Cuanto más rica es la variedad de especies de
anfibios que viven en un estanque mayor es la protección para cada
comunidad de ranas, sapos y salamandras contra una infección parasitaria
que puede causar deformidades severas, incluyendo el crecimiento de las
patas adicionales, según un nuevo estudio realizado por la Universidad
de Colorado Boulder (Estados Unidos).
Los resultados, publicado en la revista 'Nature',
apoyan la idea de que una mayor biodiversidad en los ecosistemas de
mayor envergadura, como los bosques o pastizales, también puede
proporcionar más protección contra las enfermedades, incluidas las que
atacan a los humanos. Así, un mayor número de especies de mamíferos en
un área puede frenar los casos de la enfermedad de Lyme, mientras que
una elevada variedad de especies de aves hace de barrera para la
propagación del virus del Nilo Occidental.
Los investigadores se han esforzado por diseñar estudios
integrales que iluminen sobre la posible conexión entre la transmisión
de la enfermedad y el número de especies que viven en los ecosistemas
complejos, pero parte del problema era simplemente el enorme número de
organismos que se necesitan para tomar muestras y las vastas áreas sobre
las que esos organismos vagan.
El nuevo estudio de la Universidad de Colorado supera este
problema mediante el estudio de pequeñas y más fáciles muestras de
ecosistemas. Pieter Johnson, profesor asistente del Departamento de
Ecología y Biología Evolutiva y autor principal del estudio y su equipo
visitaron cientos de estanques en California, grabando los tipos de
anfibios que viven allí, así como el número de caracoles infectados por
el patógeno ondatrae Ribeiroia.
"Mediante la recopilación de datos de cientos de estanques y miles
de huéspedes de anfibios, nuestro equipo fue capaz de proporcionar una
prueba rigurosa de la hipótesis, que tiene importancia para una amplia
gama de sistemas", explicó Johnson.
El equipo reforzó sus observaciones sobre el terreno, tanto con
pruebas de laboratorio diseñadas para medir cómo de propensa a la
infección era cada especie de anfibio y mediante la creación de réplicas
del estanque exterior con grandes tinas de plástico repletas de
renacuajos que fueron expuestos a un número conocido de parásitos. Todos
los experimentos llevaron a la misma conclusión: una mayor reducción de
la biodiversidad incidió en el éxito de las infecciones de anfibios y
el número de ranas deformes.
Los investigadores analizaron durante tres años 345 humedales y
malformaciones, que incluyen patas traseras perdidas, deformes o
adicionales, causadas por infecciones parasitarias en 24.215 anfibios y
catalogaron 17.516 caracoles, lo que les llevó a detectar que los
estanques con media docena de especies de anfibios tuvieron una
reducción del 78 por ciento en la transmisión del parásito en
comparación con estanques con una sola especie de anfibios. También
llevaron a cabo experimentos en el laboratorio y al aire libre con 40
estanques artificiales, cada uno equipado con 60 anfibios y 5.000
parásitos.
La razón de la disminución en las infecciones parasitarias a
medida que aumenta la biodiversidad está probablemente relacionada con
el hecho de que los estanques agregan especies de anfibios en un patrón
predecible, con la primera especie que parece ser la más propensa a la
infección y la segunda que tiende a ser menos propensa.
El equipo de investigación encontró que en un estanque con un solo
tipo de anfibio, el anfibio era casi siempre la rana coro Pacífico, una
criatura que es capaz de reproducirse rápidamente y colonizar los
hábitats de humedales, además de que también es especialmente vulnerable
a la infección y parásitos que inducen deformidades.
Por otra parte, la salamandra tigre de California era típicamente
una de las últimas especies en ser agregadas a una comunidad del
estanque y también una de las más resistentes a la infección
parasitaria. Por lo tanto, en un estanque con una mayor biodiversidad,
los parásitos tienen una mayor probabilidad de encontrar un anfibio que
es resistente a la infección y reducir la tasa de éxito global de
transmisión entre caracoles infectados y anfibios.
Este mismo patrón de que las comunidades menos diversas están
formadas por especies que son más susceptibles a la infección de la
enfermedad también puede jugar en los ecosistemas más complejos porque
las especies que se dispersan rápidamente a través de los ecosistemas
parece que compensan su capacidad de repdroducción con la de desarrollar
resistencia a las enfermedades.
"Esta investigación llega a la sorprendente conclusión de que todo el
conjunto de especies en una comunidad afecta a la susceptibilidad a la
enfermedad. La biodiversidad importa", destacó Doug Levey, director del
programa en la División de la Fundación Nacional de Ciencia de Biología
Ambiental, que ayudó a financiar la investigación.
"Nuestros resultados indican que una mayor diversidad reduce el éxito
de los agentes patógenos --concluye Johnson--. No obstante, si la
presión de infección es alta, por ejemplo, en un año con alta abundancia
de vectores, todavía habrá un riesgo significativo de enfermedad, por
lo que la biodiversidad simplemente funcionará para amortiguar el éxito
de la transmisión".
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