MADRID.- Un estudio internacional sobre las causas de la infertilidad
masculina que contó con la colaboración del investigador de la
Universidad de Murcia (UMU) Jaime Mendiola, concluye que el 15 por ciento de los hombres son infértiles en la actualidad.
Entre ellos, el 40 por ciento de los casos se debe a causas desconocidas;
un 15 por ciento son por algún trastorno genético vinculado a un
problema de fertilidad; y un 30 por ciento son pacientes con
seminogramas alterados sin causa genética, según fuentes del Servicio de
Información y Noticias Científicas (SINC), dependiente del Ministerio
de Ciencia, Innovación y Universidades.
«Por un lado están las
exposiciones concurrentes (dieta, estilo de vida, disruptores
endocrinos), pero también hay trabajos que muestran la exposición
intrauterum o prenatales (como la distancia anogenital, que predice
alteraciones de la función reproductiva durante la vida adulta)», indica
Mendiola, profesor y doctor del área de Medicina Preventiva y Salud
Pública del Departamento de Ciencias Sociosanitarias de la UMU.
«Hace
10 o 15 años al hombre no tenía la 'culpa' si la mujer no se quedaba
embarazada» pero «eso ha cambiado», tal y como explica este
investigador, quien señala que «hemos perdido calidad seminal al ritmo de un 2 por ciento anual desde 1970 hasta 2010».
En este sentido, añade que «un control periódico de la salud
reproductiva del hombre permitiría detectar alteraciones que, de no
tratarse a tiempo, se convierten en irreversibles».
Tal y como
publica SINC, históricamente, la responsabilidad de la fecundación
humana siempre ha recaído en las mujeres. Con el retraso de la
maternidad y el aumento de las complicaciones para lograr un embarazo,
la investigación sobre reproducción ha focalizado sus esfuerzos en el
factor femenino.
Pese a esto, en los últimos años la ciencia de la
fertilidad ha empezado a mirar seriamente hacia el varón y,
concretamente, a su semen. La última revisión científica publicada a
finales de 2017 en la revista 'Human Reproduction Update' afirma que el semen de los hombres occidentales es peor ahora que hace 40 años.
La concentración espermática ha pasado de una media de 99 millones de espermatozoides por mililitro en 1973 a 47,1 en 2011, un declive del 52,4%.
Pero el descenso es aún más marcado en otra variable. De los 337,3
millones de espermatozoides por eyaculación de la década de los 70 se ha
pasado a los actuales 137,5 millones, un 59% menos.
Sobre el caso
concreto de España hay pocos estudios, pero todo apunta a que también
se está produciendo esta caída. En 2008 se publicó una investigación
realizada en más de 60 centros de reproducción asistida de todas las
comunidades autónomas que constató la gran disparidad geográfica en
cuanto a calidad seminal que existe en el país.
Mientras que en
Galicia apenas un 8,5% de los jóvenes posee una concentración de
espermatozoides inferior a los valores aceptables por la Organización
Mundial de la Salud (OMS), en Andalucía, Madrid y País Vasco las cifras
se elevan hasta el 13,7%, el 14,8% y el 18,7 %, respectivamente; y
llegan al 22,7% en Cataluña y Comunidad Valenciana.
Falta por
saber cómo afectarán estos datos al futuro de la capacidad de
reproducción. Aunque por el momento no se ha observado el descenso en
las tasas de concepción natural que podría esperarse dada la disminución
de los recuentos de espermatozoides, comienzan a saltar las alertas respecto a la evolución de la fertilidad masculina.
Cada
vez más niños nacen después de tratamientos de fertilidad pero, a pesar
del aumento del uso de la reproducción asistida, las tasas de
fecundidad en muchos países como España siguen estando muy por debajo de
la tasa de reemplazo (2,1 hijos por mujer).
Hoy en día la única herramienta aceptada para evaluar la fertilidad masculina es el análisis básico del semen o seminograma,
que no resulta del todo útil dada su limitada especificidad y
sensibilidad, por lo que no permite determinar con certeza si un
individuo es fértil o no.
En la misma línea del estudio de Mendiola está una investigación publicada en octubre de 2018 que muestra el aumento de un 9% del riesgo de los hombres de precisar tratamientos de fertilidad para ser padres
(de un 12,4 % en 2004 a un 21,3 % en 2017). La muestra, formada por
cerca de 120.000 individuos españoles y americanos, es la más grande
utilizada hasta la fecha en la literatura científica mundial.
«Por
un lado, confirma el declive en la calidad del semen en los varones
infértiles como ocurre en la población general», explica a SINC Nicolás
Garrido, director de la Fundación IVI y coautor del estudio.
«Y por
otro, este descenso tiene repercusión clínica con efecto evidente en la
fertilidad masculina: como la calidad está más afectada, se requieren
técnicas de reproducción asistida más complejas con respecto a hace una o
dos décadas».
¿Se puede mejorar la calidad del semen?
La
tarea reproductiva es una función de lujo para el cuerpo humano. «Si un
organismo tiene algún tipo de problema, es lo primero de lo que
prescinde. Desde ese punto de vista, cualquier comportamiento a favor de
nuestro estado de salud general puede estar contribuyendo a mejorar la
calidad del semen», añade Garrido.
Ahora bien, la calidad espermática no se puede recuperar en el laboratorio,
es decir, no hay tratamientos 'in vitro' que consigan que los
espermatozoides mejoren. Lo que sí se puede hacer, dentro de la muestra
disponible de un hombre, es elegir aquellos que presenten las
características óptimas a la hora de lograr el éxito reproductivo.
No
obstante, numerosos estudios han analizado diversos factores que
podrían mejorar esta calidad, aunque la bibliografía existente es
discrepante. Uno de los más importantes es la práctica de ejercicio.
«Se desconoce el grado de actividad física ideal aconsejable y su
influencia desde el punto de vista terapéutico para mejorar la calidad
seminal», subraya Fernando Quintana, director del laboratorio de
Andrología de IVI Bilbao.
Otro elemento son los antioxidantes.
Según Mendiola, «normalmente cuando un hombre va a una clínica de
reproducción asistida se le da antioxidantes. Pero si buscamos en la
literatura científica, hay como mucho diez trabajos bien hechos que
hablen sobre ello. A veces se prescribe por buscar un efecto placebo.
Harían falta más estudios para comprobar si dar esta suplementación es
adecuado».
Con respecto al tabaco y su relación con la movilidad de los espermatozoides hay más investigaciones. También se ha asociado negativamente la calidad del semen con el estrés,
tanto como una situación permanente como puntuales. Incluso con la
ingesta de carne roja, como en uno de los últimos trabajos de Jaime
Mendiola.
«Cuando una pareja llega a un centro de reproducción, a
ellas les hacen mil pruebas», cuenta a Sinc Miguel Ruiz Jorro, andrólogo
clínico y vocal de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).
«Pero no
es que el semen esté olvidado o haya poca investigación sobre él; el
problema es que el experto en medicina reproductiva a veces no lo tiene
en cuenta y sigue pidiendo lo mismo que hace 50 años: un seminograma».
Para
Ruiz Jorro, desde el primer momento hay que involucrar a los hombres.
«Es muy importante saber las causas que hay detrás, ya que puede
repercutir en la salud del varón, de sus futuros hijos y en la
probabilidad de que haya embarazo».
La opción de congelar el semen por motivos no médicos no se hace en la actualidad.
Según Nicolás Garrido, no resulta una opción práctica. «Primero, porque
los beneficios en salud no son tantos y, segundo, porque te aseguras de
que tiene que pasar por un tratamiento de reproducción».