viernes, 24 de abril de 2020

La OMS teme que hasta 769.000 personas mueran en África Subsahariana por la malaria

GINEBRA.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó este jueves su temor a que 769.000 personas puedan morir en 2020 por malaria en África Subsahariana e instó a la región a actuar con rapidez para distribuir medios de prevención y tratamiento.

En un comunicado, la OMS señaló que basa su temor en un nuevo análisis de proyección elaborado de cara al Día Mundial del Paludismo, que se celebra el próximo sábado.
“Las perturbaciones graves en las campañas de distribución de mosquiteras tratadas con insecticidas y en el acceso a los medicamentos antipalúdicos podrían hacer que el número de muertes por malaria en África Subsahariana se duplicase este año con respecto a 2018”, indicó la agencia de la ONU.
La OMS cree que los esfuerzos de los países africanos para atajar la pandemia de la COVID-19 no deben eclipsar la atención que merecen otras enfermedades como la malaria.
El análisis de la organización toma en cuenta nueve posibles situaciones de trastorno del acceso a los instrumentos básicos de control del paludismo durante la pandemia en 41 países, y estima los incrementos de casos y fallecimientos que podrían suponer.
En la peor de las situaciones consideradas -en la que se suspendiesen todas las campañas de distribución de mosquiteras tratadas con insecticidas y se redujese un 75 % el acceso a medicamentos antipalúdicos eficaces-, la OMS calcula que en 2020 las muertes por paludismo en el África Subsahariana alcanzarían las 769.000, el doble de las registradas en 2018 en esa región.
“Esto -remarcó- supondría volver a unas tasas de mortalidad por paludismo que no se veían desde hace veinte años”.
Por eso, la OMS urgió a los países de la región a actuar con celeridad contra el paludismo en esta fase de la epidemia de coronavirus, que aún no ha golpeado al continente africano con la virulencia que padecen otras zonas del mundo, como Europa o América.
De momento, África ha registrado más de 1.200 muertos y 25.000 contagios de COVID-19, muchos de éstos últimos concentrados en Egipto, Sudáfrica, Argelia y Marruecos.
“Hasta la fecha, los casos notificados de COVID-19 en África Subsahariana sólo han supuesto una pequeña proporción del total mundial, aunque el número de casos aumenta cada semana”, señaló la OMS.
“Esto significa -añadió- que los países de la región disponen de una ventana de oportunidad crítica para reducir al mínimo las perturbaciones en la prevención y el tratamiento del paludismo y salvar vidas en esta fase del brote de COVID-19”.
Según el “Informe Mundial sobre el Paludismo 2019” de la agencia de la ONU, en África subsahariana se registraron en 2018 casi el 93 % de todos los casos de paludismo del mundo y el 94 % de todas las muertes por esta enfermedad. Más de dos terceras partes de esos fallecimientos correspondieron a niños menores de cinco años.

El COVID-19 no se transmite por vía sexual

SALT LAKE CITY.- Es poco probable que el COVID-19 se propague a través del semen, según científicos de la Universidad de Utah Health que participaron en un estudio internacional de hombres chinos que recientemente tuvieron la enfermedad. Los investigadores no encontraron evidencia del virus en el semen o los testículos de los hombres.

El estudio, publicado en la revista Fertility and Sterility, no fue lo suficientemente exhaustivo como para descartar completamente la posibilidad de que la enfermedad pudiera ser transmitida sexualmente. Sin embargo, las posibilidades de que ocurra, basándose en este limitado hallazgo, parecen ser remotas.
“El hecho de que en este pequeño estudio preliminar parezca que el virus que causa el COVID-19 no aparece en los testículos o en el semen podría ser un hallazgo importante. Si una enfermedad así fuera transmisible sexualmente, eso tendría importantes implicaciones para la prevención de enfermedades y podría tener graves consecuencias para la salud reproductiva del hombre a largo plazo”, explica el líder del trabajo, James M. Hotaling.
El equipo internacional de investigadores de China y Estados Unidos lanzó el estudio en respuesta a las preocupaciones de que el SARS-CoV-2 podría ser transmitido sexualmente como el Ébola, el Zika y otros patógenos virales emergentes. Para averiguarlo, recogieron muestras de semen de 34 hombres chinos un mes (en promedio) después de que se les diagnosticaran casos leves a moderados de Covid-19. Las pruebas de laboratorio no detectaron SARS-CoV-2 en ninguna de las muestras de semen.
Pero solo porque el virus no estaba presente en el semen existente no era necesario descartar que no hubiera entrado en los testículos donde se forman los espermatozoides. “Si el virus está en los testículos pero no en el esperma, no puede ser transmitido sexualmente. Pero si está en los testículos, puede causar un daño a largo plazo en la producción de semen y esperma”, detalla otro de los responsables del trabajo, Jingtao Guo.
Para resolver esta parte del rompecabezas, los investigadores analizaron un conjunto de datos generados a partir de un atlas de ARNm de una sola célula de donantes de órganos jóvenes y saludables que estaba disponible en trabajos anteriores. Este atlas les permite examinar el ARNm, el material genético utilizado para hacer proteínas, en una sola célula testicular.
En este caso, los científicos lo utilizaron para examinar la expresión de un par de genes asociados con el SARS-CoV-2. Estos dos genes, la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) y la proteasa serina transmembrana 2 (TMPRSS2) actúan como receptores, permitiendo que el SARS-CoV2 penetre en las células y se replique. Para que el virus pueda acceder a las células de manera efectiva, ambos receptores deben estar presentes en la misma célula.
Cuando los científicos examinaron el conjunto de datos, encontraron que los genes que codifican estas dos proteínas sólo se encontraron en cuatro de las 6.500 células testiculares, lo que sugiere que es poco probable que el SARS-CoV-2 invada las células testiculares humanas, argumenta Guo.
A pesar de estos hallazgos, los investigadores reconocen que su estudio tiene varias limitaciones importantes, incluyendo un pequeño tamaño de muestra y el hecho de que ninguno de los donantes había estado gravemente enfermo con Covid-19. “Podría ser que un hombre que está gravemente enfermo podría tener una carga viral más alta, lo que podría conducir a una mayor probabilidad de infectar el semen. Simplemente no tenemos la respuesta a eso ahora mismo”, admite Hotaling.