domingo, 20 de marzo de 2011

La práctica de ejercicios de fuerza retrasa el deterioro funcional en niños con parálisis cerebral

Los niños con parálisis cerebral logran retrasar el deterioro funcional y la necesidad de utilizar una silla de ruedas, gracias a la práctica de ejercicios de fuerza, según refleja un estudio liderado por la Universidad Europea de Madrid (UEM) y galardonado recientemente con el III Premio Nacional de Investigación en Medicina del Deporte de la Escuela de Medicina del Deporte de la Universidad de Oviedo.

   Los resultados de la investigación, en la que han participado 57 pacientes con esta enfermedad, inician, según sus autores, un nuevo camino que complementa los tratamientos usados hasta ahora, que aconsejaban una rehabilitación suave para estos niños, algo que este estudio desmiente.
   "De hecho, según nuestra experiencia, no está claro si la pérdida de función que experimentan se debe a la enfermedad en sí misma o a que cada vez se mueven peor y tienen menos fuerza", explica la investigadora principal del estudio, la profesora de la UEM Margarita Pérez.
   Según apunta la experta, los niños que sufren parálisis cerebral grado I y II tienen disminuida su capacidad funcional respecto a los niños sanos, lo que a largo plazo puede repercutir en una mayor incidencia de enfermedades asociadas al sedentarismo.
   "Según nuestra investigación, uno de los factores limitantes de dicha capacidad es el sistema muscular, por lo que mejorando la fuerza de los niños de la forma más adecuada, podemos ayudarles a desarrollar sus actividades cotidianas", señala.
   En este punto, los investigadores han comprobado que el entrenamiento de fuerza con plataforma vibratoria es una "buena herramienta" para desarrollar la fuerza muscular de estos niños y adolescentes.
   Pérez explica que estos niños siguen tratamientos muy diferentes. Entre los más frecuentes están las inyecciones de toxina botulímica para frenar la espasticidad muscular o las intervenciones quirúrgicas para cambiar alguna inserción muscular. Al demostrar los beneficios del ejercicio de fuerza, este trabajo pretende retrasar todo lo posible la evolución del grado II al grado III-IV (silla de ruedas) y evitar o espaciar las inyecciones de toxina botulímica.
   Con el programa de ejercicios utilizado en la investigación, se ayuda al niño a ejercitar los músculos con aparatos similares a los de 'fitness' de cualquier gimnasio pero adaptados a la pediatría y con plataformas de estimulación neuromuscular mecánica.
   "El objetivo es que los pacientes continúen haciendo ejercicio durante toda su vida de forma ambulatoria y acudan al hospital para su posterior seguimiento", concluye la autora.

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