El consumo de tomate con un alto contenido en
vitamina E y licopeno contribuye a reducir el riesgo de cáncer de
próstata, según informa el Círculo de Braquiterapia Prostatica, quien
apuesta por seguir hábitos de vida saludables, entre los que se incluya
la práctica regular de ejercicio físico y una dieta equilibrada, en la
que haya un consumo abundante de frutas, verduras y hortalizas, en
detrimento de carnes y grasas.
Asimismo, existen otros factores que inciden en la probabilidad de
que se padezca cáncer de próstata, como por ejemplo la edad.
Precisamente, a partir de los 50 años, existe una mayor tendencia a que
aparezca esta neoplasia.
De este modo, a partir de esta edad, estos expertos recomiendan
que los hombres vayan al urólogo como mínimo una vez al año para
someterse a revisiones prostáticas para conseguir un diagnóstico
temprano y para, en caso de padecer la enfermedad, contar con unas tasas
de curación que ronde el 90 por ciento.
La obesidad juega también un papel importante. Se estima que los
varones obesos tienen el doble de riesgo a padecer cáncer de próstata
frente a los que se encuentran en su peso ideal.
Al margen de todos estos aspectos, es importante tener en cuenta
la genética. Si un miembro directo de la familia lo ha tenido, existen
probabilidades más altas de padecerlo. Por ello, cuando ha habido
antecedentes familiares, lo ideal es empezar con las revisiones
urológicas periódicas a los 45 años.
Un diagnóstico precoz permite aplicar tratamientos poco invasivos
como es la braquiterapia prostática, una técnica que minimiza los
efectos secundarios habituales, tales como impotencia e incontinencia
urinaria.
De hecho, un estudio ha constatado que es el tratamiento que menos
efectos secundarios provoca respecto a otros procedimientos, como la
prostatectomía y radioterapia.
En concreto, la braquiterapia consiste en la implantación de
semillas radiactivas (Iodo-125) en el interior de la glándula, por lo
que la radiación se concentra en el punto donde está el tumor y la
incidencia sobre órganos sanos adyacentes (vejiga y recto) queda
reducida al mínimo.