El funcionamiento de las células humanas y el
del cerebro se puede prolongar con buenos hábitos de vida y haciendo
"lo correcto", según ha señalado este viernes el cardiólogo Valentín
Fuster con motivo de la celebración en el Centro Nacional de
Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de la mesa redonda
'Controversias en envejecimiento'.
Este acto, que tradicionalmente de celebra en Nueva York (Estados
Unidos) ha sido presidido por la Reina Sofía y ha sido organizado por el
propio CNIC, por el Queen Sofia Spanish Institute y por la Fundación
Pro CNIC. En el mismo, el experto ha asegurado que el problema de la
reducción de la función celular se puede paliar, por lo que "siempre es
el momento de cambiar".
A su juicio, es necesario "disfrutar de la vida" durante el
envejecimiento, por lo que apuesta por ser positivos "para vivir más
años". De esta forma, indica que patologías como el Alzheimer, la
enfermedad cardiovascular o el cáncer no son ajenas, ya que "tienen que
ver con mecanismos moleculares que se producen en el envejecimiento".
Según Fuster, la esperanza de vida media se ha incrementado en los
últimos años, y es que, "en 2030, ésta será de 90 años", algo que
acarrea el hecho de que se esté promoviendo la salud "y se prevengan las
enfermedades". Por ello, apuesta por la práctica de ejercicio, por la
eliminación del hábito tabáquico y por cambiar los signos psicológicos,
ya que "muchos llevan carga cardiaca de este carácter".
Ahondando en algunos aspectos relacionados con la vejez, el
especialista se refiere a la fragilidad, la cual aparece en una persona
sin reservas a la que "cualquier cosa puede causarle problemas". Ésta
padece de "fatiga extrema, pérdida de peso inexplicable, infecciones y
caídas frecuentes, delirios, confusión, déficit de conciencia y
discapacidad fluctuante", por lo que sostiene que "es un problema a
resolver".
Sin embargo, y a pesar de que subraya que el 70 por ciento de los
ciudadanos estadounidenses de más de 85 años sufren "Alzheimer,
hipertensión o una cardiopatía", y de que el 50 por ciento de ellos
tienen dos de esas tres patologías, Fuster manifiesta que éstas personas
"no tienen por qué ser frágiles y tener una mala calidad de vida
durante muchos años".
Para el cardiólogo, es necesario que los ciudadanos se cuiden
"mucho antes", algo que repercutirá en "menos enfermedad degenerativa
cerebral". No obstante, reconoce que no existe hoy en día "un enfoque
adecuado para el Alzheimer".
En este sentido, apuesta por el estudio en pacientes en grupos de
riesgo, para calificar también el aspecto económico. En ello concuerda
la directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO),
la doctora María Blasco, que indica que ahora existen marcadores
moleculares "que permiten cambiar parámetros relacionados con el
envejecimiento".
Así lo ha observado la experta en sus estudios sobre ratones, en
los que, a través de la recuperación de la telomerasa, ha conseguido que
estos animales vivieran más años "libres de enfermedad". Todo ello
mediante telómeros, que son estructuras protectoras del cromosoma y que
se pierden con la edad "como mecanismo molecular de envejecimiento",
explica.
Para Blasco, el envejecimiento "es el mayor riesgo de desarrollo
de patologías" y éste "depende del estilo de vida en un 80 por ciento y
de la genética en un 20 por ciento". Por ello, insiste en la prevención,
y en la práctica de ejercicio físico "y de una buena alimentación".
Por su parte, el director del Departamento de Ciencias
Neurológicas Clínicas de la Universidad de Western Ontario (Canadá), el
doctor Vladimir Hachinski, sostiene que "la mejor manera de conservar un
órgano es usándolo", por lo que confirma que, con los años, "se puede
seguir mejorando el estado del cerebro".
En su opinión, el objetivo para la persona que envejece es
"retrasar las afectaciones y comprimir la morbilidad", motivo por el que
considera que, habría que incorporar la buena muerte "a la ecuación".
Así, señala como fundamental "individualizar los casos e insistir en las
implicaciones".
Retornando a la importancia de la sostenibilidad, Hachinski
declara que es necesario "ser responsables", por lo que considera que
"hay que aportar evidencias antes de aportar fondos para investigación".
De cualquier forma, es partidario de ella ya que, identificándolo en un
grupo, "quizás se puede parar el desencadenamiento de una patología".
Aportando una visión focalizada en el Alzheimer, el profesor de
Neurología y Psiquiatría y director asociado del Centro de Investigación
de la Enfermedad de Alzheimer del Hospital Monte Sinaí (Estados
Unidos), el doctor Samuel E. Gandy, afirma que controlar los riesgos
asociados a la patología cardiovascular "reduce el riesgo de Alzheimer".
De esta forma, incide en la importancia de ejercer hábitos de vida
saludables ya que, incluso en los ya enfermos, "puede ralentizar la
enfermedad". Además, considera que actividades como el ejercicio pueden
mitigar el factor genético de la patología y hacerlo "casi inexistente".
Para él, es necesaria la investigación, así como que las pruebas
de detección sean aplicadas a pacientes de riesgo, "como ocurre con la
mamografía". El Alzheimer puede estar presente "décadas antes de que
empiecen los síntomas", explica.
Por último, el director del Departamento de Fisiopatología
Cardiovascular Molecular y Genética del CNIC, el doctor Vicente Andrés,
señala en torno al envejecimiento que cuando las personas son jóvenes
"se recuperan de los daños y regeneran sus tejidos". No obstante, con la
edad, se pierden estas capacidades "de manera aleatoria".
Por ello, expone que es necesario "desarrollar herramientas para
identificar casos de riesgo". A su juicio, "hay que encontrar marcadores
de procesos de envejecimiento para identificar antes a los pacientes",
motivo por el que afirma cree "en invertir en investigación".
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