La técnica conocida como estimulación profunda
del cerebro (DBS), que consiste en un dispositivo similar a un
marcapasos que se implanta en el cerebro del paciente, podría ayudar a
las personas con anorexia severa que no se han beneficiado de otros
tratamientos. La mitad de los pacientes de un nuevo estudio con este
método mostraron mejoras en el estado de ánimo y el Índice de Masa
Corporal (IMC), lo que lleva a los investigadores a esperar que ensayos
más grandes confirmen la eficacia de esta técnica en el tratamiento de
pacientes con anorexia severa.
DBS se utiliza actualmente para el tratamiento de varios
trastornos neurológicos, incluyendo la enfermedad de Parkinson y el
dolor crónico, y se están realizando investigaciones sobre su uso para
el tratamiento de otros trastornos, como la depresión y la epilepsia,
pero esta es la primera vez que se ha utilizado para tratar a pacientes
con anorexia grave que no han respondido a otros tratamientos. Aunque el
tratamiento requiere cirugía, es mínimamente invasiva y completamente
reversible.
Investigadores con sede en el Centro de Neurociencia y la Red
Universitaria de Salud Krembil, en Canadá, usaron imágenes por
resonancia magnética (IRM) para identificar un área específica del
cerebro, un haz de sustancia blanca debajo del cuerpo calloso, el grueso
manojo de fibras nerviosas que divide los lados izquierdo y derecho del
cerebro, que se ha utilizado anteriormente para DBS en pacientes con
depresión, según publica la revista 'Lancet'.
Una vez que el área objetivo se identificó, se implantaron los
electrodos y se conectaron a un generador de impulsos, que se pone bajo
la piel. El dispositivo se activó diez días después de haber sido
colocado y los científicos mideron cuidadosamente los cambios agudos en
el estado de ánimo de los pacientes y los niveles de ansiedad para
determinar el nivel correcto de estimulación.
En el momento de la cirugía, las pacientes femeninas tenían entre
24 y 57 años y había estado sufriendo de anorexia entre cuatro y 37
años. Aunque el estudio piloto fue pensado principalmente para evaluar
la seguridad del procedimiento en este grupo de pacientes, los
investigadores también registraron cambios en el estado de ánimo de los
participantes, el comportamiento compulsivo y patrones de alimentación
anormales, que se miden mediante pruebas estandarizadas.
El tratamiento parece ser relativamente seguro, con sólo un paciente
que experimentó un evento adverso grave tras el tratamiento, un ataque
que tuvo lugar cerca de dos semanas después de la operación inicial, que
estaba relacionado con un trastorno metabólico que el paciente sufría
como consecuencia de su anorexia.
En las semanas previas a la cirugía, cinco de los seis pacientes
habían asistido recientemente a un tratamiento hospitalario, lo que
había dado lugar a algún aumento de peso. Después de dos meses, los seis
pacientes habían perdido peso, volviendo a su base habitual, en línea
con las expectativas de los investigadores, ya que en los estudios de
estimulación cerebral profunda para pacientes con depresión por lo
general se ha observado un período de latencia de unos pocos meses antes
de que el tratamiento se haga efectivo.
Sin embargo, tres meses después del tratamiento, este modelo
comenzó a revertirse, con cinco de los seis pacientes estabilizados o
con aumento de peso, en relación a los dos meses después de la
operación. Después de nueve meses, tres pacientes mantuvieron un mayor
peso que antes del inicio del tratamiento, el período más largo de
aumento sostenido de peso que ninguno de ellos había logrado desde el
inicio de la enfermedad. Alrededor de la mitad de los pacientes también
registraron mejoras en su estado de ánimo o redujeron su comportamiento
obsesivo-compulsivo.
Según el doctor Andrés Lozano, neurocirujano y uno de los
principales investigadores, los resultados son particularmente
alentadores. "La pérdida de peso inicial es un efecto primario de la
estimulación cerebral profunda en el hambre, el apetito, o la tasa
metabólica". Y añade que el hallazgo de mejoras en el estado de ánimo y
la ansiedad en los pacientes que todavía tenían bajo peso es
"especialmente sorprendente.
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