HOUSTON.- Retrasar el proceso de envejecimiento podría ser posible un día con
suplementos derivados de las bacterias intestinales. Científicos del
Colegio de Medicina Baylor y el Centro de Ciencias de la Salud de la
Universidad de Texas, en Houston, EEUU, han identificado genes y
compuestos bacterianos que prolongan la vida y también ralentizan la
progresión de tumores y la acumulación de beta-amiloide, un compuesto
asociado con la enfermedad de Alzheimer, en el gusano de laboratorio 'C.
Elegans'.
“La comunidad científica es cada vez más consciente de que las
interacciones de nuestro cuerpo con los millones de microbios en nuestro
cuerpo, el microbioma, pueden influir en muchas de nuestras funciones, como las actividades cognitivas y metabólicas y el envejecimiento“,
afirma la autora Meng Wang, doctora en Genética Molecular y Humana en
Baylor y el Centro de Envejecimiento Huffington. “En este trabajo,
investigamos si la composición genética del microbioma también podría
ser importante para la longevidad”, relata.
Esta pregunta es difícil de explorar en mamíferos debido a los retos
técnicos, por lo que los investigadores se centraron en el gusano de
laboratorio ‘C. Elegans’, un organismo transparente, simple que es tan
largo como una cabeza de alfiler y comparte características esenciales
con la biología humana. Durante su vida útil de entre dos a tres
semanas, el gusano se alimenta de bacterias, se convierte en un adulto,
se reproduce y envejece progresivamente, pierde fuerza y salud y muere.
Muchos laboratorios de investigación alrededor del mundo, incluyendo
el laboratorio de Wang, trabajan con ‘C. Elegans’ para aprender sobre
los procesos biológicos básicos. “Creemos que C. elegans es un
maravilloso sistema en el que estudiar la conexión entre los genes bacterianos y el envejecimiento,
porque podemos afinar la genética de los microbios y probar muchos
genes en el gusano en un tiempo relativamente corto”, subraya Wang.
Para estudiar el efecto de genes bacterianos individuales en la vida
de ‘C. Elegans’, Wang unió esfuerzos con el doctor Christophe Herman,
profesor asociado de Genética Molecular y Humana y Virología Molecular y
Microbiología en Baylor, y otros colegas que son expertos en genética
bacteriana. Emplearon una biblioteca de deleción génica completa de la bacteria ‘E. coli‘; una colección de ‘E. coli’ en la que cada uno carece de uno de cerca de 4.000 genes.
Otros experimentos
“Alimentamos a ‘C. Elegans’ con cada bacteria mutante individual y
luego analizamos la vida de los gusanos –describe Wang–. De los cerca de
4.000 genes bacterianos que probamos, 29, cuando se suprimieron,
aumentaron la vida útil de los gusanos, 12 de estos mutantes bacterianos también protegieron a los gusanos del crecimiento tumoral y la acumulación de beta-amiloide, una característica de la enfermedad de Alzheimer en humanos”.
Otros experimentos mostraron que algunos de los mutantes bacterianos
aumentaron la longevidad actuando sobre algunos de los procesos
conocidos del gusano vinculados con el envejecimiento. Otros mutantes
estimularon la longevidad por sobreproducción del ácido polisacárido
colánico. Cuando los científicos proporcionaron ácido colánico
purificado a ‘C. Elegans’, los gusanos también vivieron más tiempo. El
ácido colánico mostró efectos similares en la mosca de la fruta de
laboratorio y en células de mamífero cultivadas en el laboratorio.
Los investigadores proponen en un artículo sobre su trabajo que se
publica en la revista ‘Cell’ que, sobre la base de estos resultados,
podría ser posible en el futuro diseñar preparaciones de bacterias o sus
compuestos que podrían ayudar a ralentizar el proceso de
envejecimiento. Curiosamente, los científicos descubrieron que el ácido colánico regula la dinámica de fusión-fisión de las mitocondrias, las estructuras que proporcionan la energía para las funciones celulares.
“Estos hallazgos también son interesantes y tienen implicaciones
desde el punto de vista biológico en la forma en que entendemos la
comunicación entre el huésped y los microbios –detalla Wang–. Las
mitocondrias parecen haber evolucionado a partir de bacterias que hace
millones de años entraron en células primitivas”.
Y concluye: “Nuestro hallazgo sugiere que los productos de las
bacterias hoy en día todavía pueden meterse en la comunicación entre las
mitocondrias en nuestras células. Creemos que este tipo de comunicación
es muy importante y aquí hemos proporcionado la primera evidencia de
ello. Comprender plenamente la comunicación microbio-mitocondria puede
ayudarnos a entender a un nivel más profundo las interacciones entre los
microbios y sus huéspedes”.
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