Un equipo internacional de investigadores ha
mapeado por primera vez la telomerasa, una enzima capaz de crear nuevos
extremos de los cromosomas, los llamados telómeros celulares, es decir,
una enzima que tiene una especie de efecto rejuvenecedor sobre el
envejecimiento celular normal, según los resultados de la investigación,
publicados en la revista 'Nature Genetics' y que suponen un paso
adelante en la lucha contra el cáncer.
El mapeo de la "fuente celular de la juventud", la telomerasa, es
uno de los resultados de un importante proyecto de investigación en que
participaron más de mil investigadores de todo el mundo durante cuatro
años de trabajo duro con muestras de sangre de más de 200.000 personas.
Se trata del mayor proyecto de colaboración llevado a cabo dentro de la
genética del cáncer, según sus autores.
Stig E. Bojesen, investigador de la Facultad de Ciencias de la
Salud y Médicas de la Universidad de Copenhague y especialista personal
del Departamento de Bioquímica Clínica del Hospital Universitario de
Copenhague, en Herlev, encabezó los esfuerzos para esquematizar la
telomerasa. "Hemos descubierto que las diferencias en el gen telomérico
están asociados tanto con el riesgo de diversos tipos de cáncer como con
la longitud de los telómeros", afirma.
A su juicio, el hallazgo "sorprendente" fue que las variantes que
causan las enfermedades no eran las mismas que las que han cambiado la
longitud de los telómeros. "Esto sugiere que la telomerasa desempeña un
papel mucho más complejo de lo que se pensaba", agrega Stig E. Bojesen.
El mapeo de la telomerasa es un descubrimiento importante porque
la telomerasa es una de las enzimas más básicas de la biología celular y
prolonga los telómeros para que puedan obtener la misma longitud que
antes de embarcarse en la división celular. El mapeo de la telomerasa
puede, entre otras cosas, aumentar el conocimiento de los cánceres y su
tratamiento, así como ilustrar nuevos resultados de la correlación
genética entre el cáncer y la longitud de los telómeros, subraya
Bojesen.
El cuerpo humano se compone de cincuenta billones de células y
cada célula tiene 46 cromosomas, que son las estructuras en el núcleo
que contiene nuestro material hereditario, el ADN. Los extremos de todos
los cromosomas están protegidos por los llamados telómeros, que
protegen los cromosomas como la vaina de plástico en el extremo de un
cordón de zapatos. Pero cada vez que una célula se divide, los telómeros
se vuelven un poco más cortos y con el tiempo llegan a ser demasiado
cortos para proteger a los cromosomas.
Algunas células especiales en el cuerpo pueden activar la
telomerasa, que a su vez puede alargar los telómeros. Las células
sexuales u otras células madre que deben ser capaces de dividirse más
que las células normales tienen esta característica, pero,
desafortunadamente, las células cancerosas han descubierto el truco y se
sabe que también producen telomerasa y por lo tanto se mantienen
artificialmente jóvenes.
El gen de la telomerasa, por lo tanto, juega un papel importante en
la biología del cáncer, y es precisamente mediante la identificación de
los genes del cáncer que los investigadores imaginan que se puede
mejorar la tasa de identificación y el tratamiento.
"Nuestros resultados son muy sorprendentes y apuntan en muchas
direcciones. Pero, como es el caso de todo buena investigación, nuestro
trabajo aporta muchas respuestas, pero deja más preguntas", concluye
Stig E. Bojesen.
Esta colaboración a gran escala ha dado lugar hasta la fecha a 14
artículos que serán publicados simultáneamente: seis de ellos en la
misma edición de 'Nature Genetics' y los ocho restantes en otras
revistas. Todos los artículos de los muchos investigadores involucrados
en el proyecto se centran en la correlación entre el medio ambiente, la
genética y el cáncer, en particular cáncer de mama, cáncer de ovario y
cáncer de próstata.
Así, esta colaboración internacional de investigadores ha descubierto
cinco nuevas regiones del genoma humano que están vinculadas con un
mayor riesgo de desarrollar cáncer de ovario, cuyos resultados se
publican en cuatro estudios, dos en 'Nature Communications' y dos en
'Nature Genetics'. Para ello, se analizó la información genética de más
de 40.000 mujeres.
La investigación se publica como parte de una publicación
coordinada de los nuevos datos de Estudios de Colaboración Oncológica
Gene-ambiental (COG), una colaboración de investigación internacional
con participación de investigadores de Europa, Asia, Australia y América
del Norte para identificar las variaciones genéticas que hacen a
ciertas personas susceptibles a desarrollar cáncer de mama, próstata y
ovario.
Las mutaciones heredadas en los genes BRCA1 y BRCA2 aumentan
drásticamente el riesgo de cáncer de ovario. Las pruebas genéticas para
BRCA1 y BRCA2 pueden identificar a las mujeres que se beneficiarían más
de una cirugía para prevenir el cáncer de ovario, pero esto es relevante
para menos del 1 por ciento de la población.
Otras variantes genéticas que son más comunes también pueden afectar
el riesgo de ovario. El Consorcio de la Asociación de Cáncer de Ovario
anteriormente ha descrito seis diferencias genéticas y ahora el proyecto
COG ha encontrado cinco más.
Por otra parte, científicos de la Universidad de York, en Reino
Unido, han descubierto la fuerza impulsora detrás del desarrollo del
cáncer de próstata. Su investigación, publicada en 'Nature
Communications' y financiada por la organización benéfica 'Yorkshire
Cancer Research', revela la existencia de un ADN que induce al cáncer a
realinear las células madre extraídas de los cánceres de próstata
humanos.
Esto abre el camino para el desarrollo de fármacos que se dirigen a
las células madre, lo que lleva a terapias más eficaces que actúan en
contra de la causa de la enfermedad. Mientras otras células cancerosas
pueden ser destruidas por las terapias actuales, las células madre son
capaces de evitar sus efectos, dando lugar a la recurrencia del cáncer,
pero este equipo exploró las propiedades moleculares exactas que
permiten que estas células se extiendan, sobrevivan y resistan a los
tratamientos agresivos como radiación y quimioterapia.
"En los cánceres de la sangre tales como leucemia, el ADN se
reorganiza durante un evento conocido como translocación cromosómica, lo
que resulta en una proteína mutante que impulsa la progresión del
cáncer. Aunque reordenamientos similares se han descubierto
recientemente en cánceres sólidos, hasta ahora, no se sabe cómo derivan
las funciones celulares. Nuestro trabajo ha desafiado esta idea",
explica el profesor Norman Maitland, director de la Unidad de
Investigación del Cáncer YCR.
El equipo del profesor Maitland en el Departamento de Biología de
la Universidad ha encontrado estos accidentes genéticos en las células
madre del cáncer de próstata y ha demostrado que dan lugar a que un gen
específico relacionado con el cáncer dentro de las células llamadas ERG
sea inapropiadamente activado. Se cree que esta activación provoca que
las células madre se renueven más a menudo.