Científicos del Instituto de Patología
Molecular e Inmunología de la Universidad de Porto (Portugal) y la
Universidad de Siena (Italia) han descubierto un nuevo marcador
pronóstico del cáncer gástrico que permite establecer nuevos subgrupos
de pacientes y mejorar el manejo clínico de la enfermedad, cuya
mortalidad es muy elevada (tres de cada cuatro afectados).
El hallazgo, que publicará en su último número la revista 'Journal
of Clinical Oncology', se ha producido tras analizar las alteraciones
en la molécula de E-cadherina, un supresor tumoral importante, y su
relación con la historia clínica de los afectados por este tumor.
Dicho análisis ha permitido identificar varios grupos en función
de las características de la enfermedad, con diferentes probabilidades
de supervivencia, incluyendo uno con un pronóstico muy negativo, lo que
esperan que sea el primer paso hacia mejores decisiones
terapéuticas, que repercutan en la calidad de vida de los pacientes y
su supervivencia.
El problema de estos tumores es que no suelen mostrar síntomas
hasta fases que la enfermedad está muy avanzada. Y además, son muy
heterogéneos, ya que hay veces que pacientes aparentemente similares
pueden tener un desarrollo de la enfermedad muy diferente.
En un intento por solucionar estos problemas, los investigadores
Giovanni Corso y Joana Carvalho analizaron la alteración somática de la
E-cadherina, relacionada con cambios genéticos que ocurren después del
nacimiento, ya que se ha observado que son la causa más importante del
cáncer gástrico hereditario.
Esto les ha permitido clasificar la enfermedad de acuerdo con la
morfología, el comportamiento, la herencia y manifestaciones clínicas
del tumor.
Hasta ahora, se distinguía entre cáncer intestinal gástrico
(cuando la masa cancerosa se desarrollan en el estómago) y difuso
(cuando hay, en cambio, una invasión de las células cancerosas
individuales, un tipo que normalmente lleva peor diagnóstico).
Y en términos de incidencia, la enfermedad puede ser esporádica
(cuando no hay otros casos en la familia), hereditario (cuando existe en
la familia y es heredado) o familiar (si está presente en la familia
debido a un cierto grado de susceptibilidad combinada con causas no
genéticas, como por ejemplo, los hábitos alimentarios).
Tras el trabajo publicado ahora, los autores consideran que en
función de los cambios en la E-cadherina se pueden establecer tres
grupos: aquellos que no presentan cambios en la E-cadherina, aquellos
con cambios estructurales (cuando hay anomalías en el cromosoma
E-cadherina en sí) y, finalmente, aquellos pacientes con alteraciones
funcionales.
Estos nuevos grupos mostraron diferentes patrones de enfermedad
que resultan muy prometedores para el desarrollo de las terapias por lo
que, según los científicos, deben investigarse más a fondo.
El hallazgo más interesante, sin embargo, fue que los pacientes
con anormalidades estructurales tuvieron los peores pronósticos, sobre
todo los que presenta un tumor intestinal familiar, ya que ninguno de
ellos sobrevivió más de 5 años una vez realizada la extirpación del
tumor.
"Esto no sólo es importante porque marca a estos pacientes como
aquellos que necesitan una atención más radical y urgente, sino también
porque el paradigma actual es que los tumores intestinales tienen la
mejor oportunidad de supervivencia", han aseverado.
Asimismo, también consideran interesante haber descubierto que los
individuos con anomalías funcionales a menudo tenían un cáncer gástrico
difuso con metástasis en los ganglios linfáticos, lo que sugiere que la
eliminación de los nodos una vez detectada esta anormalidad "debe ser
una prioridad para detener la propagación de la enfermedad".