viernes, 14 de junio de 2013

Buenos hábitos de vida ralentizan el envejecimiento

El funcionamiento de las células humanas y el del cerebro se puede prolongar con buenos hábitos de vida y haciendo "lo correcto", según ha señalado este viernes el cardiólogo Valentín Fuster con motivo de la celebración en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de la mesa redonda 'Controversias en envejecimiento'.

   Este acto, que tradicionalmente de celebra en Nueva York (Estados Unidos) ha sido presidido por la Reina Sofía y ha sido organizado por el propio CNIC, por el Queen Sofia Spanish Institute y por la Fundación Pro CNIC. En el mismo, el experto ha asegurado que el problema de la reducción de la función celular se puede paliar, por lo que "siempre es el momento de cambiar".
   A su juicio, es necesario "disfrutar de la vida" durante el envejecimiento, por lo que apuesta por ser positivos "para vivir más años". De esta forma, indica que patologías como el Alzheimer, la enfermedad cardiovascular o el cáncer no son ajenas, ya que "tienen que ver con mecanismos moleculares que se producen en el envejecimiento".
   Según Fuster, la esperanza de vida media se ha incrementado en los últimos años, y es que, "en 2030, ésta será de 90 años", algo que acarrea el hecho de que se esté promoviendo la salud "y se prevengan las enfermedades". Por ello, apuesta por la práctica de ejercicio, por la eliminación del hábito tabáquico y por cambiar los signos psicológicos, ya que "muchos llevan carga cardiaca de este carácter".
   Ahondando en algunos aspectos relacionados con la vejez, el especialista se refiere a la fragilidad, la cual aparece en una persona sin reservas a la que "cualquier cosa puede causarle problemas". Ésta padece de "fatiga extrema, pérdida de peso inexplicable, infecciones y caídas frecuentes, delirios, confusión, déficit de conciencia y discapacidad fluctuante", por lo que sostiene que "es un problema a resolver".
   Sin embargo, y a pesar de que subraya que el 70 por ciento de los ciudadanos estadounidenses de más de 85 años sufren "Alzheimer, hipertensión o una cardiopatía", y de que el 50 por ciento de ellos tienen dos de esas tres patologías, Fuster manifiesta que éstas personas "no tienen por qué ser frágiles y tener una mala calidad de vida durante muchos años".
   Para el cardiólogo, es necesario que los ciudadanos se cuiden "mucho antes", algo que repercutirá en "menos enfermedad degenerativa cerebral". No obstante, reconoce que no existe hoy en día "un enfoque adecuado para el Alzheimer".
   En este sentido, apuesta por el estudio en pacientes en grupos de riesgo, para calificar también el aspecto económico. En ello concuerda la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), la doctora María Blasco, que indica que ahora existen marcadores moleculares "que permiten cambiar parámetros relacionados con el envejecimiento".
   Así lo ha observado la experta en sus estudios sobre ratones, en los que, a través de la recuperación de la telomerasa, ha conseguido que estos animales vivieran más años "libres de enfermedad". Todo ello mediante telómeros, que son estructuras protectoras del cromosoma y que se pierden con la edad "como mecanismo molecular de envejecimiento", explica.
   Para Blasco, el envejecimiento "es el mayor riesgo de desarrollo de patologías" y éste "depende del estilo de vida en un 80 por ciento y de la genética en un 20 por ciento". Por ello, insiste en la prevención, y en la práctica de ejercicio físico "y de una buena alimentación".  
   Por su parte, el director del Departamento de Ciencias Neurológicas Clínicas de la Universidad de Western Ontario (Canadá), el doctor Vladimir Hachinski, sostiene que "la mejor manera de conservar un órgano es usándolo", por lo que confirma que, con los años, "se puede seguir mejorando el estado del cerebro".
   En su opinión, el objetivo para la persona que envejece es "retrasar las afectaciones y comprimir la morbilidad", motivo por el que considera que, habría que incorporar la buena muerte "a la ecuación". Así, señala como fundamental "individualizar los casos e insistir en las implicaciones".
   Retornando a la importancia de la sostenibilidad, Hachinski declara que es necesario "ser responsables", por lo que considera que "hay que aportar evidencias antes de aportar fondos para investigación". De cualquier forma, es partidario de ella ya que, identificándolo en un grupo, "quizás se puede parar el desencadenamiento de una patología".
   Aportando una visión focalizada en el Alzheimer, el profesor de Neurología y Psiquiatría y director asociado del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer del Hospital Monte Sinaí (Estados Unidos), el doctor Samuel E. Gandy, afirma que controlar los riesgos asociados a la patología cardiovascular "reduce el riesgo de Alzheimer".
   De esta forma, incide en la importancia de ejercer hábitos de vida saludables ya que, incluso en los ya enfermos, "puede ralentizar la enfermedad". Además, considera que actividades como el ejercicio pueden mitigar el factor genético de la patología y hacerlo "casi inexistente".
   Para él, es necesaria la investigación, así como que las pruebas de detección sean aplicadas a pacientes de riesgo, "como ocurre con la mamografía". El Alzheimer puede estar presente "décadas antes de que empiecen los síntomas", explica.
   Por último, el director del Departamento de Fisiopatología Cardiovascular Molecular y Genética del CNIC, el doctor Vicente Andrés, señala en torno al envejecimiento que cuando las personas son jóvenes "se recuperan de los daños y regeneran sus tejidos". No obstante, con la edad, se pierden estas capacidades "de manera aleatoria".
   Por ello, expone que es necesario "desarrollar herramientas para identificar casos de riesgo". A su juicio, "hay que encontrar marcadores de procesos de envejecimiento para identificar antes a los pacientes", motivo por el que afirma cree "en invertir en investigación".