viernes, 24 de enero de 2014

El omega-3, ¿nueva herramienta para mantener la memoria?

WASHINGTON.- Las personas con niveles más altos de los ácidos grasos omega-3 presentes en el aceite de pescado pueden tener también volúmenes cerebrales más grandes en la vejez que equivalen a preservar entre uno y dos años de salud cerebral, según un estudio publicado en la edición digital de 'Neurology'. La disminución del volumen cerebral es una señal de la enfermedad de Alzheimer, así como del envejecimiento normal.

   Para el trabajo, se analizaron los niveles de ácidos grasos omega-3 EPA + DHA en las células rojas de la sangre de 1.111 mujeres que formaron parte del 'Women's Health Initiative Memory Study'. Ocho años más tarde, cuando las mujeres tenían una edad media de 78 años, se tomaron imágenes por resonancia magnética para medir su volumen cerebral.
   Las personas con niveles más altos de omega-3 presentaban un volumen total del cerebro más grande ocho años después del inicio del estudio. Las que poseen el doble de niveles de ácidos grasos (7,5 frente a 3,4 por ciento) registraban un volumen cerebral un 0,7 por ciento más grande.
"Estos niveles más altos de ácidos grasos se pueden lograr a través de la dieta y el uso de suplementos. Los resultados sugieren que el efecto sobre el volumen del cerebro es el equivalente a retrasar entre uno y dos años la pérdida normal de las células cerebrales que provoca el envejecimiento", resume el autor del estudio James V. Pottala, de la Universidad de Dakota del Sur en Sioux Falls, Estados Unidos, y el Laboratorio de Diagnóstico de Salud, en Richmond, Virginia, Estados Unidos.
   Las personas con niveles más altos de ácidos grasos omega-3 también tenían un volumen un 2,7 por ciento más grande en el área del hipocampo del cerebro, que desempeña un papel importante en la memoria. En la enfermedad de Alzheimer, el hipocampo comienza a atrofiarse, incluso antes de que aparezcan los síntomas.

La exposición a temperaturas frías puede ayudar a perder peso

ÁMSTERDAM.- La exposición regular al frío leve puede ser una manera saludable y sostenible de ayudar a las personas a perder peso, según escriben los autores de una nueva investigación en la edición de esta semana de 'Trends in Endocrinology & Metabolism'

Por otro lado, esto significa que los hogares y las oficinas que son cálidos y agradables podrían ser en parte responsables de que engordemos.
"Dado que la mayoría de nosotros estamos expuestos a las condiciones del interior el 90 por ciento de las veces, vale la pena explorar los aspectos sanitarios de la temperatura ambiente", dijo el primer autor del artículo, Wouter van Marken Lichtenbelt, del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, Países Bajos.
"¿Qué pasaría si dejamos que nuestros cuerpos funcionan de nuevo para controlar la temperatura corporal? Nuestra hipótesis es que el ambiente térmico afecta a la salud humana y, más concretamente, que una exposición frecuente al frío leve puede afectar significativamente nuestro gasto de energía durante periodos de tiempo sostenidos", argumenta.
Marken Lichtenbelt y sus colegas comenzaron a estudiar los efectos del frío leve hace unos diez años. Según estos científicos, tienen pruebas que sugieren que una temperatura interior más variable, una que se deja a la deriva junto con la temperatura exterior, podría ser beneficiosa, aunque los efectos a largo plazo todavía necesitan una mayor investigación.
Un grupo de investigación de Japón encontró una disminución de la grasa corporal después de que los participantes pasaran dos horas por día a 17 grados Celsius durante seis semanas. El equipo de Países Bajos también vio que la gente se acostumbra al frío con el tiempo y tras seis horas al día en temperaturas frías por un periodo de diez días, la gente en su estudio aumentó la grasa parda o marrón, se sentía más cómoda y tiritó menos a 15 grados.
   En las personas jóvenes y de mediana edad, al menos, la producción de calor para no temblar puede suponer desde un pequeño porcentaje hasta un 30 por ciento del presupuesto de energía del cuerpo, destacan los científicos. Eso significa que temperaturas más bajas pueden afectar significativamente la cantidad de energía que una persona gasta en general.
   Así que, según los autores del estudio, tal vez, además de practicar ejercicio, tenemos que entrenarnos para pasar más tiempo en el frío. "La temperatura interior en la mayoría de los edificios está regulada para minimizar el porcentaje de personas insatisfechas", escriben los investigadores.
"Esto se traduce en temperaturas relativamente altas de interior en invierno. Esto es evidente en las oficinas, en las viviendas y es más pronunciado en los centros de atención y hospitales. Por falta de exposición a ambientes con  temperatura variada, poblaciones enteras pueden ser propensas a desarrollar enfermedades como la obesidad. Además, las personas se vuelven vulnerables a los cambios repentinos en la temperatura ambiente", concluyen.