aprender los primeros signos'. Kliman comparó
estas placentas en situación de riesgo con cien placentas de control
recogidas por los investigadores de UC Davis de la misma área
geográfica.
Las placentas de riesgo tenían un máximo de 15 inclusiones
trofoblásticas, mientras que ninguna de las placentas de control
contenía más de dos inclusiones trofoblásticas. Kliman explica que una
placenta con cuatro o más inclusiones trofoblásticas predice de forma
conservadora una probabilidad del 96,7 por ciento de estar en riesgo de
padecer autismo.
Actualmente, el mejor marcador precoz de riesgo de autismo es la
historia familiar, por lo que parejas con un niño con autismo tienen
nueve veces más probabilidades de tener otro hijo con el trastorno.
Kliman señala que cuando estas familias en situación de riesgo tienen
los siguientes hijos podrían emplear estrategias de intervención
temprana para mejorar los resultados.
"Lamentablemente parejas sin susceptibilidad genética conocida deben
confiar en la identificación de los signos o indicadores tempranos que
pueden no manifestarse abiertamente hasta segundo o tercer año de vida
del niño", subraya Kliman.
"Espero que el diagnóstico del riesgo de desarrollar autismo mediante
el examen de la placenta al nacer se convierta en rutina y que los
niños que han demostrado tener un mayor número de inclusiones
trofoblásticas sean sometidos a intervenciones tempranas y tengan una
mejor calidad de vida como resultado de esta prueba", concluye Kliman.
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