Noticias médicas, sanitarias y de salud en español, como exponentes del avance científico en el diagnóstico, tratamiento y curación, seleccionadas para el público en general por periodistas profesionales universitarios.Fundado por F. Poveda
MADRID.- Junto a los trabajadores de las residencias de mayores, el colectivo de los profesionales sanitarios fue
de los primeros en España en recibir la vacuna contra el Covid-19. De
su propia salud dependían la de cientos de miles de ciudadanos, por eso
las autoridades sanitarias priorizaron su inmunización respecto a otros
grupos.
A pesar de ello, y a pesar de la disponibilidad actual de dosis,
aún hay en torno a un 7 por ciento de empleados de la salud que
no se ha puesto o ha rechazado la inoculación de la inyección contra el
coronavirus. En datos concreto, a día de hoy, según la última
encuesta de población activa (EPA) en España hay 1,1 millones de
trabajadores sanitarios, lo que supone que más de 77.000 de estos
trabajadores sigue sin vacunarse, publica Redacción Médica.
Un índice que, incluso, en algunas comunidades autónomas es aún mayor, según ha podido comprobar Redacción Médica. Es el caso de Navarra, en donde se ha pinchado el
87 por ciento de los profesionales del sistema de salud. O lo que es lo
mismo, el 13 por ciento de estos trabajadores no dispone de vacuna.
Este es motivo por el cual, desde el Departamento de Salud insisten en
la concienciación de la importancia de la vacuna, no solo
como protección individual sino colectiva.
Sin embargo, la Consejería resalta la dificultad para terminar de
vacunar a aquellos que rehúsan de hacerlo. Las autoridades sanitarias
navarras no tienen fijada una postura concreta y clara respecto a tomar
algún tipo de medida con aquellos profesionales que sigan sin querer
vacunarse, “ya que es una cuestión muy controvertida incluso desde el punto de vista del derecho”, tal y como reconocen las mismas fuentes.
"Los sanitarios sin vacunarse suponen una cuestión muy controvertida incluso desde el punto de vista del Derecho"
Otra región en una situación similar es el archipiélago de las Islas Canarias,
con un 11 por ciento, aproximadamente, de profesionales sanitarios que
declinan o no han sido beneficiarios de alguna dosis.
En el otro
conjunto de islas, en las Baleares, tienen cobertura
completa el 92,25 de los trabajadores que están en primera línea
prestando servicios contra la enfermedad. Una marca que se incrementa
hasta el 93 por ciento si se tiene en cuenta a toda la plantilla de
sanitarios del servicio de salud regional, es decir, que el 7 por ciento
no se ha vacunado.
Porcentaje similar es el de Cataluña, donde todavía el 6,5 no está protegido ante el Covid.19. Mientras, la cifra se sitúa en un 6 por ciento en la Región de Murcia, un 4,55 por ciento en País Vasco y otro 4 por ciento en la Comunidad Valenciana.
Un número que gira en torno al 4 por ciento en regiones como Andalucía y La Rioja, y que se reduce hasta tan solo un 0.4 por ciento en Extremadura.
Otras comunidades como la de Madrid, Galicia o Murcia reconocen que la
media de profesionales sanitarios que sigue sin vacunarse
gira en torno a los mismos niveles que el resto de comunidades.
El de profesionales sanitarios no vacunados es un número del que
algunas comunidades autónomas no disponen porque, a la hora de elaborar
sus datos no discriminan por grupos profesionales, como lo es el de los
sanitarios.
Lo que no aparece en los medios no existe. No sólo no está habiendo muertos sino que tampoco hay efectos adversos, ni graves ni leves. Nada de nada. Todo va bien. El canon se confirma: las vacunas contra el coronavirus están salvando vidas, lo mismo que las demás. Las vacunas han erradicado muchas enfermedades en el pasado y lo mismo harán con ésta.
Para saber algo del asunto hay que acudir, lo mismo que en el franquismo, a fuentes extranjeras, y entonces nos encontramos con que, en efecto, hay personas que están muriendo inmediatamente después de ser vacunadas. Algo es algo.
Ahora bien, su muerte no tiene relación con las vacunas, nos dicen las fuentes oficiales (que son casi todas), lo
cual nos alivia enormemente. Esa falta de relación sólo aparece cuando
se trata de muertes. Si hablamos de efectos secundarios no letales,
entonces el discurso cambia: los efectos secundarios sí están causados
por las vacunas.
No obstante, a veces las explicaciones oficiales sobre las vacunas y las muertes no se sostienen y entonces el argumento retrocede a la siguiente trinchera: el número de casos es insignificante con respecto al total de vacunados. Es preferible el remedio a la enfermedad. Luego las vacunas salvan vidas, “quod erat demonstrandum”.
Con la muerte de 33 ancianos en Noruega, los responsables de salud dicen que el porcentaje está por debajo del uno por mil. Es
muy poquito. Casi nada. Pero eso es algo que se lo deben decir a los
familiares de los fallecidos y, si es posible, a la cara.
No podemos olvidar que la disparatada pretensión de la mayor parte de
los gobiernos del mundo es vacunar a millones de personas, por lo que
esos “pequeños porcentajes” van a multiplicar el número de cadáveres. Si en España vacunan a 20 millones de personas, tendremos 20.000 muertos y el sistema de “salud” seguirá mirando para otro lado. Como si la cosa no fuera con ellos.
Si la vacuna es un instrumento de prevención de la salud, como reza el canon, hasta el más reacio puede comprender que esos 20.000 fallecidos son personas sanas.
La vacuna contra el coronavirus es voluntaria. Para poder inocular a una persona, debe prestar su consentimiento expreso y el médico le debe informar cabalmente acerca -entre otras cosas- de los riesgos, lo cual no se está haciendo en absoluto por
muchas razones, entre otras porque la única preocupación es hacerlo
rápido, e incluso que lo haga quien sea, aunque no sea médico.
Es una chapuza aunque, bien visto, no cambiaría mucho si el informador es un médico, porque la mayor parte de ellos se atienen al canon. Ninguno de ellos admitirá en presencia del candidato que el riesgo es mínimo y que él puede estar dentro del uno por mil que va a caer en el hoyo. Los médicos están haciendo lo mismo que los medios de comunicación: callar. El plan de vacunación masivo y acelerado sería impensable sin ese silencio.
Por
su propia naturaleza, un problema de salud pública adquiere
inmediatamente una dimensión política y social. Cuando se están
produciendo miles de muertes, la primera obligación es la determinar su
causa, investigar y poner remedio.
Sin
embargo, la directora de salud pública de Noruega, Camilla
Stoltenberg, ha confesado públicamente en rueda de prensa que no han
analizado las causas del fallecimiento de 33 ancianos después de recibir
la vacuna porque todos los días mueren 45 ancianos en los asilos del
país escandinavo y porque eran personas muy enfermas, terminales. Se
hubieran muerto de todas maneras, tarde o temprano.
La intervención de la responsable noruega no pudo ser más vergonzosa, a la altura del cúmulo de declaraciones oficiales de todo tipo que llevamos escuchando desde que apareció la pandemia hace un año. No hay relación de causa a efecto, dice Stoltemberg, aunque quizá sí: los efectos secundarios “pudieron haber coadyuvado en un desenlace fatal en algunos enfermos frágiles”.
La respuesta oficial es, pues, un “no” pero “sí”. Es posible. Puede ser, y en consecuencia Noruega ha cambiado el protocolo médico y ahora exige realizar una evaluación médica previa antes de la inoculación. Si los muertos no han tenido relación con la vacuna, ¿por qué cambian ahora los procedimientos médicos?
Si los efectos adversos más inmediatos, a corto plazo, de las vacunas no se admiten de ninguna manera, ¿qué ocurrirá con los efectos a largo plazo? Es
algo que no interesa a nadie y mucho menos interesará cuanto más tiempo
transcurra. La atención estará centrada entonces en otros asuntos. Nadie se acordará de los muertos y nadie preguntará nada.
(*) Abogado y economista, Premio de la Revista del Colegio de Abogados de Madrid
La
Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) en su
octavo informe de farmacovigilancia de las vacunas Covid-19, dice que
“de las notificaciones de acontecimientos adversos consideradas graves
recibidas hasta el 5 de septiembre, 300 presentaron un desenlace
mortal”.
Sin embargo, la Agencia apostilla que “estos acontecimientos no pueden
considerarse relacionados con las vacunas por el mero hecho de
notificarse”.
“En la gran mayoría de los casos notificados en España, el
fallecimiento se puede explicar por la situación clínica previa del
paciente y/u otros tratamientos que estuviera tomando y las causas son
diversas sin presentarse un patrón homogéneo”, añaden…
Sin embargo, según ha podido saber Redacción Médica
la Agencia por el momento prefiere no confirmar cuántos de esos
fallecidos son causa directa de las vacunas (si es que los hay) y se
remite a esos 300 fallecidos...
NUEVA YORK.- Aunque los funcionarios de salud pública y los principales medios de
comunicación afirman que ahora la pandemia de COVID-19 es “una pandemia
de personas sin vacunar”, sabemos que esta afirmación se basa en estadísticas muy engañosas, según el sitio de Internet https://articulos.mercola.com
En una rueda de prensa de la Casa Blanca, el 16 de julio de 2021, la
directora de los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades de Estados Unidos, la Dra. Rochelle Walensky, afirmó que
“más del 97 % de las personas que ingresan al hospital en este momento
son personas que no han recibido la vacuna”. Unas semanas más tarde, en
una declaración del 5 de agosto de 2021, ella reveló sin querer cómo se
produjo esa estadística.
Resulta que los CDC analizaban los datos de hospitalización y
mortalidad desde enero hasta junio de 2021, un período durante el cual
la mayor parte de la población de Estados Unidos aún no se había
vacunado.
Pero ese no es el caso ahora. Los CDC también juegan con las
estadísticas de otras formas para crear la impresión falsa e inexacta de
que las personas sin vacunar constituyen la mayor parte de las
infecciones, hospitalizaciones y muertes. Por ejemplo, ahora nos
enteramos de que la agencia cuenta como personas sin vacunar a todas las
que murieron dentro de los primeros 14 días posteriores a la vacuna.
Eso no solo infla de manera imprecisa la cantidad de muertes en
personas sin vacunar, sino que también oculta los peligros reales de las
vacunas antiCOVID, ya que la mayoría de las muertes por estas vacunas
ocurren dentro de las primeras dos semanas. Ahora
los fallecimientos se cuentan como muertes en personas sin vacunar en
lugar de contarse como muertes debido a lesiones por las vacunas o
infecciones por COVID-19!
Cómo cuentan los CDC el repunte de casos
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, no
se considera que una persona está completamente vacunada hasta que
hayan transcurrido 14 días desde la segunda dosis en el caso de Pfizer o
Moderna, o 14 días después de la primera dosis de Janssen. Así es como
los CDC definen un repunte de casos en personas vacunadas:
“Un repunte de infección por la vacuna se define como
la detección de ARN o de antígeno del SARS-CoV-2, en una muestra
respiratoria recolectada de una persona ≥14 días después de haber
completado todas las dosis recomendadas de la vacuna autorizada para el
COVID-19 por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados
Unidos (FDA, por sus siglas en inglés)”.
En otras palabras, si ya recibió una dosis de Pfizer o Moderna y
desarrolla COVID-19 sintomático, ingresa al hospital o muere de COVID,
se contará como un caso de una persona sin vacunar. Si ya recibió dos
dosis y se enferma dentro de los 14 días, todavía se cuenta como un caso
de una persona sin vacunar.
El problema con esto es que más del 80 % de las hospitalizaciones y
muertes parecen ocurrir en las personas que se vacunan, pero esta
realidad está oculta por la forma en que se definen y se cuentan los
casos. Una estrategia muy inteligente y común por parte de los CDC
durante la pandemia, ha sido cambiar las definiciones y reglas para que
apoyen su narrativa nefasta.
Por ejemplo, los CDC cambiaron la definición de “vacuna” sin que
nadie supiera, para poder denominar como vacunas a las terapias génicas
de ARNm antiCOVID. En una versión archivada del 26 de agosto de 2021, los
CDC definen “vacuna” como un “producto que estimula el sistema
inmunológico de una persona para producir inmunidad a una enfermedad
específica y protegerla contra esa enfermedad”.
Pero unos días después, apareció una nueva definición en el sitio web de los CDC, que
ahora dice que una vacuna es una “preparación que sirve para estimular
la respuesta inmunológica contra las enfermedades”. Las diferencias en
las definiciones son sutiles pero distintas: la primera definió una
vacuna como algo que “producirá inmunidad”.
Pero debido a que las vacunas antiCOVID-19 no están diseñadas para
detener la infección, sino más bien, para disminuir el grado de
infección, resulta obvio que la nueva definición se creó para incluir a
las vacunas antiCOVID.
Existen diferentes pautas de prueba para las personas vacunadas y sin vacunar
No es solo la definición de los CDC lo que tergiversa los datos. Lo
que es más atroz e ilógico es el hecho de que los CDC tienen dos tipos
diferentes de pautas de prueba: una para los pacientes vacunados y otra
para los pacientes sin vacunar.
Desde que comenzó la pandemia, los CDC han recomendado un umbral de ciclo de prueba de PCR (CT) de 40. Esto
va en contra del consenso científico, que durante mucho tiempo ha dicho
que un CT superior a 35 producirá un 97 % de falsos positivos.
A mediados de mayo de 2021, los CDC redujeron su recuento de CT
recomendado, pero solo para los pacientes que recibieron una o más dosis
de la vacuna antiCOVID. Por
lo tanto, si ya recibió la vacuna antiCOVID, las pautas de los CDC
exigen que su prueba de PCR se realice a un CT de 28 o menos. Si aún no
se ha vacunado, su prueba de PCR se debe realizar a un CT de 40, lo que
sobrestima la verdadera prevalencia de la infección.
El resultado final es que las personas sin vacunar que se hacen la
prueba son mucho más propensas a obtener falsos positivos, mientras que
las que ya recibieron la vacuna tienen más probabilidades de obtener un
diagnóstico preciso de la infección.
La hospitalización y la muerte son las únicas cosas que cuentan si ya recibió la vacuna antiCOVID
Pero eso no es todo. Los CDC también ocultan las fallas de las
vacunas y refuerzan la narrativa de la “pandemia de las personas sin
vacunar”, al contar solo el repunte de casos que causan hospitalización o
muerte en personas vacunadas.
En otras palabras, si recibió la segunda dosis de la vacuna antiCOVID
hace más de 14 días y presenta síntomas, eso no cuenta como un repunte
de casos en personas vacunadas, a menos que ingrese al hospital o que
muera por COVID-19 en el hospital, incluso si da positivo en una prueba.
Entonces, para resumir, el repunte de casos de COVID en personas
vacunadas, solo se cuenta si se aplican todos los siguientes datos:
El paciente recibió la segunda dosis de Pfizer o Moderna al menos
hace 14 días (o una dosis en el caso de la vacuna de Johnson &
Johnson)
El paciente dio positivo para SARS-CoV-2 con un CT de 28 o menos, lo que evita falsos positivos
El paciente ingresó al hospital por COVID-19 y muere ahí mismo
Las personas vacunadas tal vez compensan la mayor parte de las hospitalizaciones
Si las personas vacunadas y sin vacunar no se trataran con estándares
tan variables, tal vez descubriríamos que las personas vacunadas ahora
constituyen la mayor parte de las hospitalizaciones, lo que hace que la
pandemia de COVID involucre a ese mismo grupo de personas. Un artículo
del 30 de agosto de 2021, en el diario The Epoch Times, revela lo que en
realidad sucede:
“Después de una serie de pruebas, a mi amigo le
diagnosticaron pancreatitis. Pero fue más fácil para la burocracia
hospitalaria registrar la admisión como un caso de COVID. Los
principales medios de comunicación dicen que los casos graves de COVID
por lo general ocurren en las personas sin vacunar. ¿Es eso lo que en
realidad sucede?
Pero ese no es el caso de Israel, el primer país en
vacunar a casi todos sus ciudadanos contra el virus. Ya que ahora tiene
una de las tasas diarias de infección más altas y la mayoría de las
personas que contraen el virus (del 77 % al 83 %, dependiendo de la
edad) ya están vacunadas, según los datos recopilados por el gobierno
israelí.
Después de ingresar al hospital, hablé con la
enfermera de la sala de COVID. La enfermera me dijo que ella recibió
ambas vacunas, pero que estaba preocupada porque: ‘Dos tercios de mis
pacientes están completamente vacunados’, dijo. ¿Cómo puede haber tal
desconexión entre lo que me dijo la enfermera de la sala de COVID y los
informes de los principales medios de comunicación?”
El problema es que Estados Unidos ni siquiera intenta lograr un recuento preciso. Como señaló The Epoch Times, “los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades reconocieron de forma pública que no tienen datos precisos”.
Entonces, cuando escuche que los casos aumentan y que la mayoría de
ellos ocurre en personas sin vacunar, pregúntese lo siguiente: “¿Estas
personas son las que recibieron una o dos dosis y se enfermaron, o no se
han vacunado? Sin más detalles, es imposible saber lo que en realidad
sucede”, dice The Epoch Times.
Todo lo que sabemos, de acuerdo con un médico que habló para The Epoch Times,
es que “las vacunas no son tan efectivas como los funcionarios de salud
pública nos dijeron que serían. ‘Este es un producto que no hace lo que
se supone que debe hacer. Se supone que debe detener la transmisión del
virus y por desgracia no lo hace’”.
Cuentan diferentes tipos de enfermedades como casos de COVID
Además de todo eso, los hospitales todavía reportan enfermedades no
relacionadas con el SARS-CoV-2 como COVID. De acuerdo con lo informado
por The Epoch Times:
“Las autoridades sanitarias de todo el mundo han
hecho esto desde el comienzo de la crisis de COVID. Por ejemplo, los
funcionarios de salud estatales consideraron la muerte de un joven en el
condado de Orange, Florida, que tuvo un accidente en motocicleta el
verano pasado, como una muerte por COVID.
Y un constructor de mediana edad que se cayó de una
escalera en Croacia, también se contabilizó como una muerte por COVID.
Para complicar más las cosas, incluso las personas que dieron negativo
en la prueba de COVID a veces se cuentan como muertes por COVID.
Considere el caso de Matthew Irvin, de 26 años, padre
de tres hijos y residente del condado de Yamhill, Oregón. De acuerdo
con lo informado por KGW8 News, Irvin fue a la sala de emergencias con
dolor de estómago, náuseas y diarrea el 5 de julio de 2020. Pero en
lugar de admitirlo, los médicos lo enviaron a casa.
Cinco días después, el 10 de julio de 2020, Irvin
murió. Aunque su prueba de COVID dio negativo dos días después de su
muerte, el médico forense le dijo a la familia que no era necesaria una
autopsia y contó su muerte como un caso de coronavirus. La Autoridad de
Salud de Oregón tardó dos meses y medio en corregir el error.
En un ejemplo aún más sorprendente, se reportó de
forma errónea que en una casa de retiro en Nueva Jersey, que solo tiene
90 camas, hubieron 753 muertes por COVID. De acuerdo con un portavoz,
tuvieron menos de veinte muertos. En otras palabras, la cantidad de
muertes se exageró en un 3.700 %”.
No hay necesidad de temerle a la variante Delta si aún no se ha vacunado
En una entrevista del 29 de junio de 2021, Fauci
llamó a la variante Delta “un cambio en las reglas del juego” para las
personas sin vacunar y advirtió que devastará a la población sin
vacunar, mientras que las personas vacunadas estarán protegidas contra
ella. Por desgracia, en el mundo real, la verdad es todo lo contrario,
ya que la variante Delta es peligrosa para las personas que recibieron
la vacuna antiCOVID.
En una aparición en el canal de noticias Fox News, el Dr. Peter McCullough, epidemiólogo y cardiólogo, señaló que “es muy claro por el informe técnico del Reino Unido, que se publicó el 18 de junio, de que la vacuna no brinda protección contra la variante Delta”.
La razón de esto es que la variante Delta contiene tres mutaciones
diferentes en la proteína Spike. Esto permite que esta variante evite
las respuestas inmunológicas en las personas que recibieron la vacuna
antiCOVID, pero no en las que tienen inmunidad natural.
Aun así, la variante Delta es menos agresiva que las variantes
anteriores, según el Informe técnico del 18 de junio de 2021 del Reino
Unido. En
este informe se presentan datos que demuestran que la variante Delta es
más contagiosa pero mucho menos mortal y más fácil de tratar. McCullough
dijo para Fox News:
“Ya sea que reciba la vacuna o no, los pacientes
presentarán algunos síntomas leves como un resfriado y se pueden
controlar muy fácil. Para los pacientes que tienen síntomas graves o que
están en alto riesgo, podemos utilizar algunos medicamentos y superar
la enfermedad desde casa. Por lo anterior, ya no hay motivos para
fomentar la vacunación”.
Compare eso con la siguiente declaración hecha por el presidente
Biden durante una reunión pública de CNN en Cincinnati, Ohio, a finales
de julio de 2021:
“Las personas que no se han vacunado enfrentan una
pandemia. Es así de básico, así de simple. Si ya recibió la vacuna, no
ingresará al hospital, ni acudirá a la UCI y tampoco morirá. Si ya se
vacunó, no va a contraer el COVID”.
Sin embargo, la Dra. Leana Wen contradijo al presidente y dijo que
este guío a las personas en Estados Unidos por el camino incorrecto, al
decirles que no necesitaban utilizar cubrebocas si ya se habían
vacunado, ya que no podían contagiarse ni transmitir el virus a los
demás. De acuerdo con lo informado por CNN Health:
“En particular, Wen se opuso a las afirmaciones
incorrectas de Biden de que es imposible contraer el COVID-19 o la
variante Delta si está vacunado. ‘En realidad me sentí decepcionada’, dijo Wen. De
hecho, pensé que respondía preguntas como si fuera hace un mes. No sabe
lo que sucede en realidad. Creo que es posible que haya guiado a las
personas por el camino incorrecto'”.
CNN agregó que Wen le dijo a su comentarista político Anderson
Cooper, que “muchas respuestas desconocidas permanecen relacionadas con
el COVID-19, y que aún no se sabe qué tan bien protegidas están las
personas vacunadas de una enfermedad leve o si las personas vacunadas
podrían ser contagiosas”.
Los pacientes vacunados llenan los hospitales de todo el mundo
Los datos del Reino Unido demuestran que la variante Delta es menos
agresiva que los virus anteriores del SARS-CoV-2, mientras que
desmienten la afirmación de que evitar enfermedades graves es una señal
de que las vacunas de verdad funcionan. Dado que la variante Delta por
lo general no causa una enfermedad grave en primer lugar, no tiene
sentido atribuirle a la vacuna una enfermedad menos agresiva.
Pero si hasta el momento la variante Delta es menos agresiva,
entonces ¿por qué tantas personas “vacunadas” terminan en el hospital?
Aunque todavía no tenemos una confirmación clara, esta podría ser una
señal de que la mejora dependiente de anticuerpos (ADE) está haciendo su
trabajo.
Cualquiera que sea el caso, los datos del mundo real, en zonas con
las tasas más altas de la vacuna antiCOVID, demuestran una tendencia muy
alarmante. Por ejemplo, el 1 de agosto de 2021, la directora de los
Servicios de Salud Pública de Israel, la Dra. Sharon Alroy-Preis,
anunció que la mitad de todas las infecciones por COVID-19 ocurrían en
las personas vacunadas. También
aparecen signos de enfermedades más graves en las personas que están
completamente vacunadas, dijo, en especial en las personas mayores de 60
años.
Unos días después, el 5 de agosto de 2021, el Dr. Kobi Haviv, director del Hospital Herzog en Jerusalén, apareció en la cadena Channel 13 News,
y dijo que el 95 % de los pacientes con COVID-19 muy enfermos están
completamente vacunados y que suman del 85 % al 90 % de las
hospitalizaciones relacionadas con el COVID.
En Escocia, los datos oficiales sobre hospitalizaciones y defunciones
indican que el 87 % de los que murieron por COVID-19 en la tercera ola,
la cual comenzó a principios de julio, se habían vacunado.
En Gibraltar, que tiene una tasa de cumplimiento de la vacuna
antiCOVID del 99 %, los casos de COVID aumentaron en un 2.500 % desde el 1
de junio de 2021, mientras
que en Islandia, donde más del 82 % de la población ya recibió la
vacuna, el 77 % de los nuevos casos de COVID ocurren en las personas
completamente vacunadas.
Los datos del Reino Unido demuestran una tendencia similar entre las
personas mayores de 50 años. En este grupo de edad, las personas parcial
y totalmente “vacunadas” representan el 68 % de las hospitalizaciones y
el 70 % de las muertes por COVID.
Una investigación de los CDC de un brote en el condado de Barnstable,
Massachusetts, entre el 6 de julio de 2021 y el 25 de julio de 2021,
descubrió que el 74 % de las personas que recibieron un diagnóstico de
COVID-19 y el 80 % de las hospitalizaciones, correspondían a individuos
completamente vacunados. La mayoría tenía la variante Delta.
Los CDC también descubrieron que las personas que se vacunaron y que
luego contraen la infección, tienen una carga viral en sus fosas nasales
igual de elevada que las personas sin vacunar. Lo mismo se descubrió en un estudio británico, cuya preimpresión se publicó a mediados de agosto de 2021. Esto significa que las personas vacunadas transmiten la infección al igual que las personas sin vacunar.
De manera interesante, un estudio de preimpresión de Lancet, que
examinó los casos de contagio entre los trabajadores de la salud en
Vietnam que recibieron la vacuna antiCOVID de AstraZeneca, descubrió que
“las cargas virales, entre los casos de COVID en vacunados, de la
variante Delta eran 251 veces más altas que las de los casos infectados
con cepas antiguas que se detectaron entre marzo y abril de 2020”.
Además, no encontraron correlación entre los niveles de anticuerpos
neutralizantes inducidos por la vacuna y las cargas virales o el
desarrollo de síntomas. De acuerdo con los autores:
“El repunte de infecciones de la variante Delta entre
los vacunados, se relaciona con cargas virales muy altas, positividad
prolongada de la prueba PCR y niveles bajos de anticuerpos
neutralizantes inducidos por la vacuna, lo que explica la transmisión
entre las personas vacunadas”.
No todas las personas vacunadas están registradas
Como si todo eso no fuera suficiente, todavía existe otro factor de
confusión. El hecho de que haya recibido la vacuna antiCOVID no
significa que se haya confirmado que la recibió. Solo se confirma que
está “vacunado” si su vacuna antiCOVID se agrega a su registro médico, y
esto a veces no sucede si va a una clínica de vacunación temporal o una
farmacia, por ejemplo. De acuerdo con lo informado por CNN:
“Si usted se encuentra entre las innumerables
personas que no recibieron las dosis en el consultorio de un médico de
atención primaria, es posible que no haya ningún registro de la vacuna
en el archivo de su médico”.
Para contar como una persona “vacunada confirmada”, debe enviar su
tarjeta de vacunación al consultorio de su médico de atención primaria y
hacer que la agreguen a su registro médico electrónico. Si recibió la
vacuna en una farmacia, deberá verificar que le hayan enviado el
comprobante de vacunación a su médico. Las oficinas de atención primaria
son responsables de compartir los datos de vacunación de sus pacientes
con el sistema de información de vacunas del estado.
La prueba de la vacuna registrada por el paciente solo se acepta para
las vacunas antigripales y neumocócicas, no para las vacunas
antiCOVID-19. Lo
que todo esto significa es que, digamos que recibió la vacuna hace
varias semanas en una clínica de vacunación y llego al hospital con
síntomas de COVID. A menos que su estado de vacuna antiCOVID se haya
agregado al sistema médico, no contará como “vacunado”.
Esto también puede sesgar las estadísticas, porque sabemos que los
CDC determinan el estado de vacunación al comparar la vigilancia de
casos de SARS-CoV-2 y los datos de CAIR2 con identificadores y
algoritmos a nivel de persona.
Como señaló John Zurlo, director de la división de enfermedades
infecciosas de la Universidad Thomas Jefferson, “la falta de registros
de vacunas confiables complica los esfuerzos para comprender con
precisión la efectividad de la vacuna y determinar cuántas
hospitalizaciones y muertes locales son el resultado de las infecciones
por COVID-19”.
Estamos en el ensayo clínico más grande de la historia médica
Para terminar, vale la pena recordar que la campaña de vacunas
antiCOVID es parte integral de un ensayo clínico. Como señaló la Dra.
Lidiya Angelova en un artículo reciente de Genuine Prospect:
“Muchas personas no saben que participan en el ensayo
clínico más grande de la historia. Esto se debe a que la Organización
Mundial de la Salud, las autoridades sanitarias, los políticos, las
celebridades y los periodistas promueven los tratamientos médicos
experimentales (erróneamente llamados vacunas antiCOVID-19) como seguros
y efectivos, mientras que estos tratamientos se encuentran en la etapa
inicial de investigación clínica.
Significa que no hay suficientes datos para tales afirmaciones y que las personas que participan son sujetos de prueba”.
Como se muestra en un gráfico del portal Genuine Prospect,
en circunstancias normales, la investigación clínica sigue un protocolo
estricto que comienza con pruebas en cultivos celulares. Después de eso
vienen las pruebas en animales, luego las pruebas en humanos limitadas
en cuatro fases. En la Fase 1 de las pruebas en humanos, se incluyen
hasta 100 personas y se les da seguimiento desde una semana hasta varios
meses.
La fase 2 por lo general incluye cientos de participantes y dura
hasta dos años. En la Fase 3, se prueban hasta 3.000 participantes
durante uno a cuatro años. La fase 4 incluye varios miles de personas a
las que se les da seguimiento durante al menos un año o más. Después de
cada fase, se examinan los datos para evaluar la efectividad y las
reacciones adversas.
Para las “vacunas” antiCOVID no se siguieron los plazos para estas
etapas y fases. La mayoría de los ensayos de Fase 3 concluyeron a fines
de 2020, y todas las personas que recibieron las vacunas desde su
lanzamiento bajo autorización de uso de emergencia son parte de un
ensayo clínico de Fase 4, ya sea que se den cuenta o no. Y
dado que las pruebas no se completaron, no puede hacer afirmaciones
definitivas sobre la seguridad, en especial a largo plazo. Como señaló
Angelova:
“Cuando trabajé en el Instituto Nacional de Alergias y
Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés) asistí al
curso llamado Aspectos éticos y regulatorios de la investigación
clínica, donde la primera regla que aprendimos fue que ‘La investigación
clínica debe ser ética’. Todos los aspectos éticos de la investigación
clínica se descartan con las vacunas antiCOVID-19.
Las personas deben saber que nadie puede exigirles la
vacuna para participar en actividades cotidianas como usar el
transporte público, ir de compras, ir a la escuela e incluso al
hospital. Mucho menos deben permitir que los castiguen por negarse a
tomar los tratamientos médicos experimentales.
El uso masivo de las vacunas antiCOVID-19 y las
medidas de COVID-19 constituyen una infracción de los artículos 2, 3, 5,
9, 11, 12, 13, 18, 20, 25, 27, 28 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos. (DUDH)”.
MIAMI.- El médico nigeriano Joseph Ladapo fue
nombrado por el gobernador Ron DeSantis como la máxima autoridad
sanitaria del estado de Florida. Con amplias credenciales académicas, cobró
notoriedad nacional por su polémico punto de vista sobre el combate a la
pandemia, según https://www.infobae.com/america.
“Florida
va a rechazar completamente el miedo como el vehículo para crear
políticas públicas. El miedo, lamentablemente, ha sido la pieza central
en la salud pública”, dijo el doctor Joseph Ladapo durante la rueda de
prensa en la que fue presentado como la nueva cabeza del departamento de
salud de la Florida bajo el título de cirujano general del estado.
Ladapo nació en Nigeria
y se mudó a los Estados Unidos a los cinco años. Hijo de un experto en
microbiología, la ciencia siempre fue su camino. Graduado de medicina de
la Universidad de Harvard, trabajó durante años como investigador para UCLA en California.
A
partir de este martes, acepta un puesto de investigador en la
Universidad de la Florida, y trabajará codo a codo con el gobernador Ron
DeSantis para combatir la pandemia que en el estado de Florida ya se ha
cobrado cerca de 52.000 vidas y ha infectado a más de tres millones y
medio de personas.
Pero
a diferencia de la mayor parte de los científicos en el país, Ladapo no
cree que la vacuna sea la solución a todos los problemas causados por
el COVID 19, pese a las evidencias epidemiológicas de las campañas de
inmunización.
“El
estado promoverá la buena salud, y la vacunación no es el único camino
para lograrlo. Esto se ha tratado como una religión, y no tiene sentido.
La vacunación, la pérdida de peso, ejercitar más y comer más frutas y
verduras, todo es importante”, agregaba Ladapo.
En un artículo de opinión publicado en el periódico Wall Street Journal, Ladapo aseguró en junio que los
riesgos de la vacuna sobrepasan los beneficios en casos de personas que
no son vulnerables ante el COVID 19, como los niños o los adultos
jóvenes, o personas que se hayan recuperado ya del virus generando
anticuerpos, contradiciendo las conclusiones de los paneles de la FDA.
Además
afirma que la inmunidad de rebaño como consecuencia del contagio
natural será la única manera cierta de salir de la pandemia.
La visión de Ladapo se alinea con la del gobernador DeSantis,
quien desde comienzos de la pandemia ha tomado un rol más pasivo que
muchos de sus colegas, oponiéndose a los cierres y dejando que la
población se cuide como le parezca sin demasiadas imposiciones
gubernamentales.
Desde ya, la designación de Ladapo ha generado
controversia en Florida, donde algunos legisladores demócratas han
manifestado descontento.
“El
cirujano general de
la Florida debe ser un experto en salud pública. Sin embargo, el
gobernador elige a alguien que ha cuestionado la seguridad de las
vacunas contra el COVID 19, ha abogado en contra del uso de máscaras
como una forma de prevenir el contagio del virus y que cree en la
inmunidad de rebaño como la mejor manera de controlar la pandemia”, se
quejaba la senadora estatal Janet Cruz.
Con
respecto al uso de mascarillas, Ladapo tendrá un rol fundamental en la
disputa llevada adelante por el estado en contra de la obligatoriedad de uso de tapabocas en escuelas. 13
de los 67 distritos escolares de Florida lo exigen pese a que el
gobernador amenazó incluso con quitarle fondos a los distritos que
adoptaran tal medida.
Ladapo es un gran
defensor de los derechos individuales y su postura con respecto a las
máscaras se reduce a que es una opción personal utilizarla -o una
decisión de los padres en el caso de los menores de edad-.
“La
idea de que las personas no puedan tomar sus propias decisiones en
temas de salud está mal y no es algo que vamos a apoyar desde aquí”, informaba.
Tras
la designación por parte del gobernador, Ladapo debe ser confirmado en
su cargo por la legislatura estatal. De amplia mayoría republicana, se
duda que vaya a haber ningún tipo de complicación en el voto.
ÁMSTERDAM.- El comité de seguridad de la Agencia Europea del Medicamento (EMA),
el PRAC, está evaluando si existe un riesgo de síndrome inflamatorio
multisistémico (MIS) con las vacunas COVID-19 tras una notificación de
esta reacción tras la inmunización con Pfizer de un joven danés de 17
años.
MIS
es una afección inflamatoria grave que afecta a muchas partes del
cuerpo y los síntomas pueden incluir cansancio, fiebre intensa
persistente, diarrea, vómitos, dolor de estómago, dolor de cabeza, dolor
de pecho y dificultad para respirar. Anteriormente, se informó MIS
después de la enfermedad COVID-19. El paciente danés, sin embargo, no
tenía antecedentes de COVID-19.
El MIS es raro y su tasa de incidencia antes de la pandemia de
Covid-19 estimada en 5 países europeos era de alrededor de 2 a 6 casos
por 100.000 por año en niños y adolescentes menores de 20 años y por
debajo de 2 casos por 100.000 por año en adultos de 20 años o más.
Actualmente, no hay cambios en las recomendaciones actuales de la
Unión Europea para el uso de vacunas contra el Covid-19. Por el momento,
el PRAC alienta a todos los profesionales de la salud a informar
cualquier caso de MIS y otros eventos adversos en las personas que
reciben estas vacunas.
El PRAC ahora evaluará los datos disponibles en MIS para determinar
si la enfermedad puede ser causada por la vacuna y recomendará si se
necesitan cambios en la información del producto de las vacunas. La EMA y
las autoridades nacionales proporcionarán actualizaciones adicionales
según sea necesario.