Médicos de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Indiana y la Red Noroeste de Radiología en Indianápolis,
Indiana (Estados Unidos) alertan de que aunque el síndrome del segundo
impacto (SIS, en sus siglas en inglés) ocurre raramente, cuando lo hace
su efecto suele ser devastador, incluso con la muerte del paciente a
menudo. Se trata de una lesión traumática cerebral rara y devastadora
que se produce cuando una persona sufre una lesión en la cabeza,
generalmente en adolescentes, segundos antes de la recuperación de otra
similar.
Los científicos destacan en 'Journal of Neurosurgery: Pediatrics'
la importancia de educar a los entrenadores, atletas, miembros de la
familia, y los médicos acerca de los riesgos y posibles consecuencias de
lesiones en la cabeza relacionadas con el deporte. Para ello, presentan
el caso de un joven de 17 años de edad, jugador de fútbol americano en
la escuela, con el síndrome del segundo impacto, el primero en el que se
realizaron estudios de imagen del cerebro tras las dos lesiones.
El paciente sufrió la lesión por primera vez cuando recibió un
golpe en el casco con el casco de un oponente y, a pesar de los síntomas
inmediatos detectados de mareos y trastornos visuales, continuó
jugando. Durante los días siguientes experimentó fuertes dolores de
cabeza y fatiga y cuatro días después del partido consultó a un médico
acerca de los dolores de cabeza, pero su tomografía computarizada (TC)
parecía normal y se le aconsejó no volver a jugar hasta que todos sus
síntomas desaparecieran, aunque prefirió regresar inmediatamente.
Al día siguiente, a pesar de las quejas de dolor de cabeza y
dificultad en la concentración, el joven participó en los entrenamientos
pero tras unos cuantos golpes empezó a ir más lento y después de varios
golpes más se derrumbó, dejó de responder y sufrió una convulsión, por
lo que fue trasladado inicialmente a las urgencias locales, donde un
examen TC reveló pequeños hematomas subdurales delgados a cada lado del
cerebro. El paciente recibió intubación y fue tratado médicamente y poco
después fue trasladado en helicóptero a un servicio de trauma superior y
centro de neurocirugía en el Hospital Metodista de Indianápolis.
Allí, se detectó que la presión intracraneal del paciente era
mayor de lo normal (25-30 mm Hg frente a 5-15 mm Hg) y TC adicionales
confirmaron la presencia de los hematomas subdurales e inflamación
cerebral leve, a lo que se añadió una hernia en la parte de abajo del
cerebro y hematomas subdurales en ambos lados, así como difusión anormal
en el tálamo medio izquierdo, como mostraron las imágenes de resonancia
magnética del cerebro y la médula espinal superior. Asimismo, las
estructuras en la zona de la línea media del cerebro, incluyendo el
tálamo y el hipotálamo, se habían desplazado hacia abajo, pero las
imágenes no detectaron edema cerebral.
La lesión del paciente tuvo otras consecuencias graves detectadas
durante la estancia en el hospital, incluyendo una prolongada elevación
de la presión intracraneal, áreas de reblandecimiento cerebral (en ambos
tálamos, los lóbulos frontales mediales y en otros lugares),
hipotensión, insuficiencia renal, sepsis, neumonía y paro cardíaco
temporal. Incluso con un cuidado óptimo, el paciente permaneció en el
hospital durante 98 días y no podía caminar o hablar cuando fue dado de
alta, además de que tres años después, ha recuperado gran parte de su
discurso, pero es muy impulsivo y está confinado a una silla de ruedas.
Los científicos señalan que varios tipos de lesiones no
necesariamente se detectan en un estudio de imagen y una TC de la cabeza
cuyos resultados son normales no obvia la necesidad de un estrecho
seguimiento clínico del atleta para estar cognitivamente normal y
asintomático antes de volver a jugar. Así, estos expertos subrayan que
la evidencia de la persistencia y de larga duración de dolores de cabeza
severos, que han sido reiteradamente identificados en pacientes con
SIS, indican una constante y significativa condición patológica
neurofisiológica en la ausencia de pruebas sobre la tomografía
computarizada.
Los autores sugieren que este síntoma puede ser un señalador
específico de la posibilidad de SIS si se produce una segunda lesión
antes de que la primera se haya curado. Según el coautor Michael Turner,
el mensaje de este artículo de discusión es que no se debe volver a
jugar hasta que el atleta carezca de síntomas, ya que el principal
problema del SIS es probablemente la hiperemia, nivel creciente de la
sangre en el cerebro, no la existencia de un hematoma oculto.
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