domingo, 7 de octubre de 2012

Relacionan el VIH con el aumento de casos de cáncer anal en hombres

El aumento en la incidencia de cáncer anal en Estados Unidos entre 1980 y 2005 estuvo influenciado por las infecciones por VIH en hombres, pero no en mujeres, según un estudio publicado en el 'Journal of the National Cancer Institute'.

   El cáncer anal en EE.UU. es poco frecuente, con un estimado de 6.230 casos en 2012, pero la incidencia ha ido en aumento en la población general desde 1940. La infección por VIH se asocia significativamente con un aumento en el riesgo de cáncer anal - el cuarto tipo de cáncer más común en las personas con VIH. Sin embargo, aun no estaba claro el grado en que los casos de cáncer anal entre las personas con VIH han afectado la incidencia de cáncer anal en la población general.
   Con el fin de determinar el impacto del VIH en la incidencia de cáncer anal en EE.UU., Meredith S. Shiels, del National Cancer Institute, y sus colaboradores, analizaron datos del estudio HIV/AIDS Cancer Match, específicamente, el número de personas con cáncer anal, con y sin VIH, entre 1980 y 2005 en 17 estados y áreas metropolitanas de EE.UU.
   Los investigadores observaron que de los 20.533 casos de cáncer anal entre 1980 y 2005, se estima que 1.665 personas padecían VIH. Entre 2001 y 2005, el período más reciente examinado, el 1,2% de las mujeres con cáncer anal y el 28,4% de los hombres con cáncer anal tenían VIH. Entre 1980 y 2005, la infección por VIH no tuvo un impacto en el aumento de las tasas de incidencia de cáncer anal entre las mujeres, pero sí lo tuvo en las tasas de incidencia de cáncer anal entre los hombres.
   Una gran proporción de hombres estadounidenses con cáncer anal padece VIH; y los investigadores concluyen que medidas efectivas que prevengan el cáncer anal en varones infectados por VIH podrían reducir notablemente las tasas de cáncer anal en la población.

Descubierta una variante enzimática presente en el 30% de cánceres de colon

  Investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (Imim) de Barcelona han descubierto una variante enzimática de las proteínas IKK presente en el 30 por ciento de los cánceres colorrectales y que tan solo aparece en las células tumorales y no en las células sanas del organismo, lo que abre la puerta al diseño de nuevos fármacos.

   El investigador del Grupo de Investigación en Células Madre y Cáncer del Imim y director del trabajo, Luis Espinosa, ha explicado que esta variante ha sido identificada en un tercio de los 288 casos de cáncer colorrectal analizados, lo que representa una presencia "estadísticamente significativa".
   La variante, que ha sido bautizada como P45-IKKalpha, se encuentra en el núcleo de las células cancerosas y los investigadores creen que su acción es "esencial" para hacer crecer el tumor, por lo que lograr su inactivación representaría una vía terapéutica para frenar la progresión del cáncer.
   Espinosa ha señalado que esta variante ha sido identificada únicamente en el caso del cáncer colorrectal, por lo que parte de los esfuerzos futuros se centrarán en determinar si también está presente en otros tipos de tumor.
   La investigación, cuyos resultados publica la revista 'Cell Reports', ha generado un anticuerpo capaz de reconocer específicamente esta variante de las IKK, lo que permitirá determinar en qué pacientes está presente a partir de una biopsia y, eventualmente, aplicar la terapia a los casos concretos necesarios.
   Espinosa, no obstante, ha asumido que "la inhabilitación de la enzima todavía no se ha logrado", por lo que este será el próximo objetivo de la investigación.
   El problema principal radica en que las proteínas IKK están implicadas en la supervivencia de todas las células del organismo y su inhibición total no es posible, por lo que el reto científico pasa por llegar a discriminar tan solo esta variante concreta.
   "Lo más importante es el potencial que tiene el descubrimiento", ha resumido Espinosa, ya que por el momento se desconoce cómo y por qué se genera esta alteración, la clave para poder descubrir un método de inhibición.

Los bebés aprenden el olor de su madre para alimentarse

  Investigadores del Wellcome Trust Sanger Institute, en el Reino Unido, han demostrado por primera vez que un mamífero comienza a succionar la leche de su madre tras el aprendizaje de su combinación única de olores. Cuando nace, el bebé se expone al olor del líquido amniótico de la madre, y reacciona entonces a dicho olor para alimentarse. El hallazgo ha sido publicado en 'Current Biology'.

   La succión es un paso crítico para la supervivencia de los mamíferos, que se definen por dar a luz a hijos que necesitan alimentarse de la leche de su madre. El recién nacido debe comenzar a alimentarse poco después del nacimiento, o morirá. Este comportamiento crucial, decisivo en los mamíferos, ofrece a los investigadores la oportunidad de investigar la biología del instinto.
   Investigaciones previas sobre la lactancia han demostrado que las hembras de conejo europeo utilizan una feromona para iniciar la succión en los bebés recién nacidos. Esto ha llevado a muchos científicos a pensar que todos los mamíferos son susceptibles de utilizar el mismo mecanismo. Así, deseoso de descubrir la feromona involucrada en otros mamíferos, el equipo del nuevo estudio eligió al ratón porque tienen un estilo de crianza similar a la de los humanos.
   "Esperábamos encontrar una feromona que controle la succión en ratones, pero descubrimos un mecanismo totalmente diferente", señala Darren Logan, autor principal del estudio, del Wellcome Trust Sanger Institute. Logan añade que "hemos demostrado, por primera vez, que los ratones no responden a una feromona, sino que reaccionan a una respuesta aprendida, basada en una mezcla de olores: el olor único de la madre".
   Para descubrir los olores involucrados en la iniciación de la lactancia, los investigadores acercaron a ratones recién nacidos por cesárea a senos que habían sido lavados y luego sumergidos en los fluidos que un bebé inhala al nacer - estos incluyeron el líquido amniótico, la saliva de la madre (al ser lamidos), la leche materna y la orina. Sólo los pechos que olían al líquido amniótico de la madre impulsaron el amamantamiento en las crías.
   Posteriormente, el equipo detectó la presencia de una feromona en el líquido amniótico. Al alimentar a ratones gestantes con alimentos de olor fuerte, como el ajo, para cambiar el olor de la madre, si una feromona estaba implicada, el ajo no tendría ningún efecto en la succión. De hecho, sólo los ratones que tuvieron una exposición previa al líquido amniótico con el fuerte olor de su madre fueron capaces de alimentarse con éxito, lo que demuestra que el olor debe ser aprendido.
   "Nuestro trabajo demuestra que no existe una feromona para la alimentación de los ratones recién nacidos, sino que las crías de ratón aprenden el olor de esta mezcla única y variable de la madre en el nacimiento", explica la coautora Lisa Stowers, del Instituto de Investigación Scripps.
   La evidencia que respalda estas conclusiones proviene de la investigación genética llevada a cabo por el equipo. Los investigadores observaron que los ratones que carecen de un gen crítico en la región de la detección de feromonas en la nariz, llamado órgano vomeronasal (VNO), fueron capaces de localizar el pezón de la madre para succionar. En contraste, los ratones recién nacidos que no tenían la capacidad de oler los olores normales, detectados en una región llamada el epitelio olfativo principal (MOE), tuvieron problemas con la alimentación.
   Aprender la firma de un olor puede ser un componente crítico de otras conductas innatas en los mamíferos. Debido a que los seres humanos también forman un fuerte vínculo con sus bebés, los autores sugieren que la manipulación genética de la capacidad de oler en ratones será un instrumento útil para la investigación de las vías neurales que intervienen en el comportamiento instintivo humano.

El jamón ibérico curado está exento de toxoplasma

  El jamón ibérico puede ser consumido por las embarazadas ya que debido a su proceso de curación no tiene riesgo de toxoplasmosis, según las primeras conclusiones de un estudio elaborado por el Centro Tecnológico Andaluz del Sector Cárnico (Teica), participado por la Consejería de Innovación de la Junta de Andalucía.

   "Este estudio concluye que los factores que eliminan la toxoplasmosis del jamón ibérico son el largo proceso de curación", ha explicado el gerente de Teica, Juan Carlos Racero.
   El grupo social que abarca este estudio es "muy amplio" ya que supone una extensa cota de sociedad, señala Racero, quien añade que "no hay que pensar sólo en la mujer embarazada sino en su entorno familiar más cercano, ya que cuando se da esta situación nadie de la familia consume jamón".
   El centro ha firmado un acuerdo marco de colaboración científica y técnica con la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO en relación a los resultados que viene obteniendo con el estudio sobre toxoplasma en jamón curado y su posible consumo por las mujeres embarazadas.
   Racero califica de "muy importante" la firma de este acuerdo ya que "supondrá que los responsables médicos de toda España cuenten con un protocolo, avalado por un estudio científico, para informar a las mujeres embarazadas sobre el consumo de jamón".
   Otra de las características importantes de esta colaboración es dar a conocer nuevos estudios sobre la importancia de la carne en la alimentación, "erróneamente seguimos pensando que la carne no es tan sana como otros alimentos, sin embargo tomada sabiendo las propiedades que tiene, es un alimento tan completo y tan necesario como los demás", ha afirmado Racero.

Más del 60% de las madres abandona la lactancia antes de los seis meses

Más del 70 por ciento de las madres españoles opta por dar el pecho al inicio de la maternidad, pero sólo la mitad lo mantiene hasta los tres meses y el 61 por ciento lo deja antes de los seis meses, recuerda la coordinadora del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP), la doctora Marta Díaz, que ha elaborado un protocolo para favorecer la lactancia en las escuelas infantiles.

   "Si una madre quiere continuar con la lactancia materna cuando el niño acude a la escuela infantil debería hacerse todo lo posible para que fuera posible", explica esta experta, quien recuerda que la leche materna cubre todas las necesidades del niño hasta los seis meses.
   La Organización Mundial de la Salud (OMS) que aboga por la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses de edad y hasta los dos años de forma complementaria con otros alimentos. En opinión de la doctora Díaz, existe mucho desconocimiento entre las mujeres sobre cómo realizar el almacenaje y conservación de la leche, lo que aumenta el abandono de esta práctica.
   En concreto, en lo que se refiere a los centros infantiles, recuerda que "no están habituados", además de que "tampoco cuentan con información sobre el procedimiento que deben seguir para almacenar y administrar la leche materna en condiciones seguras". Éste ha sido el principal motivo que ha llevado al comité a elaborar el protocolo para la alimentación con leche materna en las escuelas infantiles.
   Según esta experta "la leche materna resulta más fácil de conservar y almacenar que la leche artificial", no obstante se debe seguir una serie de recomendaciones para preservar las condiciones de higiene y el valor de la leche, así como para garantizar que cada bebé sólo es alimentado con su propia leche.
   "Son recomendaciones muy simples que esperamos puedan ayudar a que se haga cada vez más habitual y normal que en las escuelas infantiles los bebés pueden recibir leche materna", apunta.
   Así, se establece que leche materna puede mantenerse a temperatura ambiente al menos 24 horas. "Cuando la leche se vaya a administrar durante los siguientes ocho días, entonces se puede guardar en la nevera (no en el congelador) y mejor si no se deja en la puerta del frigorífico", señala la coordinadora.
   Si no se va administrar en el día, los pediatras apuestan por congelarla tras haberla enfriado previamente. La leche puede durar al menos dos semanas en los congeladores que están dentro de la misma nevera; entre 3 y 4 meses cuando el congelador tiene puertas separadas y seis meses en congeladores separados. Los envases de cristal siguen siendo la opción más adecuada para la congelación.  
   En el proceso de descongelación, lo mejor es sumergir el recipiente en otro con agua caliente. Tras este proceso, se puede guardar la leche en la nevera por un periodo no superior a 24 horas y nunca congelar de nuevo ni almacenar lo que el bebé no haya tomado.
"Muchas madres suelen calentar el biberón en el microondas", una práctica, que para la doctora Díaz no es recomendable, ya que el calentamiento no es uniforme y pueden producirse "bolsas calientes", capaces de quemar la boca del bebé.