sábado, 12 de marzo de 2011

La artroscopia de cadera permite a pacientes jóvenes y deportistas volver antes a trabajar


La artroscopia de cadera para el tratamiento de choque en patología no artrósica permite a los pacientes jóvenes en edad laboral y a los atletas reanudar el trabajo y el deporte, y continuar sus carreras profesionales a nivel preoperatorio, así como mantener esa actividad durante varios años. Los resultados clínicos muestran una recuperación mucho más temprana, y con menos tasa de complicaciones que mediante la cirugía abierta.

   Esta es una de las conclusiones de la jornada de clausura del III Simposio Internacional de Cirugía Ortopédica y Traumatología, que ha finalizado esta semana en Santander, dirigido por Luis Pérez Carro, traumatólogo del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, y Pau Golanó, profesor de Patología y Terapéutica Experimental de la Facultad de Medicina de Barcelona.
   Según ha explicado Pérez Carro, el manejo de las lesiones de cadera en atletas ha evolucionado significativamente en los últimos años con el avance de las técnicas artroscópicas. La aplicación de técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas ha facilitado un retorno relativamente rápido a la actividad laboral o deportiva.
   Aunque la cirugía abierta ha ayudado a muchos pacientes a solucionar su patología, actualmente la cirugía artroscópica se ha convertido, a juicio de los dos codirectores del curso, en el mejor método para el tratamiento del la mayoría de los casos de choque femoroacetabular y de rupturas de labrum, dos patologías de desgaste en la cadera que no están ligadas a la artrosis en esa articulación
   La Unidad de Cirugía Artroscópica y Medicina Deportiva, dirigida por Pérez Carro, realiza tratamientos artroscópicos de todas las lesiones deportivas articulares: hombro, codo, muñeca, cadera, rodilla y pie desde el año 1990, con una experiencia acumulada de más de 2500 intervenciones de este tipo.
   La última innovación técnica que ha incorporado este grupo, desde el año 2005, es el tratamiento artroscópico del atrapamiento fémoroacetabular de la cadera, patología que ocasiona gran incapacidad tanto en pacientes deportistas como activos por el fuerte dolor que provoca.
   Si esta patología se detecta y trata lo suficientemente temprano evita por lo general, asegura el especialista cántabro, el desgaste articular (artrosis), y la lesión del cartílago. Actualmente llevan realizadas más de 350 casos y es centro de referencia nacional e internacional ahora mismo la Clínica Mompía.
   De todas las patologías de la cadera en el paciente joven, tal y como se ha puesto de relieve en el Congreso, la más frecuente es la que afecta al labrum por ruptura del mismo, debido a la deformidad de la cabeza cuello del fémur, o del acetábulo por sobrecobertura denominada como atrapamiento, roce o choque femoroacetabular
   Este último cuadro se manifiesta en el adulto joven, habitualmente en la tercera década de la vida. El afectado aqueja un dolor inguinal, a veces irradiado hacia la parte externa de la cadera y otras hacia la cara interna o la parte posterior del muslo.
   "Antes se pensaba que esta deformidad, una giba en la transición cabeza-cuello del fémur, era una consecuencia de la degeneración de esa articulación; recientemente se ha comprobado que se trata justo de lo contrario: la deformidad provoca la alteración en la degeneración articular de la cadera y explicaría el origen en gran parte de los casos de pacientes jóvenes a los que se les coloca una prótesis", han detallado Pérez Carro y Golanó.
   La técnica más avanzada para solucionar estos problemas y con mayor tasa de éxito es la cirugía artroscópica. La evidencia reciente apoya no solo el tratamiento de los pacientes habituales entre 25 y 55 años, sino también por debajo de esa edad, así como mayores de 60 años sin artrosis. "De ahí que el reto de la artroscopia de cadera pase por reducir al mínimo el número de implantes, sobre todo en jóvenes expuestos a tasas de recambio elevadas", han recalcado los dos codirectores del simposio.

El abordaje 'pret-a-porter' del cáncer de páncreas permitirá ajustar mejor su tratamiento

El Centro Integral Oncológico Clara Campal (CIOCC), anexo al Hospital Universitario Sanchinarro de Madrid, está desarrollando un nuevo y novedoso abordaje 'pret-a-porter' de uno de los tumores con menos supervivencia, el cáncer de páncreas, que permitirá ajustar el tratamiento y mejorar el pronóstico de estos pacientes.

   Así lo han destacado en el marco del IV Curso Internacional en Neoplasias Digestivas organizado por HM Hospitales y la Facultad de Medicina de la Universidad CEU San Pablo de Madrid.
   Según ha explicado el coordinador de la Unidad de Tumores Digestivos del CIOCC, Antonio Cubillo, este abordaje consiste en analizar el genoma y los marcadores moleculares de un tumor mediante las células circulantes del tumor en la sangre.
   Al poder acceder al banco de líneas celulares del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, que incorpora información genética de estos tumores y muchos de los fármacos antitumorales actualmente en el mercado o en investigación, es posible comparar las muestras de cada pacientes con las dicho banco de datos a fin de "determinar qué fármaco es más sensible" en cada caso.
   Así, "mientras la persona recibe la primera línea estándar de tratamiento, se recoge toda la información molecular para que sea la más adecuada para él".
   Además, el doctor Cubillo apunta que esta aproximación al tumor también se ha conseguido en semiinjertos, es decir, en muestras de tumores trasplantadas al ratón, "demostrando que lo que funciona en el ratón funciona también en el paciente".
   "Este tipo de abordaje permitirá cambiar el enfoque tradicional del tratamiento contra estos y otros tumores", advierte este experto, hasta el punto de que "en unos años los tumores no se tratarán por localización sino según características genéticas de la célula tumoral".
   No obstante, Cubillo reconoce que "para obtener y analizar la información molecular se requiere tiempo", de cuatro meses si se hace en semiinjertos o un mes en las células circulantes, por lo que "muchas veces hay que empezar a tratar al paciente y, mientras, se van investigando los fármacos que mejor le encajan".
   Esto hace necesario una "actuación muy rápida" porque la mitad de los pacientes con tumores pancreáticos se diagnostican con metástasis y, en estos casos, su supervivencia de vida es de apenas ocho meses.  
   Por otro lado, durante este curso también se han analizado los avances en el tratamiento individualizado en otros tumores, como los de recto, en los que han observado que si utilizan la quimioterapia de la quimioradioterapia preoperatoria seleccionada por dianas moleculares y se suben las dosis de radioterapia con IMRT, se consigue una respuesta patológica del 60 por ciento, "cuando con el tratamiento normal es del 15 por ciento".
   Del mismo modo, en esta jornada sus participantes se han mostrado a favor de que las agencias regulatorias europea y americana, EMA y FDA respectivamente, cambien sus criterios para la aprobación de medicamentos, porque "la dinámica clásica de sólo grandes estudios en fase III ya no es posible".
   "Tienen que ser grupos pequeños de pacientes con alteraciones genéticas en los un fármaco en concreto sea muy eficaz, ya que el tratamiento tiende a ser cada vez más especializado", ha recordado Cubillo.

El 50% de los afectados por glaucoma todavía no lo sabe

Aproximadamente el 50 por ciento de los afectados por glaucoma desconoce que la enfermedad está empezando a dar sus primeros pasos, según ha destacado el Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM), Julián García Sánchez, con motivo del Día Mundial del Glaucoma, que se celebra este sábado.

   El glaucoma es conocido como la "ceguera silenciosa" porque es una enfermedad que "no da ninguna sintomatología", explica García Sánchez, que también es profesor Emérito de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid.
   "Aparece en personas presuntamente normales", insiste este experto, que asegura que es necesario concienciar a la sociedad sobre la importancia del diagnóstico precoz y sobre la necesidad de conocer los factores que pueden inducir su aparición.
   "La eficacia del tratamiento depende del diagnóstico precoz. Si el glaucoma se detecta en una fase reciente el sujeto responde bien al tratamiento, pero si se hace en una fase tardía lo único que se puede conseguir es que el afectado mantenga una situación de grave deficiencia visual", aclara García Sánchez.
   El glaucoma es una enfermedad que afecta al nervio óptico y la probabilidad de "evitar la ceguera disminuye a medida que avanza la patología". Entre los factores de riesgos asociados destaca la presión intraocular alta, la miopía alta, la edad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y la genética.
   La presión intraocular alta es uno de los principales indicadores y como detalla García Sánchez, que también es coordinador de la red temática de investigación en Oftalmología del Instituto de Salud Carlos III, "cuando se sitúa por encima de 20 mm de mercurio puede ser un signo sospechoso de la existencia de la enfermedad".
   En este sentido, el oftalmólogo recomienda a la población que se realicen revisiones periódicas de la presión intraocular. En concreto, aconseja su realización cada dos años durante los primeros años de vida y una vez al año a partir de la mediana edad (50 años).
   Asimismo, en el caso de que existan antecedentes familiares de glaucoma se debe prestar más atención, ya que su presencia "multiplica por cinco la probabilidad de aparición de la patología" y las revisiones de la presión intraocular se deberían hacer con mayor frecuencia.
   Junto a esta prueba se "debe tener en cuenta también" el resultado del estudio de campo visual sobre "la amplitud de visión en el espacio" y las exploraciones en el fondo de ojo, que pueden revelar daños en el nervio, que no se manifiestan en los niveles de presión intraocular.
   Para valorar el fondo de ojo actualmente se utilizan tres instrumentos: el HDR, OCT y GDx. "Estas técnicas comparan la imagen del nervio con un modelo de imagen de personas con valores normales y, teniendo en cuenta diversos factores como la edad, determinan las probabilidades de desarrollar glaucoma", explica García Sánchez.
   Respecto a la edad, el glaucoma tiene más incidencia en las personas de mayor edad. De hecho, en los mayores de 70 años se estima que afecta a un 5 por ciento de la población, y en las personas que superan los 80 años la incidencia llega hasta cotas de entre el 7 y el 10 por ciento, mientras que en los menores de 40 años no supera cifras del 0,5 por ciento.
   "El humor acuoso sale a través de unos filtros que se obstruyen con los años. Normalmente, estos vasos suelen tener capacidad suficiente para que no suba la presión, pero si existe predisposición genética al glaucoma se obstruyen más y no son capaces de impedir el aumento de presión intraocular", aclara el Académico de Número de la RANM.
   Una razón similar es la que explica que la diabetes y las enfermedades cardiovasculares sean factores de riesgo de esta enfermedad. "Las enfermedades cardiovasculares conducen a un deterioro de los vasos sanguíneos, que también afectan a los filtros del humor acuoso", justifica García Sánchez.
   Por su parte, los diabéticos presentan un problema metabólico y como consecuencia estos finos vasos se van obstruyendo y dan lugar, por tanto, al "mismo proceso degenerativo. Nuestro organismo esta muy coordinado, tanto para la bueno como para lo malo", concluye el experto.

El diagnóstico genético es clave para aumentar la esperanza de vida de pacientes con síndrome de Rett

El síndrome de Rett es un trastorno neurológico que afecta a una de cada 10.000 niñas recién nacidas en España y, gracias al diagnóstico genético durante los primeros meses de vida, se consigue "ajustar el tratamiento" de estas pacientes, mejorando su calidad de vida e incluso su supervivencia.

   Así lo ha asegurado la doctora Judith Amstrong, especialista en Genética Molecular Humana del Hospital San Juan de Dios de Barcelona, que ha participado este fin de semana en el primer Congreso de Síndromes Hipotónicos-Síndrome de Rett, organizado por la Universidad Europea de Madrid (UEM).
   "Las niñas que nacen ahora están mucho mejor diagnosticadas y cuidadas que las de hace 30 años", ha reconocido esta experta después de que hace poco más de diez años se detectara la mutación genética que causa este síndrome, el segundo de mayor incidencia después del síndrome de Down.
   Este trastorno, que afecta a unas 2.500 personas en España, está causado por una mutación genética ligada al cromosoma X, de ahí que "sólo afecte a niñas", y generalmente aparece entre los 6 y 18 primeros meses de vida.
   Después de un periodo "aparentemente normal", como reconoce Amstrong, se inicia un retroceso neurológico por el que "poco a poco dejan de moverse, y si habían empezado a hablar o caminar, dejan de hacerlo".
   La enfermedad continúa avanzando con un deterioro físico que afecta a toda la parte muscular, de ahí que empiecen a aparecer problemas de escoliosis, crisis epilépticas y disfunciones respiratorias.
   "Llega a causar hasta un 90 por ciento de invalidez", explica esta experta, ya que "el cuerpo se va quedando más pequeño y se va curvando", lo que hace que muchas deban ir en silla de ruedas.
   Sin embargo, y aunque todavía no hay un tratamiento curativo contra esta enfermedad, el diagnóstico genético ha permitido "definir los deterioros que va a sufrir cada paciente" y poder "ajustar mejor los cuidados" que necesita y "mejorar su supervivencia".
   "La estimulación precoz, la fisioterapia, la hidroterapia, la equinoterapia o la logopedia, los profesionales sanitarios pueden ayudar a estas niñas y a sus familias en el día a día de la enfermedad", ha explicado.
   De hecho, un 70 por ciento de estas niñas viven más de 35 años, gracias también a que "en un momento dado se produce un estancamiento del proceso de regresión neurológica que conlleva a un deterioro físico".
   Así, hay quienes "intentan retomar el contacto social con el entorno y, aunque no hablan, se intentan comunicar de alguna manera", mientras que otras pacientes, las que presentan las formas más leves de la enfermedad, "no llegan a ser autistas".
   "Muchas no ingieren bien o pueden tener infecciones del tracto digestivo, pero si se controla esto y están bien cuidadas, pueden tener una esperanza de vida muy alta", reconoce la doctora Amstrong.
   Además, en los últimos años se están produciendo avances en terapia génica o protéica, destinados a desarrollar nuevos fármacos para conseguir primero frenar el desarrollo de la enfermedad y, en última instancia, curarla. "Aunque todavía es pronto, los avances son prometedores", ha asegurado.

Tres de cada cuatro esquiadores no saben el tipo de filtro óptico de sus gafas

Unos seis millones de personas acuden cada temporada a las estaciones españolas de esquí pero hasta tres de cada cuatro, un 76 por ciento, admiten desconocer el tipo de filtro óptico que llevan los cristales de las gafas que utilizan para protegerse de los rayos solares en altitudes elevadas.

   Así se desprende de las conclusiones de un estudio elaborado por el Instituto Federópticos y la Fundación Visión COI, cuyos autores consideran "significativo" este desconocimiento cuando hasta el 84 por ciento de los encuestados admite conocer los daños que puede provocar el uso de un filtro inadecuado.
   "Los riesgos en la visión son sumatorios e incluso pueden aparecer años después", ha asegurado la presidenta de la Fundación Visión COI, Marisol García Rubio, ya que en la nieve se refleja hasta el 80 por ciento de los rayos ultravioleta (UV) y una sobreexposición a esta radiación puede producir oftalmía de nieve o queratoconjuntivitis, una inflamación de la córnea y de la conjuntiva.
   Del total de encuestados, la mayoría (88%) contaba con un nivel de esquí que oscilaba entre medio y competición y, de estos, la mitad utilizaba de forma habitual gafas de ventisca, dado el creciente uso de cascos de seguridad, y hasta el 35 por ciento con gafas de sol.
   Tras analizar los filtros ópticos con un espectroscopio, observaron que el 70 por ciento de las gafas de ventisca contaban con una categoría de protección nivel 1 y el 30 por ciento restante de nivel 2, un índice de protección que los expertos consideran "insuficiente y potencialmente peligroso si el día está soleado".
   En lo que se refiere a gafas de sol, la protección más usada era de 3 y 4, con un 60 y 28 por ciento respectivamente.
   Además, aunque todos los filtros solares analizados mostraban un nivel óptimo de protección a la radiación UV, sólo el 25 por ciento de las lentes solares carecían de protección a la radiación infrarroja y, en el caso de las máscaras de ventisca, este valor aumenta hasta alcanzar un 90 por ciento.
   El exceso de esta radiación puede llevar a un problema de cataratas o pterigión, debido al efecto de dilatación de la pupila, ya que "a menor índice de luz, la pupila se dilata, con lo que su grado de protección frente a afecciones externas desciende de forma cuantitativa".
   El estudio ha mostrado además que, pese a que el 43 por ciento de los esquiadores encuestados usan gafas en su vida normal, casi la mitad (48%) las abandonan para esquiar.
   En cuánto al 52 por ciento que sí mantiene su protección ocular en las pistas, el 35 por ciento lo hace con lentes de contacto, el 9 por ciento con gafas de ventisca con suplemento, el 6 por ciento con gafas de sol graduadas y el 2 por ciento restante, utiliza una gafa normal dentro de la de ventisca.  
   Según el presidente del Instituto Federópticos, Xavier Vivas, es necesario que aquellas personas que practiquen esquí "consulten a un profesional sanitario de la visión", al que deben exponer las horas de práctica diarias y el nivel de esquí con el que cuentan para que determine el grado de protección recomendado.
   De este modo, asegura, se podrán prevenir "problemas muy serios de visión a medio y largo plazo".
   Además, proponen que antes de esquiar y, al igual que se hacen ejercicios de estiramientos, se debe practicar 'palming' durante 30 segundos, una práctica que consiste en intentar ver negro tapando los ojos con las palmas de las manos, ya que así se repone el pigmento de la retina.