miércoles, 7 de noviembre de 2012

El 60% de los niños españoles no duerme las 10 horas recomendadas


El 60 por ciento de los niños españoles no duerme las 10 horas recomendadas y, de ellos, el 30 por ciento tiene síntomas de somnolencia diurna, advierte el director del Instituto de Investigaciones del Sueño, el doctor Diego García Borreguero, con motivo de la presentacióneste miércoles del programa educativo 'I Have a Dream' con el que se pretende impulsar buenos hábitos en este campo. 

   De este modo, este experto ha subrayado la importancia que cobra dormir las horas estipuladas durante la infancia, pues "el crecimiento del sistema nervioso depende de cuantas horas se duerma". Además de que "no dormir lo suficiente" predispone a la diabetes y obesidad. "No dormir lo suficiente va a cobrar un precio", ha advertido.
   Asimismo, durante la primera hora de sueño se produce el 60 por ciento de la secreción total de la hormona de crecimiento. En general, "el sueño juega un papel fundamental en muchas esferas del desarrollo infantil tales como la conducta, el rendimiento escolar y el crecimiento", ha señalado.
   Sin embargo, García Borreguero ha lamentado que, desde 1985 hasta la fecha, la hora de acostarse se ha retrasado unos 30 minutos. "Existe la tendencia creciente a que se acuesten cada vez más tarde", ha remarcado.
   En este sentido, el director del Instituto de Investigaciones del Sueño ha señalado que el 66 por ciento de los niños de entre 10 y 15 años deciden ellos mismos la hora a la que se van a dormir. En este fenómeno, ha dicho, juega un importante papel la exposición a la televisión por la noche, "que va a mandar una señal errónea al cerebro" y, de esta manera, el niño va a estar más tiempo en vigilia.
   De este modo, al dormir menos horas, el niño, durante el día, está "más disperso", aprende "peor", lo que puede dar lugar al síndrome de déficit de atención. Además de que el niño está más "irritable" y cuenta con dificultades a la hora de relacionarse con los demás.
   Por ello, este experto ha subrayado la importancia de que, desde pequeños, establezcan unas rutinas "que favorezcan el sueño", ya que dormir mal durante la infancia "predispone a los trastornos del sueño" en la vida adulta. "Las alteraciones del sueño son frecuentes en la edad infantil y,a diferencia de lo que ocurre en el adulto, afectan también y de manera intensa a la calidad de vida de su entorno familiar", ha insistido.
   Unos buenos hábitos de higiene del sueño pasan por utilizar la luz natural siempre que sea posible, apagar las luces que no sean necesarias e intentar no recibir luz en los ojos directamente. A este respecto, este experto ha asegurado que la importancia que juega la luz a la hora de fomentar el sueño "está menos explorada" pese a que existe más documentación científica.
   En este sentido, ha puesto como ejemplo a padres que acuden a la consulta explicando que sus hijos padecen el síndrome de fase de sueño retrasada, al acostarse a las 3 ó 4 de la mañana. Entonces, la primera medida que establecen los profesionales es la de colocarles unas gafas oscuras y exponerles a luces a "determinada distancia" por las mañanas.
   Se trata de que el organismo reciba luz a primera hora de la mañana y oscuridad por la noche, pues la secreción de melatonina, sustancia liberada en el cerebro en condiciones de oscuridad, fomenta el sueño. "Jugando con la luz y oscuridad se adecua el sueño de los niños", ha insistido

El 30% de los cánceres en edad infantil se deben a la leucemia

La leucemia representa el 30 por ciento de los cánceres en edad infantil, por lo que "es la neoplasia oncológica pediátrica más frecuente", según han indicado los expertos de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP).

   Entre los diversos tipos de esta enfermedad, la más corriente dentro de las agudas en la linfoblástica aguda, que "comprende el 80 por ciento del total", indican. Aunque se desconoce su etiología, "existen factores genéticos, virales y ambientales que pueden estar implicados en su desarrollo", manifiestan.
   No obstante, su pronóstico "ha mejorado en las últimas décadas gracias a los nuevos fármacos", lo que ha provocado un aumento de la supervivencia de los pacientes hasta situarse la tasa de curación "entre un 80 por ciento y un 90 por ciento", aseguran. Sin embargo, aún se esperan optimizaciones en este sentido con terapias que minimicen la toxicidad.
   Para esta sociedad científica, en los últimos años, el tratamiento contra el cáncer plante el reto de crear "nuevas estrategias en pacientes con un elevado riesgo de recaída". Las últimas están siendo "incluir asociación de quimioterápicos con diferentes mecanismos de acción en los protocolos de quimioterapia", señalan.
   Pero existe otro elemento esencial en el tratamiento de estos menores, el cual es la cirugía. "Su papel en el estadiaje tumoral es definitivo en la mayoría de los tumores sólidos", manifiestan al tiempo que reconocen que la biopsia y el grado de resección "van a condicionar la actitud terapéutica posterior en mucha ocasiones".
   Existen otros tipos de cáncer que también son comunes en los menores, como los tumores del sistema nervioso central (20% del total) y los linfomas (13%). Éstos, unidos al resto de tumores, "son la segunda causa de mortalidad a partir del primer año de vida", sólo por detrás de los accidentes.
   Al respecto, desde SEPEAP exponen que "la incidencia de esta patología en menores españoles de entre 0 y 14 años es de 153 casos por millón de niños", lo que supone "un caso al año por cada 6.500 niños menores de 15 años". Con todo ello, estiman que un pediatra de Atención Primaria, con un cupo de 1.500 pacientes, "ve un nuevo caso de cáncer cada cinco años".
   Por ello, sostienen que este profesional tiene un papel "fundamental" en la atención integral del niño con cáncer, tanto en el diagnóstico como en el seguimiento durante las distintas fases de tratamiento".
 Al respecto el pediatra del Hospital Niño Jesús de Madrid y miembro de la SEPEAP, el doctor Luis Madero, afirma que la detección precoz de las neoplasias oncológicas infantiles "es complicada, ya que la enfermedad no obedece a factores de riesgo como en pacientes adultos".
   Sin embargo, subraya que esta faceta puede mejorar si este sanitario adquiere conocimiento sobre estas neoplasias y si se hace "una prevención terciaria". Tras ello, y si existe sospecha, el menor "debe ser derivado al oncólogo", concluye.

La mayoría de pacientes con cáncer sufren episodios de dolor cortos e intensos

El 85 por ciento de los pacientes con cáncer experimenta dolor y, de ellos, entre un 60 y un 95 por ciento sufre episodios de dolor irruptivo, que se caracterizan por ser cortos y por su elevada intensidad, según han advertido expertos reunidos en Sevilla en una jornada organizada por la Fundación para la Investigación de la Salud (FUINSA) y promovida por Takeda.

   Esta jornada, que ha reunido en el Colegio de Médicos a expertos en Oncología, Cuidados Paliativos y Unidades de Dolor, los especialistas del ramo han advertido de que, pese a que es muy común este dolor irruptivo (que se caracteriza por ser corto y de elevada intensidad), existe una infradiagnóstico del mismo.
   "El dolor irruptivo es una de las grandes preocupaciones de los pacientes con cáncer porque afecta a su calidad de vida y a su estado de ánimo", ha asegurado la presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), Begoña Barragán, y una de las ponentes de la jornada, para quien "la incertidumbre que produce la posibilidad de que el dolor aparezca, hace que los pacientes se sientan limitados para realizar actividades cotidianas".
   Según ha advertido, "muchos" de los pacientes no comunican a sus médicos la existencia de este tipo de dolor "por temor a escuchar que la enfermedad avanza y asumen el dolor como parte de la evolución de su enfermedad". Por ello, ha considerado "fundamental" el que el profesional sanitario "indague e informe sobre el dolor al paciente para poder realizar un correcto diagnóstico y, en consecuencia, el tratamiento más adecuado".
   Por su parte, el presidente de la Asociación Andaluza del Dolor, Jerónimo Herrera, ha apuntado que el hecho de que dolor irruptivo esté mal diagnosticado se debe a que "no se hace una evaluación adecuada" y a que "existe una falta de conocimientos sobre las características de este tipo de dolor".
   De hecho, ha sostenido que los episodios de dolor irruptivo pueden surgir en pacientes con cáncer, incluso aunque su dolor crónico esté controlado de manera adecuada y estable. Estos episodios intensos y de corta duración, ha proseguido, necesitan tratamientos específicos para el abordaje de este tipo de dolor, ya que el tratamiento de base que tiene el paciente no es suficiente.
   Por su parte, el Director del Plan Andaluz de Atención a Personas con Dolor, Juan Antonio Guerra, ha destacado el desarrollo y puesta en marcha de este plan andaluz que dirige, además del desarrollo e implantación "de la 'Guía de Uso Seguro de Opioides en Pacientes en Situación Terminal', que aborda directamente el problema del dolor oncológico incluyendo el dolor irruptivo".

Una gota de sangre materna podría detectar enfermedades genéticas del feto

Una gota de sangre materna podría detectar enfermedades genéticas del feto de una forma rápida, no invasiva y con menor coste, según el proyecto 'AngeLab', que tiene como objetivo desarrollar la tecnología necesaria para identificar el ADN del feto contenido en la sangre de la madre para conocer, analizando una sola gota, si el futuro bebé padece algún tipo de patología genética. 

   El proyecto europeo está liderado por IK4-IKERLAN y, con un presupuesto de cerca de 11 millones de euros financiados en parte por la Unión Europea a través del VII Programa Marco, busca desarrollar y posteriormente comercializar toda una familia de productos de diagnóstico rápido que sean capaces de detectar las principales enfermedades genéticas para sustituir a las actuales técnicas invasivas.
   Además, el consorcio que impulsa 'AngeLab' está formado por líderes mundiales en diagnóstico prenatal no invasivo y en tecnologías Lab-on-a-Chip (laboratorio en un chip). Asimismo, cuenta con el asesoramiento de un comité externo para cuestiones científicas, económicas y éticas, lo que sitúa el proyecto a la vanguardia internacional de la investigación en este ámbito.
   En concreto, 'AngeLab' parte de la constatación de que los actuales métodos de diagnóstico prenatal, tales como la amniocentesis, son invasivos y que, por tanto, comportan un riesgo para el embarazo, además de ser más costosos en términos económicos.
   Asimismo, los actuales programas de cribado de síndrome de Down (no invasivos), no proporcionan un diagnóstico de certeza sino que intentan identificar aquellos embarazos con riesgo de alteración cromosómica para limitar el número de amniocentesis o biopsias de vellosidad corial, por el riesgo que éstas entrañan.
   En este sentido, la tecnología que pretende desarrollar 'AngeLab' también se diferencia de otros métodos recientemente anunciados por algunas empresas, que sólo se utilizarán en centros privados. Frente a éstos, las características de AngeLab permitirán automatizar estos estudios en cualquier ámbito sanitario, ya sea público o privado, a un coste "mucho menor".
   El análisis de ADN fetal circulante, en el que se basa la tecnología que desarrollará el proyecto, se emplea en otros ámbitos, pero su uso para el diagnóstico de síndrome de Down y otras aneuploidías sigue sin estar extendido por la complejidad de las técnicas necesarias, por la dificultad en la interpretación de los resultados de ellas obtenidos y porque su reproducibilidad no ha sido demostrada.
   "Estimamos que el 'test' completo podría lanzarse al mercado con un precio entre 100 y 200 euros. Hemos conseguido que empresas y centros públicos pioneros en el mundo del diagnóstico prenatal no invasivo, hospitales públicos, centros de investigación expertos en Lab-on-a-Chip, en biología molecular, y empresas fabricantes se hayan unido en 'AngeLab' con el objetivo de desarrollar este novedoso sistema automatizado y más económico para separar y analizar el ADN fetal de la sangre materna", ha comentado el investigador de IK4-IKERLAN y líder del proyecto, Jesús Ruano.
   Además del diagnóstico de alteraciones cromosómicas, el proyecto prevé incluir en su dispositivo el diagnóstico de enfermedades recesivas, enfermedades por alteración en el número de copias de ciertos genes, o de enfermedades dominantes en las que la madre sea la transmisora.
   Por tanto, un 'test' de este tipo podría detectar con carácter prenatal las principales enfermedades graves de origen genético, que van desde fibrosis quística o atrofia muscular espinal hasta diferentes aneuploidías, como el síndrome de Down o de Edwards, entre otras.
   De esta forma, si los resultados de este proyecto de investigación se confirman, el producto resultante superará a los mecanismos actuales en fiabilidad del diagnostico, seguridad del embarazo y coste-efectividad del 'test'.
   Por otra parte, el proyecto tiene previsto finalizar sus trabajos dentro de cuatro años con un plan de producción piloto del nuevo dispositivo, que verificarán los centros de investigación, y planea validar técnicamente su funcionamiento con pacientes a través de más de 400 pruebas diagnosticas en el Hospital Donostia (Biodonostia) y en el Hospital Universitario Basurto.
   En este sentido, el sistema sanitario vasco de I+D+i ha señalado la importancia de que el sector tecnológico capture las necesidades de la práctica clínica a través de sus profesionales y se alíe con ellos para el codesarrollo de este tipo de productos.

Investigan una vía para la regeneración nerviosa en una lesión medular

Científicos de las universidades de Liverpool y Glasgow (Reino Unido) han descubierto un posible método para mejorar la reparación del nervio en el tratamiento de lesiones de la médula espinal. En concreto, han hallado que los azúcares de cadena larga, llamados sulfatos de heparano, juegan un papel significativo en el proceso de formación de cicatrices en modelos de células desarrollados en el laboratorio.

   Se sabe que el tejido de la cicatriz, que se forma después de la lesión de la médula espinal, crea una barrera impenetrable para la regeneración del nervio, lo que lleva a la parálisis irreversible asociada con lesiones de la médula. Los resultados de la investigación, publicada en 'Journal of Neuroscience' y patrocinada por Wellcome Trust, pueden contribuir a nuevas estrategias para manipular el proceso de cicatrización inducida en la lesión de la médula espinal y la mejora de la eficacia de las terapias de trasplante de células en estos pacientes.
   La cicatrización se produce debido a la activación, cambio de forma y la rigidez de los astrocitos, que son las células nerviosas principales de apoyo en la médula espinal. Una posible manera de reparar el daño nervioso es el trasplante de células de soporte de los nervios periféricos, llamadas células de Schwann, pero los científicos descubrieron que éstas segregan azúcares de sulfatos de heparano, que promueven reacciones en las cicatrices y podrían reducir la efectividad de la reparación del nervio.
   Los científicos detectaron que estos azúcares pueden sobreactivar factores proteicos de crecimiento que promueven la cicatrización de astrocitos, pero que esta activación excesiva puede ser inhibida por las heparinas modificadas químicamente en el laboratorio. Así, estos compuestos podrían prevenir la formación de cicatrices, lo que abre nuevas oportunidades para el tratamiento de las células nerviosas dañadas, según los autores del estudio.
   "Los azúcares que estamos investigando son producidos por casi todas las células del cuerpo y son similares al anticoagulante heparina", resumió el profesor Jerry Turnbull, del Instituto de Biología Inegral de la Universidad de Liverpool (Reino Unido). "Lo interesante es que abre la puerta a desarrollar tratamientos para mejorar la reparación de los nervios en los pacientes, utilizando las propias células del cuerpo de Schwann, complementadas con azúcares específicos", añade.

La actividad física aumenta la esperanza de vida casi cinco años

La actividad física durante el tiempo libre está asociada con una esperanza de vida más larga, de hasta 4,5 años, e incluso a niveles relativamente bajos de actividad y de peso corporal, según estudios realizados por un equipo de investigadores dirigido por el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. Además, se vio que las personas que hacen ejercicio físico regular, como caminar a paso ligero, viven más tiempo que los que no hacen ningún, incluso cuando tienen sobrepeso.

   Los análisis, publicados esta semana en 'POLOS Medicine', analizaron los datos de más de 650.000 adultos, en su mayoría con edades superiores a los 40 años. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos recomienda una actividad aeróbica de 2,5 horas de intensidad moderada (la que permite hablar pero no cantar cuando se realiza el ejercicio) a 1,25 horas con un nivel vigoroso (se pueden decir sólo unas pocas palabras sin detenerse a recuperar el aliento) a la semana para los adultos de 18 a 64 años.
   Tras considerar otros factores que podrían afectar a la esperanza de vida, los investigadores concluyeron que ésta fue de 3,4 años más para las personas que consiguieron el nivel recomendado de actividad física, mientras los individuos que realizaron el doble de esfuerzo a los ejercicios aconsejados ganaron 4,2 años de vida. Incluso, se detectaron beneficios en los niveles más bajos de actividad: los que hicieron la mitad de la cantidad de actividad física recomendada añadieron 1,8 años a su vida.
   "Nuestros resultados ponen de relieve la importante contribución que el tiempo libre dedicado a la actividad física en la edad adulta puede otorgar a la longevidad. El ejercicio regular prolonga la vida en todos los grupos examinados, con peso normal sobrepeso u obesidad", dijo el autor principal del estudio, el doctor Steven Moore, de la División de Epidemiología del Cáncer y Genética del Instituto Nacional del Cáncer.
   Los autores examinaron también cómo la esperanza de vida cambió con la actividad en personas con obesidad: las personas que eran obesas e inactivas tenían una esperanza de vida que era entre cinco y siete años menor que las personas que tenían un peso normal y actividad moderada. Así, las personas que hacen actividad física regular, como caminar a paso ligero, viven más tiempo que los que no hacen ningún ejercicio durante su tiempo libre, incluso cuando tienen sobrepeso, con mejorías en todos los niveles de índice de masa corporal (IMC).
   Los resultados determinan que la actividad física en un nivel equivalente a caminar a paso ligero durante 75 minutos a la semana se asoció con un aumento promedio de la esperanza de vida de 1,8 años, en comparación con aquellos que no hicieron ejercicio. Sin embargo, la actividad física en el tiempo libre en el nivel recomendado por la Organización Mundial de la Salud (un mínimo de 150 minutos de caminata enérgica por semana) se asoció con un promedio de esperanza de vida de 3,4 a 4,5 años más que no hacer nada.

En invierno aumentan las muertes por problemas cardiovasculares

Las personas tienen más probabilidades de morir a causa de problemas cardíacos en invierno, independientemente del clima en el que vivan, según un estudio presentado en las sesiones científicas de la Asociación Americana del Corazón, y publicado en 'Journal of the American Heart Association'.

   Investigadores del Hospital Buen Samaritano de Los Ángeles (Estados Unidos) analizaron los datos de certificados de defunción de siete lugares del país con climas diferentes: California, Texas, Arizona, Georgia, Washington, Pennsylvania y Massachusetts, entre 2005 y 2008.
   En todas las áreas, las muertes totales y por problemas circulatorios (ataque al corazón, insuficiencia cardíaca, enfermedad cardiovascular y accidente cerebrovascular) aumentaron un promedio del 26 al 36 por ciento a partir del verano durante el pico invernal a lo largo de cuatro años.
   Los patrones estacionales de las muertes totales y por problemas en el corazón fueron muy similares en los siete patrones climáticos diferentes.
   Bryan Schwartz, uno de los autores del estudio y cardiólogo de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque, lanza la hipótesis de que un clima más frío puede aumentar la vasoconstricción y elevar la presión arterial. "Además, la gente en general no vive tan saludablemente en invierno como lo hace en verano, porque no se come tan bien ni se hace tanto ejercicio", afirmó.