BARCELONA.- Los bebés son capaces de hacer deducciones racionales mucho antes de
aprender a hablar, según ha concluido un estudio que cuestiona una de
las teorías más defendidas hasta el momento y que sostiene que la
capacidad de razonar está supeditada al lenguaje.
El trabajo, liderado por Ana Martín, Nicoló Cesana Arlotti y Luca
L.Bonatti, del Centro de Cognición y Cerebro (Universidad Pompeu Fabra e
ICREA), y hecho en colaboración con científicos del Centro de
Desarrollo Cognitivo de Budapest (Hungría) y del Instituto Nencki de la
Academia de las Ciencias (Polonia), se publica en la revista ‘Science’.
Estudios previos habían determinado que los bebés menores de dos años
(llamados preverbales) tienen capacidades cognitivas sofisticadas. Por
ejemplo, son capaces de generar y confirmar hipótesis, una herramienta
esencial que les ayuda a comprender y predecir los fenómenos que les
rodean.
Un estudio de Laura Schulz también publicado en Science en 2011,
determinó que, ante un juguete que no funciona, los bebés de 16 meses
son capaces de generar hipótesis y plantearse si el fallo es culpa suya o
del juguete.
Otros estudios constataron que con 11 meses, un bebé no solo es capaz
de sorprenderse si un objeto viola las leyes físicas, sino que además
intentará buscar una explicación y hacer comprobaciones para averiguar
el porqué: intuye que algo no funciona.
También se sabe que los bebés poseen nociones de ‘probabilidad’ de
las cosas, y se sorprenden si ocurre algo ‘poco probable’ o inesperado
para ellos.
Pero, pese a todos estos datos, “seguimos sin saber cómo aprenden,
con qué capacidades vienen dotados, o cómo combinan la información para
formular hipótesis. Aún no sabemos cómo funciona su mente”, explica en
declaraciones a Efe la coautora del estudio Ana Martín.
En este contexto, el estudio pretendía averiguar en qué momento del
desarrollo se ponen en marcha los mecanismos que permiten el
razonamiento y determinar cuál es su relación con el lenguaje.
El experimento se hizo con bebés de 12 y 18 meses y con adultos, a quienes se mostraron animaciones sencillas con dos objetos.
En algunos casos, las escenas invitaban a hacer una deducción para
saber la identidad de un objeto escondido, en otras ocasiones, no era
necesaria la deducción porque las acciones ocurrían a la vista de los
participantes.
Mientras los participantes observaban las escenas, los investigadores
hicieron un seguimiento ocular (eyetracker) que medía la posición de
los ojos cada 16 milisegundos.
Los investigadores registraron el tiempo de respuesta de cada
participante y determinaron en tiempo real el momento en el que el
bebé/adulto hacía la deducción, instante en que la pupila de los
participantes se dilataba, “un efecto que está relacionado con el
esfuerzo cognitivo”, explica Martín.
El trabajo constató que el experimento exigía a los bebés hacer
deducciones racionales, siendo la primera vez que se vincula este
aspecto fisiológico con el razonamiento”, destaca la investigadora.
Pero además, los investigadores vieron que la dilatación pupilar y la
manera de explorar las imágenes a través de la mirada era muy similar
entre los dos grupos de niños y los adultos, pese a que los últimos
tienen ya un lenguaje muy desarrollado y experiencia adquirida, lo que
significa que, pese a tener edades tan dispares, bebés y adultos usan
estrategias comunes para razonar sobre los mismos contenidos.
Para los autores, el estudio es la prueba de que con menos de dos
años, los bebés son capaces de combinar información para aplicar reglas
de lógicas y razonar pese a no dominar el lenguaje ni sus matices, lo
que contradice una de las tesis más defendidas en los últimos 30 años
que sostiene que el razonamiento lógico está supeditado al lenguaje.
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