Entre el 50 y el 90 por ciento de los
pacientes con artrosis también padecen sinovitis, una enfermedad que
aparece cuando el revestimiento de la articulación se irrita e inflama,
que cursa con gran dolor y déficit de movimiento, y que, recientes
estudios, muestran como se ha convertido en un marcado del avance de la
enfermedad.
Este descubrimiento es relativamente reciente, según ha explicado
el doctor Jordi Monfort, miembro de la unidad de Artrosis del servicio
de Reumatología del Hospital del Mar de Barcelona, quien destaca que ha
sido en lo últimos cinco años cuando ha visto la importancia que tiene
la sinovitis a la hora de valorar el grado de la enfermedad, ya que se
asocia con una pérdida de cartílago más avanzada y, en consecuencia,
mayores posibilidades de que el proceso finalice en prótesis.
"Ahora sabemos que las artrosis que tienen una peor inflamación
son aquellas que tienen más posibilidades de terminar en prótesis; en
consecuencia, es un factor importante porque nos podemos hacer una idea
del dolor que tiene el paciente, y podemos relacionarlos con la
progresión de la enfermedad", añade.
La artrosis afecta, además de al cartílago, al resto de estructura
articular, lo que incluye la membrana sinovial y el hueso subcondral;
este último, destaca Monfort, también se ha convertido en uno de los
marcadores más fiables para conocer la progresión de los cambios
estructurales de la artrosis.
Todos los pacientes padecen en mayor o menor medida inflamación,
sin embargo ha sido gracias al avance en el desarrollo de diferentes
técnicas de imagen que ahora se sabe que gran parte de esta población
padece inflamación la membrana sinovial, desde el 50 por ciento de los
pacientes hasta el 90 por ciento, dependiendo de si la prueba es a
través de una ecografía o de una resonancia magnética, respectivamente.
"Detectar más pacientes es un problema de técnica", afirma
Monfort, quien comenta que estos datos dados a conocer en pacientes con
artrosis son extrapolables a otras articulaciones, especialmente
periféricas (cadera, rodillas o manos).
La inflamación permite un mejor conocimiento del proceso de la
enfermedad, los factores moduladores, así como sus principales
reguladores, y, por lo tanto, tiene mucho valor a la hora de trabajar
con nuevas formulaciones terapéuticas para retardar el avance de la
patología.
De alguna forma se ha convertido en un marcador, y los esfuerzos
médicos van encaminados a su relación con el progreso de la enfermedad.
"Conocer esto significa que se puede empezar a conocer dónde se debe
trabajar para controlar la enfermedad "una vez establecida", y teniendo
muy en cuenta el desarrollo de nuevos fármacos.
"Además de nuevas moléculas, nos lleva a revaluar los fármacos ya
existentes teniendo presente ésta nueva visión", de este modo de podrá
dar un mayor control a esta "enfermedad multifactorial" y, como explica
el doctor Monfort, "compleja".
"No es una enfermedad asilada, se ve afectada por lo que tiene a su
alrededor que, a su vez, tiene repercusiones sobre la artrosis; si bien
no afecta a la expectativa de vida, sí afecta a la calidad de vida",
añade.
Respecto a qué se puede hacer para que esta inflamación no se
produzca, el doctor aclara que "se puede controlar reduciendo los
factores de riesgo, pero no prevenir", y, por tanto, se deben reducir
aquellas actividades que sobrecargan la articulación, y, sobre todo,
evitar la obesidad.
Los dos tratamientos más usados son los antiinflamatorios no
esteroideos (AINE) y los Sysadoa, donde se encuentran el condroitín
sulfato y el sulfato de glucosamina. Los primeros son uno de los
tratamientos más utilizados en artrosis, particularmente en los estadios
iniciales de la enfermedad, sin embargo "no están exentos de efectos
secundarios importantes", y, por eso, "es recomendable el mínimo tiempo a
la mínima dosis necesaria".
Por eso, su recomendación es el uso de los Sysadoa, fármacos de
acción lenta para el tratamiento sintomático de la artrosis, que "al
tratarse de productos de origen animal están más cercanos a las
necesidades de la articulación", y, en consecuencia, "hace que tenga
mucho menos efectos secundarios".
Además, "estos fármacos tienen una acción nada despreciable sobre
la inflamación sinovial, también sobre la progresión, ya que se les
atribuye la cualidad de retardar la progresión articular y, en parte,
eso viene del efecto que tienen sobre la inflación sinovial".
Diversos estudios llevan a pensar que una detección temprana de
la inflamación podría reducir su desarrollo gracias al uso de fármacos
especialmente destinados a reducir el dolor. De hecho, algunas
investigaciones ya han demostrado que fármacos como el condroitín
sulfato protege la pérdida del volumen de cartílago y revierte en la
menor necesidad de implementar prótesis en pacientes con artrosis de
rodilla y sinovitis.
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