martes, 11 de septiembre de 2012

El estilo de vida causa fallos heredables en el ADN responsables de cáncer de mama

Un nuevo estudio realizado por científicos de Virginia Tec y la U. de Georgetown (Estados Unidos) demostró que los hábitos de vida en el embarazo, e incluso antes de éste, influyen en el desarrollo posterior del cáncer de mama.

De acuerdo a la investigación publicada por la revista Nature Communications, este daño ambiental puede ser transmitido de una generación a la siguiente, no a través de mutaciones genéticas, sino a través de alteraciones ‘epigenéticas’ que influyen en cómo se decodifica la información genómica. Es decir, no se trata de una alteración al interior de su secuencia genética, sino de cambios externos que inhabilitan determinados genes y no permiten su expresión o encendido.
Para demostrarlo, el equipo a cargo de Leena Hilakivi-Clarke, profesora de Oncología en el Centro Oncológico Integral Lombardi de la U. de Georgetown, trabajó con ratas embarazadas y las dividió en tres grupos: uno de ellos tuvo una dieta rica alta en grasas (que aumenta los niveles de estrógeno en el organismo), el segundo una dieta suplementada con estrógeno sintético (como el que se puede encontrar en la soya o derivados del plásticos) y el tercero con una dieta normal.
“Sabemos que la dieta materna puede tener efectos a largo plazo sobre la salud de una descendencia. Pero este estudio demuestra -por primera vez- que una dieta alta en grasa puede afectar a múltiples generaciones de progenie de una rata, lo que resulta en un aumento en el cáncer de mama no sólo en sus hijas, sino también en las nietas y bisnietas cuando son adultas”, señaló Hilakivi-Clarke.
No a dieta occidental
Sonia de Assis, parte de la investigación, explicó que en los seres humanos, una dieta saludable tiene entre un 20 a 30% de sus calorías provenientes de la grasa. “En nuestro estudio, las ratas del grupo de control (baja en grasa) tenían una dieta similar con un 20% de grasa, mientras que en las del grupo alto en grasas, el 43% de sus calorías eran grasas. Esta última cantidad es la representación típica en una dieta occidental”, indicó.
El estudio reveló que las hembras que nacieron de las ratas alimentadas con exceso de grasa y estrógeno sintético tuvieron entre un 55 y un 60% mayor riesgo de tener cáncer de mama, al igual que sus nietas, en comparación con el grupo que tuvo dieta normal.
¿La razón? “El exceso de estrógenos (que aumentan con dieta rica en grasa) durante el embarazo provoca cambios epigenéticos en el tejido mamario de las hijas. Estos cambios se transmiten luego a nietas y bisnietas”, explicó De Assis. Es decir, la glándula mamaria de las hijas, nietas y bisnietas de esas madres tendrán interruptores de encendido y apagado de genes defectuosos en el tejido mamario, “lo que las hace más susceptibles a desarrollar cáncer de mama”, sostuvo.
Los investigadores aseguran que estos datos demuestran que las embarazadas deben tener una dieta equilibrada, porque ésta no sólo afecta a su salud, sino también la de sus descendientes. El tema no es menor, ya que se pueden aplicar nuevas estrategias de prevención antes de que se desarrolle el cáncer, según el diario chileno 'La Tercera".

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