Un equipo de la Red de Investigación en Enfermedades Tropicales (RICET), perteneciente al Instituto de Salud Carlos III, ha descubierto nuevos indicadores sobre cómo se ven afectados los tejidos por la enfermedad de Chagas en sus primeras fases, lo que puede ayudar a controlar a tiempo esta patología. Los hallazgos han sido publicados en las revistas 'BMC Infectious Diseases' y 'Clinical and Vaccine Inmunology'.
Esta patología, que afecta a 30.000 personas en España y 10 millones en todo el mundo, esta causada por el parásito 'Trypanosoma cruzi' y se caracteriza por unos primeros síntomas silenciosos, similares a los de una gripe, que pueden durar hasta 25 años. El problema es que, durante este periodo, el parásito está dentro del organismo reproduciéndose y provocando "en silencio" daños en diferentes tejidos que luego se traducen en alteraciones cardiacas, digestivas o neurológicas.
Cuando se diagnostica a uno de estos pacientes el primer problema que se le plantea al médico es si tratarlo o no tratarlo, porque no saben hasta qué grado está afectada por la enfermedad cada persona.
Además, tampoco se sabe si los tejidos de la persona están siendo afectados o el parásito se encuentra latente pero si causar daños. Los medicamentos utilizados para Chagas son tóxicos (producen hipersensibilidades, alergias, etc) y hasta ahora no existían marcadores que pudieran indicar al médico qué hacer en cada caso concreto.
Una vez puesto el tratamiento, tampoco existían marcadores para que los médicos conocieran si el tratamiento estaba resultando eficaz o no. La serología o prueba que permite comprobar la presencia de anticuerpos específicos de Chagas en sangre tarda en cambiar y no se modifica por estar recibiendo tratamiento.
Sin embargo, ahora los investigadores de la RICET han hallado unos biomarcadores que permiten identificar la caída de anticuerpos cuando el tratamiento está o no resultando eficaz. Con este sistema saben, primero si está tomando o no el tratamiento y, segundo, si está en vía o no de curación. Además el biomarcador detecta posibles recaídas de la enfermedad.
La clave ha estado en el uso de proteínas recombinantes, con las que han logrado demostrar que tanto los pacientes con Chagas crónico en fase indeterminada como aquellos con sintomatología cardiaca o digestiva presentan un nivel significativamente superior de anticuerpos frente a los antígenos KMP11, HSP70, PFR2 de 'T. cruzi', que el nivel detectado en personas sanas.
Además han observado en estos pacientes con Chagas un descenso, estadísticamente significativo, en el nivel de anticuerpos específicos frente a las mencionadas moléculas, a los seis y nueve meses tras-tratamiento.
Dos años después del inicio del tratamiento, entre el 34 y el 67 por ciento de los pacientes de Chagas, mostraron un mayor descenso en la reactividad frente a los antígenos recombinantes a ensayo.
Estos científicos han demostrado también cómo el péptido llamado 3973, contenido en una proteína (TcCA2) de la membrana de 'T. cruzi', es reconocido por enfermos de Chagas crónico con una sensibilidad mayor al 90 por ciento y una especificidad del 98 por ciento.
Además la tasa de reconocimiento del mencionado péptido es significativamente mayor en los pacientes que están en fase crónica sintomática (cardiacos y/o digestivos) que en pacientes crónicos en fase indeterminada.
Los biomarcadores tendrán una fácil aplicación práctica a los pacientes y bastará una técnica serológica no convencional de sencilla realización y coste no elevado, basada en la determinación del nivel de anticuerpos existente en el suero de los pacientes de Chagas.
Pero para ello será necesaria la participación de una empresa dispuesta a desarrollar el kit de medición y a distribuirlo por todo el sistema sanitario español.
La implantación de este sistema permitiría disminuir enormemente los casos de personas con alteraciones tisulares y por tanto con hospitalización y elevados costes sanitarios. También se podría identificar a quien se debe tratar o no y con ello hacer un tratamiento mucho más selectivo que el actual.
Además, se frenaría la actual expansión de la enfermedad de Chagas en España y su aplicación se extendería a países donde no existe transmisión por los vectores. Igualmente permitiría prevenir los casos de transmisión madre-hijo o evitar que se esté tratando a gente que es posible que no tuviera por qué estar tratándose.