lunes, 4 de marzo de 2013

Descubren una proteína en las mujeres que protege contra enfermedades de transmisión sexual

Científicos del Instituto de Investigación Médica Monash (MIMR, en sus siglas en inglés), en Melbourne, han descubierto una proteína en el tracto reproductivo femenino que protege contra las enfermedades de transmisión sexual (ETS) como la clamidia y el virus del herpes simple (VHS). Se estima que 450 millones de personas en todo el mundo se infectan con enfermedades de transmisión sexual cada año.

   La investigación, publicada este jueves en la revista 'Science', fue dirigida por el profesor Paul Hertzog, director del Centro MIMR para la Inmunidad Innata y Enfermedades Infecciosas, y su equipo, entre ellos, Ka Yee Fung y Mangan Niamh. Estos científicos identificaron una proteína, a la que llamaron interferón epsilon (IFNe), y demostraron que desempeña un papel importante en la protección de las mujeres contra las infecciones.
   Esta proteína podría tener el potencial clínico de determinar las mujeres que pueden ser más o menos susceptibles a enfermedades como infecciones de transmisión sexual o para aumentar la inmunidad protectora. Además, los autores de la investigación consideran que IFNe también podría ser utilizada potencialmente para el tratamiento de infecciones de transmisión sexual u otras enfermedades inflamatorias.
   "Una forma inusual de esta proteína se debe a la manera en la que se produce --explica el profesor Hertzog--. La mayoría de las proteínas que nos protegen contra la infección sólo se producen después de que estemos expuestos a un virus o una bacteria".
 "Pero esta proteína se produce normalmente y en el cambio regulado por las hormonas, por lo que sus niveles cambian durante el ciclo estral y se apaga en el embarazo y otras ocasiones como la menopausia", agregó Hertzog.
   "Algunos de esos momentos en los que IFNe es menor se correlacionan con que las mujeres son más susceptibles a las infecciones de transmisión sexual, por lo que este podría ser un importante vínculo con las nuevas oportunidades terapéuticas. IFNe sigue normas distintas a las proteínas inmunomoduladores normales, algo que también podría ser importante para las vacunas y la forma en que está formulada para aumentar nuestra inmunidad protectora", dijo el principal investigador.
   En este sentido, el profesor Hertzog añadió que, como esta proteína aumenta las respuestas inmunes femeninas del tracto reproductivo, es "probable", aunque los investigadores no lo han abordado aún directamente, que este hallazgo sea importante para otras enfermedades infecciosas, como el VIH y el VPH. No obstante, el siguiente paso será trabajar hacia los estudios clínicos en los próximos cinco años y ver si este trabajo puede ser aplicado a otras enfermedades como el cáncer, los trastornos del aparato reproductor femenino, incluyendo la endometriosis y la enfermedad inflamatoria pélvica, así como de otras patologías no relacionadas con el aparato reproductor.

Científicos identifican nuevas proteínas que causan trastornos cerebrales

Un grupo multiinstitucional de investigadores ha encontrado nuevas proteínas candidatas para enfermedades de trastornos neurodegenerativos. En la revista 'Nature', James Shorter, profesor asistente de Bioquímica y Biofísica en la Escuela Perelman de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos); Paul Taylor, del Hospital de Investigación Infantil St. Jude, y sus colegas describen que mutaciones en los priones como segmentos de dos proteínas de unión al ARN se asocian con un trastorno hereditario poco común que afecta a la degeneración del músculo, el cerebro, neuronas motoras y el hueso (llamado proteinopatía multisistémica) y un caso de la forma familiar de la esclerosislateral amiotrófica (ELA).

   "Este estudio utiliza una variedad de métodos científicos para proporcionar una poderosa evidencia de que la polimerización no regulada de las proteínas implicadas en el metabolismo del ARN puede contribuir a ELA y enfermedades relacionadas", dijo Amelie Gubitz, directora del programa en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS).
   La ELA o enfermedad de Lou Gehrig es una enfermedad neurodegenerativa universalmente fatal. Estudios anteriores encontraron que mutaciones en dos proteínas de unión al ARNT, TDP-43 y FUS, causan algunas formas de esclerosis lateral amiotrófica, pero se sospechaba que había más proteínas que producían otras formas de la enfermedad. TDP-43 y FUS reguna cómo el código genético se traduce para el ensamblaje de las proteínas.
   Hay más de 200 proteínas de unión al ARN humanas, incluyendo FUS y TDP -43, elevando la posibilidad de que otras puedan contribuir a la patología de ELA. Algoritmos informáticos, basados en secuencias de proteínas, diseñados para identificar priones de levadura predicen que alrededor de 250 proteínas humanas, incluyendo varias de unión al ARN están asociadas con la enfermedad neurodegenerativa a través de un distintivo de priones como segmento. Estos segmentos son esenciales para el ensamblaje de complejos de proteínas determinadas, pero la interacción entre priones como segmentos y la enfermedad no se entiende bien.
   El nuevo estudio describe cómo las proteínas hnRNPA1 y hnRNPA2B1 mutan y provocan casos familiares de la enfermedad cerebral. Las mutaciones en hnRNPA1 y hnRNPA2B1 estuvieron presentes en dos familias con una degeneración hereditaria muy poco frecuente que afecta a los músculos, el cerebro, las neuronas motoras y hueso y otro de una persona con ELA familiar.

Los tumores crean deliberadamente condiciones que inhiben la mejor respuesta inmune del cuerpo

Una nueva investigación publicado en la revista 'Journal of Clinical Investigation' revela que los tumores en pacientes con melanoma crean deliberadamente condiciones que destruye la mejor defensa inmune del cuerpo y en vez atraer a una respuesta inmune más débil incapaz de matar a las células cancerosas del tumor. El estudio también pone de relieve un potencial anticuerpo biomarcador que podría ayudar a predecir el pronóstico y determinar qué pacientes tienen más probabilidades de responder a tratamientos específicos.

   La investigación, dirigida por la doctora Sophia Karagiannis y el profesor Frank Nestle en el 'Kings College' de Londres, Reino Unido, quienes demostraron que en pacientes con melanoma se producen anticuerpos que pueden atacar a las células tumorales. A pesar de esto, el sistema inmune del paciente es a menudo ineficaz en la prevención de que el cáncer progrese.
   Las células del cuerpo B (parte del sistema inmunológico) producen un total de cinco clases diferentes de anticuerpos y el más común, IgG, comprende cuatro tipos (o subclases). Los investigadores han demostrado que las subclases de anticuerpos IgG1 son los más eficaces en la activación de las células inmunes, mientras que los anticuerpos de la subclase IgG4 se cree que son las menos eficientes.
   En este nuevo estudio, los autores analizaron el tejido tumoral y las donaciones de sangre en 80 pacientes de melanoma del Instituto de San Juan de Dermatología de Guy y St. Thomas, así como el tejido y la sangre de voluntarios sanos. Mediante el análisis de las lesiones encontradas en el melanoma, los autores muestran que no sólo los tumores de melanoma crean condiciones que atraen IgG4, la respuesta más débil posible, sino también que anticuerpos IgG4 interfieren con la acción de los anticuerpos IgG1 circulantes.
   "Hemos sido capaces de imitar las condiciones creadas por los tumores de melanoma y mostrar que las células B pueden ser polarizadas para producir anticuerpos IgG4 en la presencia de células cancerosas", explica el doctor Karagiannis. En presencia de las células sanas, las funciones inmunológicas del cuerpo responden normalmente e IgG1 son los principales anticuerpos circulantes.
   Para entender mejor las implicaciones funcionales de los anticuerpos IgG4 en subclases de cáncer, los autores diseñaron esos dos anticuerpos (IgG1, IgG4) contra un antígeno de tumor y demostraron que a diferencia de IgG1, el anticuerpo IgG4 fue ineficaz en la activación de las células inmunes para matar las cancerosas. Además, IgG4 también bloqueó la célula tumoral matando acciones de IgG1, evitando así que este anticuerpo activara las células inmunitarias para destruir los tumores.
   Utilizando muestras de 33 pacientes, los investigadores encontraron que los pacientes con niveles más altos de IgG4 en su sangre son más propensos a tener un pronóstico menos favorable en comparación con aquellos cuyos niveles de IgG4 están más cerca de los normales, lo que sugiere que IgG4 puede ayudar a predecir la progresión de la enfermedad.
   Los autores están ahora ampliando el estudio mediante el examen de grandes grupos de pacientes, analizando sangre y sueros de pacientes con melanoma y enfermos con otros tipos de cáncer para determinar si la presencia de IgG4 podría informar sobre resultados de los pacientes o predecir la respuesta a la terapia. También están analizando los mecanismos de bloqueo de anticuerpos IgG4 candidatos terapéuticos nuevos y existentes, así como el desarrollo de nuevos candidatos que pueden ser menos propensos al bloqueo de IgG4.

Investigadores describen cómo las bacterias engañan al sistema inmune

Investigadores de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, han demostrado que ciertas bacterias astutas, incluyendo la que causa la tuberculosis, pueden pretender ser virus al infectar a los humanos, lo que les permite apropiarse de la respuesta inmune del cuerpo para que puedan ocultarse, sin obstáculos, dentro de las células. Este hallazgo puede ayudar a explicar cómo infecciones virales como la gripe nos hacen más susceptibles a posteriores infecciones bacterianas como la neumonía.

   El estudio, publicado en la revista 'Science', es particularmente relevante para la tuberculosis, que mata a 1,4 millones de personas en todo el mundo cada año, según destacan los investigadores. Así, en un caso reciente de un brote en Los Ángeles que podría haber expuesto hasta a 4.500 personas a la bacteria, los resultados podrían proporcionar pistas sobre cómo la gripe y la falta de vitamina D es posible que haya dado la bacteria de la tuberculosis una ventaja.
   "Con 8,7 millones de enfermos de tuberculosis al año en el mundo, una mejor comprensión de cómo estas bacterias evitan a nuestro sistema inmunológico podría conducir a nuevas maneras de luchar contra ellas y a tratamientos mejores y más específicos", afirmó el autor principal, el doctor Robert L. Modlin, jefe de Dermatología en la Escuela David Geffen de Medicina en UCLA y profesor de Microbiología, Inmunología y Genética molecular en la División de Ciencias de la Vida de UCLA.
   La protección de nuestro sistema inmune contra las bacterias que provocan enfermedades e infecciones depende de la respuesta fundamental de las células T, células blancas de la sangre que desempeñan un papel central en la lucha contra las infecciones, y, en particular, de la liberación de una proteína llamada interferón-gamma, que utiliza la hormona de la vitamina D para alertar y activar las células con el fin de destruir las bacterias invasoras.
   El equipo de investigación descubrió que las bacterias pueden pasar por virus, activando el sistema inmunológico para lanzar un ataque con una proteína diferente, llamada interferón-beta, que está diseñada para combatir los virus y no las bacterias. No sólo es el interferón-beta ineficaz contra las bacterias sino que también puede bloquear la acción de interferón-gamma, dando ventaja a las bacterias.
   Los investigadores dicen que esto podría explicar por qué la gripe puede conducir a una infección bacteriana más grave como la neumonía. "Como un lobo con piel de cordero, las bacterias pueden engañar al sistema inmune a lanzar un ataque contra el tipo equivocado de infección, lo que debilita la respuesta frente a las bacterias", explicó el primer autor, Rosane Teles MB, investigador en la división de dermatología en la 'Geffen School of Medicine'.
   Para el estudio, el equipo examinó los mecanismos por los cuales el virus lucha contra la proteína interferón-beta para suprimir la respuesta de defensa de interferón-gamma a las infecciones bacterianas, engañando al sistema inmune a tomar decisiones equivocadas de defensa. En este sentido, analizaron la lepra como modelo y luego aplicaron lo descubierto para comprender la tuberculosis, dado que la lepra y la tuberculosis son causadas por bacterias relacionadas.
   Los científicos primero compararon la expresión genética del virus en la lucha contra el interferón-beta y la lucha contra las bacterias del interferón-gamma en las lesiones de piel de pacientes de lepra y detectaron que el interferón-gamma se expresó en los pacientes con la forma más leve de la enfermedad y que el interferón-beta se incrementó significativamente en aquellos con la forma progresiva de la lepra más grave.
   Luego, los investigadores compararon los genes activados por interferón-beta en las lesiones de la lepra en la piel con las encontradas por otros dos grupos de investigadores en la sangre de pacientes con tuberculosis. Hubo una coincidencia significativa: los genes interferón-beta fueron más frecuentes en las lesiones cutáneas de pacientes de lepra con enfermedad extensa y en las de la sangre de pacientes con tuberculosis con enfermedad más grave.
   "Nos pareció que este patrón común del gen interferón-beta patrón se correlaciona con la mayor extensión de la enfermedad, tanto en la lepra como en la tuberculosis, que son dos enfermedades muy distintas", subrayó Teles. "El estudio plantea la posibilidad de que un incremento o disminución de una de estas dos proteínas de interferón podría cambiar el equilibrio de una enfermedad de leve a más grave", dijo Modlin.
   El trabajo previo del equipo de UCLA demostró que la ruta de defensa interferón-gamma se basa en un mecanismo específico que implica la vitamina D, una hormona natural que desempeña un papel esencial en la lucha del cuerpo contra las infecciones. El presente estudio encontró que los elementos del interferón-beta suprimidos involucrados en el interferón-gamma se activaron por vía de la vitamina D.
   El siguiente paso, según Teles, es entender mejor los mecanismos que los patógenos bacterianos utilizan para activar el interferón-beta y cómo las bacterias pueden manipular el sistema inmune para bloquear los potentes interferón-gamma.

Alerta de los riesgos de la drunkorexia

El Instituto de Obesidad está alertando acerca de los riesgos de la drunkorexia, una enfermedad que mezcla la anorexia y el alcoholismo, ya que los afectados remplazan las calorías de la comida por las que aportan las bebidas.

   De esta forma, esta institución advierte acerca de este nuevo trastorno alimenticio, que es "una de las múltiples variantes de la obesidad y el sobrepeso". Éste repercute en los jóvenes que deciden no ingerir alimentos "con el objetivo de poder beber alcohol sin aumentar de peso", explican.
   Por ello, la drunkorexia está compuesta por una serie de alteraciones en la alimentación diaria, sostenida con el abuso de alcohol, "creyendo que las calorías no ingeridas por los alimentos tradicionales se compensarán con las calorías de las bebidas alcohólicas". A tenor de este comportamiento, al reconocido perjuicio para la salud del consumo desmesurado de alcohol "se suma el aporte de energía de todas aquellas bebidas alcohólicas", indican.
   En cuanto a los efectos que esta enfermedad tiene en el organismo, los expertos del Instituto de Obesidad destacan que el hígado femenino sufre más por el alcohol, "aunque ingiera menos cantidad y durante un tiempo más corto que el hombre". Así, bebiendo la misma cantidad que un varón, "la sangre de una mujer absorbe entre un 30 por ciento y un 50 por ciento más", señalan.
   Además, el corazón femenino también es más vulnerable, ya que "con un 60 por ciento menos de alcohol pueden sufrir la misma cardiopatía", observan. A pesar de ello, la drunkorexia se está extendiendo, "sobre todo, entre las chicas jóvenes", lamentan.
   Para atender a estos jóvenes debe intervenir un psicólogo con el objetivo de "tratar la adicción, los problemas asociados y la pauta errónea adquirida", sostienen. Además, será necesaria la participación de un nutricionista, "para restaurar el equilibrio nutricional perdido" y un médico de cabecera, concluyen.