Investigadores del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas (CNIO) han completado en España la primera
secuenciación del exoma, parte del genoma que contiene la información
para la síntesis de proteínas, del cáncer de vejiga no infiltrante, el
tipo más frecuente de cáncer de vejiga y el que presenta mayor número de
recurrencias.
Los resultados, publicados en la revista 'Nature Genetics',
revelan nuevas vías genéticas involucradas en la enfermedad, como la
división celular y la reparación del ADN, así como nuevos genes no
descritos hasta la fecha y que podrían ser clave para entender su origen
y evolución.
"Sabemos muy poco sobre la biología del cáncer de vejiga, útil
para clasificar a los pacientes, predecir recaídas e incluso prevenir la
enfermedad", dice Cristina Balbás, investigadora que cursa su doctorado
en el laboratorio de Real y primera firmante del artículo.
El cáncer de vejiga representa un grave problema de salud pública
en muchos países, especialmente en España, donde se registran 11.200
nuevos casos cada año, una de las incidencias más altas en todo el
mundo. La mayoría de estos tumores cursan con un buen pronóstico (70-80%
de supervivencia a los cinco años del diagnóstico) y no infiltran el
músculo de la vejiga en el momento del diagnóstico.
Pero, a pesar de ello, muchos de los tumores recurren
periódicamente, lo que exige una estrecha vigilancia mediante
citoscopias y afecta en gran medida la calidad de vida de los pacientes,
al tiempo que representa elevados costes sanitarios.
El trabajo ha consistido en el análisis del exoma procedente de 17
pacientes diagnosticados de cáncer de vejiga y la posterior validación
de los resultados mediante el estudio de un grupo específico de genes
con 60 pacientes adicionales.
"Hemos descubierto hasta 9 nuevos genes alterados que no se habían
descrito en este tipo de tumores, de los cuales encontramos que STAG2
está inactivado en casi un 40 por ciento de los tumores menos
agresivos", según ha destacado Francisco X. Real, jefe del Grupo de
Carcinogénesis Epitelial.
Algunos de estos genes están involucrados en vías genéticas no
descritas antes en el cáncer de vejiga como la división celular y la
reparación del ADN.
Además, los investigadores también han confirmado otras vías
genéticas descritas anteriormente en este tipo de cáncer como la
remodelación de la cromatina.
Una de ellas es el STAG2, un gen asociado al cáncer desde hace tan
solo 2 años, aunque "poco se sabe de él, y nada sobre su relación con
el cáncer de vejiga", amplía Balbás.
Estudios anteriores proponen que participa en la repartición de
los cromosomas, contenedores del material genético, cuando las células
se dividen; de ahí su posible relación con cáncer, aunque también se ha
relacionado con el mantenimiento de la estructura 3D del ADN o la
regulación génica.
Contrariamente a lo que cabría esperar, el artículo revela que los
tumores que tienen alterado este gen carecen con frecuencia de
alteraciones en el número de cromosomas, lo que indica, según Real, que
"este gen participa en cáncer de vejiga a través de mecanismos distintos
a la repartición de los cromosomas".
Los autores han descubierto también, mediante el análisis de
tejido tumoral procedente de más de 670 pacientes, que las alteraciones
en STAG2 están asociadas, sobre todo, a tumores de pacientes con mejor
pronóstico.
El cómo y el porqué de estos fenómenos todavía están por
descubrir, pero los investigadores vaticinan que "las mutaciones en
STAG2 y otros genes adicionales que demostramos alterados podrían
proporcionar nuevas oportunidades terapéuticas en algunos subgrupos de
pacientes".