viernes, 12 de agosto de 2011

La carne roja aumenta el riesgo de diabetes tipo 2

Un estudio realizado por la Harvard School of Public Health (HSPH) (Estados Unidos) ha hallado una fuerte relación entre el consumo de carnes rojas, especialmente cuando son procesadas, y un mayor riesgo de diabetes tipo 2. 

   El trabajo, ya disponible en la versión 'on line' de la revista 'American Journal of Clinical Nutrition', también muestra que la sustitución de las carnes rojas por proteínas más saludables, como lácteos bajos en grasa, frutos secos o cereales integrales, puede reducir significativamente este riesgo.
   En el estudio, dirigido por An Pan, del Departamento de Nutrición de la HSPH, y cuyo autor principal es el profesor de nutrición y epidemiología de la HSPH, Frank Huy, se analizaron las respuestas a un cuestionario de 37.083 hombres durante 20 años, procedentes del 'Health Professionals Follow-Up Study', 79.570 mujeres seguidas durante 28 años en el 'Nurses' Health Study I', y 87.504 mujeres seguidas durante 14 años en el 'Nurses 'Health Study II'.
   También llevaron a cabo un meta-análisis actualizado, que combina los datos de su nuevo estudio con los de otros estudios existentes, e incluyó a un total de 442.101 participantes, 28.228 de los cuales desarrollaron diabetes tipo 2 durante el estudio.
   Tras ajustarlo por edad, índice de masa corporal (IMC), estilos de vida y otros factores dietéticos de riesgo, los investigadores descubrieron que 100 gramos diarios de carne roja no procesada (aproximadamente del tamaño de una baraja de cartas) se asocian con un aumento del 19 por ciento del riesgo de diabetes tipo 2.
   Asimismo, constataron que una porción diaria de la mitad de esa cantidad de carne procesada, 50 gramos (por ejemplo, un perrito caliente o dos rebanadas de tocino), se asocia con un riesgo aún mayor, de más del 50 por ciento.
   "Claramente, los resultados de este estudio tienen importantes implicaciones en la salud pública dado el aumento de la epidemia de diabetes tipo 2 y el aumento de las carnes rojas en todo el mundo", explica Hu, para quien, "la buena noticia es que tales factores de riesgo  pueden ser compensados mediante el cambio de la carne roja por una proteína más saludable".
   En este sentido, los investigadores vieron que una persona que consume a diario una porción de carnes rojas, si la susituye por una porción de frutos secos al día, puede reducir el riesgo de diabetes tipo 2 hasta un 21 por ciento, con la sustitución de lácteos bajos en grasa, se experimenta un riesgo del 17 por ciento menor, y con los cereales integrales un 23 por ciento.
   Basándose en estos resultados, los investigadores aconsejan reducir al mínimo el consumo de carnes rojas procesadas -como salchichas, tocino y carnes frías, que generalmente tienen altos niveles de sodio y nitritos- al igual que se debe reducir la ingesta carne roja sin procesar. Además, si es posible, las carnes rojas deben ser reemplazados por opciones más saludables, como frutos secos, cereales integrales, productos lácteos, pescado o frijoles.
   "Este estudio, el más importante de su tipo tanto por el tamaño de la muestra como por el número de años de seguimiento, demuestra claramente que el consumo de los carnes rojas tanto procesadas como sin procesar, se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2", concluye Pan.

La reducción de la ingesta de sal podría salvar millones de vidas cada año en el mundo

La reducción de la sal en la dieta podría salvar millones de vidas cada año en todo el mundo al disminuirse considerablemente los riesgos de enfermedades cardíacas y los accidentes cardiovasculares, según ha comentado el profesor Francesco Cappuccio, cuya ponencia en la reunión de alto nivel sobre enfermedades no transmisibles de Naciones Unidas, que se celebrará en septiembre, versará sobre este asunto.

   La investigación de Cappuccio, publicada en el 'British Medical Journal', ha demostrado que una reducción de tres gramos de sal al día podría evitar hasta 8.000 muertes por ictus y hasta 12.000 muertes por cardiopatías coronarias al año en Reino Unido.
   Una reducción de sal similar en Estados Unidos se traduciría en 120.000 casos menos de cardiopatía coronaria, unos 66.000 ictus menos y 99.000 ataques al corazón menos cada año. Con ello, también se podrían ahorrar hasta 24 mil millones de dólares anuales en gastos de atención de salud.
   La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido una meta mundial para reducir 5 gramos la ingesta de sal en la dieta (una cucharadita) por persona para el año 2025, sin embargo, la ingesta de sal en muchos países es actualmente muy superior a esta cantidad. De hecho, la ingesta diaria promedio en el Reino Unido llega actualmente casi a los 9 gramos. Sin embargo, según los expertos, la pregunta no es si se debe reducir la ingesta de sal, sino cómo hacerlo de manera efectiva.
   El profesor Cappuccio y los coautores del estudio aseguran que el cambio de comportamiento personal y la elección libre de cada individuo no es una opción efectiva y realista, puesto que la mayoría de la sal se añade a los alimentos antes de su venta y la incorporación comercial de la sal a los alimentos se está convirtiendo en una tendencia global.
   Según estos expertos, se hace necesario un enfoque de cuatro vertientes para llevar a cabo una política integral. En primer lugar, habría que establecer campañas de sensibilización pública así como la posterior evaluación de las mismas.
   Por otra parte, los investigadores consideran necesaria una reformulación para establecer objetivos progresivos de reducción de la sal en los alimentos procesados ya existentes y colaborar con la industria de alimentos en el establecimiento de normas para los alimentos nuevos.
   Otra de las vertientes a tratar sería el monitoreo del proceso a través de una topografía de la ingesta de sal de la población, así como del progreso de la reformulación y la eficacia de las campañas.
   Por último, aseguran que sería necesario establecer un compromiso con la industria, que incluyera regulación, para crear igualdad de condiciones a fin de no crear desventajas a las empresas.
   Para Cappuccio, "debe ser reconocida la gran responsabilidad de los fabricantes de alimentos en la contribución a disminuir la epidemia de enfermedades cardiovasculares".
   "La colaboración del mercado, la industria, la sociedad, los gobiernos y de todos los que se necesitan para desempeñar este proyecto es fundamental. Sin embargo, la negación y la dilación serán costosas en términos de enfermedades evitables y de gastos ", concluye el experto.

Las mujeres que toman fármacos contra la depresión tiene mayor riesgo de padecer un ictus

El 29 por ciento de las mujeres que toman antidepresivos, especialmente inhibidores de la recaptación de serotonina, como el Prozac, Zoloft o Celeca, incrementan el riesgo de padecer un accidente cereborvascular, ictus, según ha demostrado el estudio 'Nurses Health'. 

   Como explica la autora del estudio y física asociada al Brigham and Women's Hospital in Boston, Kathryn Rexode, "los medicamentos antidepresivos se usan en casos severos de depresión. No creo que los medicamentos por sí mismos sean la primera causa de este riesgo, el estudio no determina que los pacientes deban interrumpir sus tratamientos para reducir el riesgo de un ictus".
   La investigación 'Nurses Health Study' ha sido realizado a 80.574 mujeres de entre 54 y 79 años desde 2000 a 2006, con antecedentes médicos en ictus. La prevalencia de la depresión al inicio del estudio en las mujeres fue un 22 por ciento, y 1.033 casos de ictus fueron detectados durante los seis años de seguimiento.
   Estas mujeres comparadas con las mujeres sin antecedentes en ictus, suelen ser solteras, fumadoras y psicológicamente menos activas. Son ligeramente mas jóvenes, con un mayor sobrepeso y un índice de presión en sangre mayor, además de padecer enfermedad del corazón y diabetes.
   "La depresión puede prevenirse individualmente controlando problemas médicos como la diabetes, la hipertensión producida por la ingesta de medicamentos, optar por un estilo de vida mas saludable y hacer  un poco de ejercicio". 
"Todos estos factores podrían contribuir a incrementar el riesgo de padecer esta patología", añade Rexrode.
    El estudio demuestra que padecer depresión puede incrementar el riesgo de sufrir un ictus. Por ello el reconocimiento de un estado anímico depresivo, puede ayudar al médico a prestar más atención al paciente en el tratamiento de la depresión  y evitar el desarrollo de factores de riesgo de accidente cerebrovascular, como hipertensión, diabetes y colesterol elevado. Del mismo modo hacer frente a los hábitos cotidianos como fumar y hacer ejercicio previenen los ictus.
   Como aclara otro de los autores del estudio y científico del Harvad School of Public Heatlh, An Pan, "no podemos delimitar cuál es la causa exacta del ictus, ni tampoco excluir completamente la posibilidad de que los resultados sean completamente desconocidos". "Lo que sí se puede delimitar es que reconocer que las mujeres deprimidas pueden tener un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, y eso puede ayudar a investigar estrategias preventivas para este grupo".

La grasa "buena" es más frecuente en los niños delgados

La grasa "buena" es más frecuente en los niños delgados, según un estudio del Joslin Diabetes Center y el Hospital de Niños de Boston (Estados Unidos) cuyos resultados se han publicado en 'The Journal of Pediatrics'.

   Los investigadores han demostrado que un tipo de grasa "buena", conocida como grasa marrón, se produce en cantidades variables en los niños - en aumento hasta la pubertad y luego disminuye- y es más activa en los niños más delgados.
   El estudio utilizó las imágenes de tomografía por emisión de positrones (PET) para analizar las cantidades de esta grasa en los niños así como su actividad, la cual, a diferencia de la grasa blanca, se centra en quemar energía en lugar de almacenarla.
   "El aumento de la cantidad de grasa marrón en los niños puede ser un método eficaz para combatir la creciente tasa de obesidad y diabetes en los niños", afirma el autor principal del artículo y profesor de Medicina y Farmacia, Aaron Cypess.
   En 2009, el equipo de Cypess demostró por primera vez, en un artículo publicado en el 'New England Journal of Medicine', que la grasa marrón es metabólicamente activa en adultos humanos, mientras que antes se pensaba que la grasa marrón estaba presente sólo en los bebés y los niños. Concretamente, su estudio mostró que se encuentra en entre 3 y 7,5 por ciento de los adultos, con tasas más altas entre las mujeres.
   En este nuevo estudio, los investigadores revisaron los estudios de PET que se habían realizado en 172 jóvenes de 5 a 21 años en Hospital de Niños de Boston. Se detectó la grasa marrón activa en el 44 por ciento de los niños, con tasas más o menos similares en niños y niñas.
   Los niños de 13 a 15 años presentaron el mayor porcentaje de grasa marrón y una actividad más alta en la misma. Además, el índice de masa corporal (IMC) se correlaciona inversamente con la actividad de la grasa marrón, es decir, el niño más delgado presentaba la mayor actividad de la grasa parda.
   Mientras que el estudio de 2009 sobre los adultos mostró que la grasa marrón era más activa cuando hace frío, en consonancia con su quema de energía para generar calor, el nuevo estudio en niños demostró que la temperatura exterior no tiene ningún efecto sobre la actividad de la grasa marrón.
   "El aumento de la actividad de grasa marrón de la niñez a la adolescencia y su correlación inversa con la obesidad sugiere que la grasa marrón podría jugar un papel importante en el metabolismo de los jóvenes así como en su balance energético y en la regulación del peso", explican los expertos en su artículo.
   "Creemos que la capacidad de evaluar de forma no invasiva la actividad de la grasa marrón en vivo con imágenes PET proporciona una mejor comprensión de su papel destacado en la fisiología pediátrica y, posiblemente, puede proporcionar información sobre el tratamiento de la obesidad infantil", explica otra de las autoras y miembro del programa de Medicina Nuclear e Imagen Molecular del Hospital de Niños, Laura Drubach.
   Cypess considera que "ahora el objetivo es buscar primero maneras no farmacológicas de aumentar la actividad de la grasa marrón, tal vez mediante el establecimiento de una temperatura interior más fría en los hogares donde viven niños obesos. Asimismo, quizá ciertos alimentos puedan desempeñar un papel clave en el aumento de los niveles de grasa marrón y sino -añade- el desarrollo de nuevos fármacos podría ser la solución".
   En este sentido, un estudio del Joslin Diabetes Center de 2010 identificó células en ratones que se pueden activar para transformarse en grasa marrón.
   Con este hallago, según el experto, "esto sería una herramienta adicional para combatir la obesidad y la epidemia de diabetes si se encuentra una manera segura de aumentar la actividad de la grasa marrón".
   Sin embargo, los investigadores aseguran que todavía hay muchas preguntas por responder. Por ejemplo, "no se sabe si la relación entre el IMC y la grasa marrón es porque los niños delgados tienen más grasa marrón o si tener más grasa marrón hace que los niños estén delgados" y concluye que "sí se sabe que la grasa marrón es un componente esencial del metabolismo pediátrico y probable en adultos".

Más de la mitad de los pacientes con cáncer podría padecer insomnio

Más de la mitad de los pacientes con cáncer podría padecer insomnio durante el tratamiento, problema que, en algunos casos, puede persistir durante meses, según un estudio del Centro de Investigación del Cáncer de la Universidad Laval, en Quebec (Canadá), publicado en 'Journal of Clinical Oncology'.

   Los resultados de este trabajo, dirigido por el investigador Josee Savard, se basó en una encuesta realizada a cerca de 1.000 pacientes oncológicos que se sometieron a una cirugía, a quienes se les preguntó si tenían problemas para dormir durante la noche o para conciliar el sueño.
   "El insomnio es un problema frecuente y duradero en pacientes con cáncer, particularmente en el nivel de síndrome", explica Savard en referencia al síndrome de insomnio, un problema que se manifiesta con síntomas persistentes, como necesitar más de media hora para dormirse por lo menos tres noches a la semana.
   "Las estrategias de intervención temprana, como la terapia cognitivo-conductual, podrían evitar que el problema se volviera cada vez más grave y crónico", añadió.
   El equipo de Savard siguió a estos pacientes, que tenían entre 23 y 79 años de edad y la mayoría presentaba cánceres en etapa inicial, para ver si su sueño y los síntomas cambiaban meses después de finalizar el tratamiento.
  Durante el tratamiento, el 59 por ciento dijo presentar síntomas de insomnio y de ellos, casi la mitad sufrían síntomas tan graves como para ser propios del síndrome de insomnio. El índice que presentaban estos pacientes era tres veces mayor que el de la población general. Un año y medio después, el 38 por ciento de estos pacientes tenía síntomas de insomnio.
   Aunque por lo general los pacientes eran poco proclives a informar de que sufrían insomnio, con el paso del tiempo uno de cada siete reconoció que había desarrollado síntomas en los primeros meses tras la cirugía.
   "El sueño es realmente un gran problema para los pacientes con cáncer", apunta Carol Enderlin, que estudia el sueño en mujeres con cáncer de mama en la Universidad de Arkansas y no participó en el estudio.
   Según la experta, el mensaje para estos pacientes es "ser conscientes del sueño y de la importancia del sueño, informar al médico sobre sus cambios en el sueño antes de que se agraven y no tener miedo a sacar el tema".
   Sólo en los últimos años se ha reconocido al sueño como un problema para los pacientes oncológicos, anota Julienne Bower, de la Universidad de California, líder de otro estudio según el cual cerca de dos tercios de las pacientes tratadas por tumores mamarios sufrían fatiga y la calidad de su sueño era deficiente.
   Su equipo de investigación ha comprobado la eficacia del yoga como tratamiento contra la fatiga y el Tai Chi para el insomnio. La terapia cognitivo-conductual, que ha ayudado a otros pacientes de insomnio, también puede resultar útil. "Cuando la gente padece estrés, cuando se enfrenta a retos, lo hacen mucho mejor tras una noche de descanso", concluye.

Una mayor producción de estrógenos en la mama puede conferir mayor riesgo de cáncer

Investigadores de la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, han descubierto, en ratones, que un nivel alto de aromatasa en el tejido mamario es más peligroso que el exceso de producción de los receptores de estrógeno. Este hallazgo, publicado en el ejemplar más reciente de 'Cancer Research', puede afectar a las estrategias de prevención del cáncer de mama.

   Este estudio podría explicar por qué algunas mujeres que producen de manera natural un exceso de aromatasa en los senos tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama. Los resultados de la presente investigación, llevada a cabo con animales, sugieren que este exceso de aromatasa puede ser la razón, según los investigadores del Georgetown Lombardi Comprehensive Cancer Center -perteneciente a la Universidad de Georgetown.
   En el estudio en ratones, la sobreproducción de aromatasa (que convierte la testosterona en estrógenos) en el tejido mamario posee más implicación en el desarrollo del cáncer de mama que el exceso de producción de los receptores de estrógeno, que utilizan las hormonas para activar las células mamarias. Además, los investigadores observaron que los ratones con exceso de aromatasa también poseían más receptores de estrógeno en las células del pecho.
   Mientras que las actuales terapias contra el cáncer de mama tienen como objetivo ambos procesos - tanto la inhibición de la aromatasa como la inactivación de los receptores de estrógeno- los investigadores afirman que este estudio sugiere que los inhibidores de la aromatasa pueden llegar a ser una opción más potente a la hora de prevenir el cáncer en las mujeres postmenopáusicas. El tamoxifeno y otros fármacos, que bloquean los receptores de estrógeno, han sido utilizados para prevenir el cáncer de mama y evitar su recurrencia, mientras que los inhibidores de la aromatasa han sido utilizados hasta ahora solo como protector.
"Sabemos que el estrógeno es el combustible que la mayoría de los tumores de mama utilizan para su crecimiento, y este estudio muestra que la producción de más estrógeno en el pecho, justo al lado de las células que pueden utilizar esta hormona como combustible, parece ser un desencadenante clave del cáncer de mama temprano ", dice la investigadora principal del estudio, la doctora Priscilla Furth, profesora de oncología y medicina en Georgetown Lombardi.
   El estudio también llegó a otra conclusión importante, afirma el doctor Edgar Díaz-Cruz, investigador en el laboratorio de Furth y coautor del estudio. "Nuestros resultados parecen ayudar a aclarar una antigua controversia  acerca de si son los estrógenos sistémicos, o los estrógeno producidos en el seno, los que representan un mayor riesgo en el cáncer de mama", dice Díaz-Cruz, y añade que "con nuestros modelos de animales, hemos demostrado que la producción local de estrógenos en el tejido mamario es lo suficientemente potente para estimular el desarrollo del cáncer de mama, sin requerir de estrógeno ováricos o de estrógenos producidos a partir de tejido graso, como se había planteado en el pasado ".
   El estudio se propuso alcanzar dos objetivos: por un lado, aclarar qué es más potente en el desarrollo del cáncer de mama, si la producción de estrógeno o la producción de receptores de estrógeno en la mama; y, por otro lado, ??encontrar más respuestas a la controversia aludida por Díaz-Cruz.
   Para abordar estas cuestiones, los investigadores desarrollaron un primer modelo condicional en ratones sobre la producción de aromatasa en el tejido mamario. Para ello, insertaron un gen en los ratones que expresaba aromatasa humana en el tejido mamario de los animales,  un gen que los investigadores podían activar o desactivar.
   Los investigadores compararon este modelo con otro que habían desarrollado hace varios años, en que otro gen productor de los receptores de estrógeno también podía ser encendido y apagado. Mientras que el estudio demostró que ambos modelos influyeron en las primeras etapas de la formación de tumores, la sobre-expresión de la aromatasa influyó tanto en la formación como en el desarrollo total del cáncer.
Los investigadores también encontraron, para su sorpresa, que un exceso de aromatasa en los ratones también produce más receptores de estrógeno. "El aumento de la aromatasa produce más estrógeno y  más receptores de esta hormona ", explica Díaz-Cruz, "esto representa, obviamente, un riesgo mayor para el desarrollo del cáncer de mama".