sábado, 1 de junio de 2013

La reanimación cardiopulmonar tiene unas tasas de superviviencia del 8% en general y del 20% en el hospital

Uno de los momentos más difíciles que enfrentan a los anestesistas y otros profesionales de salud es saber cuándo realizar las prácticas de resucitación de una persona y cuándo dejar de aplicarlos, un dilema a debate en Euroanaesthesia, la reunión anual de la Sociedad Europea de Anestesiología. 

En la primera sesión, el director de la UCI y presidente del Comité de Ética del Hospital del Mar, en Barcelona, José Solsona, señaló las pobres cifras de supervivencia de las maniobras de reanimación cardiovascular (RCP, en inglés): un 8 por ciento en general y un 20 por ciento en el hospital.
   En todo caso, explicó que si el trabajador de la salud ha sido testigo del paro cardiaco, entonces debería comenzar la RCP, pero si no es así, dependerá de si hubo un alguien que pueda saber cuando se produjo el ataque. Si el paro se hubiera producido hace más de 10 minutos, la RCP no se debería iniciar y si no hay testigos del ataque cardiaco o si hay alguna duda, se tendría que comenzar con la reanimación cardiovascular.  
   Si el paciente (por ejemplo, en el hospital) ha dejado claro que no desea ser resucitado, mediante el llamado "testamento vital", el clínico debe estar seguro de que el paciente es capaz de tomar sus propias decisiones y comunicarse, comprender, conocer las consecuencias y razonar.
   La disparidad entre los testamentos en vida y la decisión clínica se puso de manifiesto en una encuesta, en la que los médicos tomaron una decisión diferente a las directivas del paciente en el 70 por ciento de los casos, según los datos publicados por la revista 'Archives of Internal Medicine'.
   "Se puede hacer una excepción para los pacientes con depresión, ya que estos pacientes deben ser considerados como no competentes para tomar decisiones importantes, como por ejemplo si ser revivido por RCP", dice Solsona. También resaltó otro ejemplo en el que podría ser difícil de interpretar un claro testamento en vida, el de un paciente con sida que se encuentra hospitalizado después de un grave accidente de tráfico y en cuyo testamento vital optó por no ser reanimado, lo que plantea la duda de si es en caso de fase terminal por su enfermedad o en la situación de gravedad tras el accidente.
   También se discutirá en ese foro la presencia de un 'proxy': cuando el paciente nombra a un pariente cercano o un amigo para representar sus puntos de vista si no puede hacerlo por sí mismo. "Los resultados preliminares de mi propio hospital indican que sólo la mitad de los pacientes desean nominar a un proxy --dice Solsana--. Esto podría deberse a que la persona piensa que la muerte está muy cerca y no quiere hablar de ello".
   El doctor Solsona también indicará que, incluso en presencia de la familia del paciente, anestesistas u otro personal médico de un hospital público no tienen la obligación de iniciar o continuar con lo que están razonablemente considerado por los médicos como los esfuerzos de RCP inútiles.
   "Aunque ningún paciente cuya muerte es evitable debe morir, la gran mayoría de los intentos de reanimación fallan y el paciente muere posteriormente", añade el doctor Janusz Andrés, presidente del Departamento de Anestesiología y Terapia Intensiva del Hospital Universitario Jagellónica en Cracovia (Polonia) y presidente del Consejo de Resucitación polaco.
   Las directrices de reanimación indican que después de 20 minutos de reanimación ineficaz, el líder del equipo de reanimación, con mayor frecuencia un anestesista, tiene que decidir si se debe detener la reanimación, teniendo en cuenta varias causas potencialmente reversibles de paro cardiaco. "Un buen resultado neurológico es el objetivo principal y el éxito de la reanimación", dice el doctor Andrés, quien apunta que los principales requisitos de éxito en todos los casos con compresiones torácidas ininterrumpidas inmediatas y desfibrilación temprana.
   Es obligatorio en todos los intentos de reanimación controlar la calidad y la eficacia de la reanimación en curso, por ejemplo con la medición de los niveles de dióxido de carbono exhalado por el paciente (el método llamado "capnografía continua") que indica la presencia de flujo sanguíneo pulmonar durante la resucitación y podría predecir la probabilidad de ROSC (retorno de la circulación espontánea). La presiones sistólica y diastólica (presión arterial directa relajación arterial) son también valores únicos para el control de la calidad de reanimación, entre otras.
   "La extensión de los esfuerzos de reanimación debe ser considerada cuando el seguimiento indica la reversibilidad de un paro cardiaco, así como en otros casos que señalan que la vida podría ser sostenida --afirma Andrés--. Esto incluye situaciones extraordinarias cuando planeamos utilizar circulación extracorpórea, la presencia de fibrilación ventricular persistente durante la reanimación, el retorno temporal de la circulación espontánea, joven edad del paciente y la evidencia de la perfusión de órganos".

Provocar un susto a un enfermo cardiovascular puede generarle un evento isquémico o una arritmia cardiaca

Provocar un susto a un enfermo cardiovascular puede generarle un evento isquémico o una arritmia cardiaca, según ha asegurado a Europa Press el miembro de la fundación Science Health and Education (SHE), el doctor Iñaki Marina.

   Así, el representante de esta entidad dirigida por el cardiólogo Valentín Fuster indica que hay dos tipos de mecanismos que el susto y las situaciones estresantes agudas pueden provocar en estos pacientes, siendo el primero de ellos la formación de una placa arteroesclerosa, que puede derivar en "un evento isquémico".
   Para explicar el segundo, señala que en estas situaciones se descarga adrenalina y noradrenalina, lo que aumenta la frecuencia cardiaca y, en una descarga muy severa, "puede provocar lo que conocemos como arritmias cardiacas". De esta forma, resume que los sustos podrían provocar daño arterial, el cual puede derivar en "un infarto o una angina de pecho"; y la generación de "una arritmia".
   Ahondando en el primer aspecto, Marina destaca que, en una persona con una condición arterial determinada, que aumente la frecuencia cardiaca o la presión arterial en muy poco tiempo, "puede generar inestabilidad en la arteria y romperse". Ésta arterioesclerosis es la que genera eventos cardiovasculares, como "los infartos agudos de miocardio, las embolias cerebrales o las enfermedades de extremidades periféricas", sostiene.
   A su juicio, el infarto de miocardio y una arritmia cardiaca, como una fibrilación ventricular, "pueden llevar a la muerte", sin embargo, sostiene que no se puede relacionar un susto directamente con la muerte "sin pasar por estos mecanismos". "Como científico, no lo puedo decir", zanja.
   Además, Marina subraya que "no recomendaría tratar a un diabético o a un hipertenso de manera diferente" a la hora de poder darles un susto o no, por el mero hecho de encontrarse un grupos de riesgo de enfermedad cardiovascular. No obstante, sí insiste en que, los pacientes con antecedentes de cardiopatía isquémica "es obvio que cuanto menos se enfrenten a situaciones estresantes, mucho mejor".
   Según señala el experto de la Fundación SHE, el susto genera una situación de ansiedad, ante la que se producen "una serie de reacciones a nivel hormonal nervioso por el sistema nervioso autónomo".
 "Se produce una descarga con la que se segregan catecolaminas que aumentan el metabolismo para la huida", expone.
   Además, asustar alguien le provoca a esta persona una descarga neuroendocrina y el aumento "de la frecuencia cardiaca y la presión arterial". De cualquier forma, sostiene que, en una persona sana, "no tiene que haber ningún problema", aunque si se puede producir palidez y sudoración "por la vasoconstricción y la activación de las glándulas sudoríparas", respectivamente, explica.
   Por último, y continuando con las personas libres de enfermedad cardiovascular, Marina afirma que hay personas que tienen un sistema nervioso autónomo más activo, el cual "responde con más rapidez y domina más este sistema de respuesta", mientras que existen otras "que lo pueden tener mas parasimpático, más tranquilo". De cualquier forma, "no lo relacionaría con esto", concluye.

La exposición a la anestesia general podría aumentar un 35% el riesgo de demencia

La exposición a la anestesia general aumenta el riesgo de demencia en las personas mayores un 35 por ciento, según un nuevo estudio del doctor Francois Sztark, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica francés y de la Universidad de Burdeos, Francia, y sus colegas, presentado en Euroanaesthesia, el congreso anual de la Sociedad Europea de Anestesiología.

   La disfunción cognitiva postoperatoria o DCP, una complicación común en pacientes de edad avanzada después de una cirugía mayor, podría estar asociada con la demencia varios años más tarde. Se ha propuesto que existe una asociación entre DCP y el desarrollo de la demencia debido a un mecanismo patológico común a través del péptido beta-amiloide.
   Varios estudios experimentales sugieren que algunos anestésicos pueden promover la inflamación de los tejidos neurales que conducen a los precursores de la enfermedad de Alzheimer (AD, en sus siglas en inglés), incluyendo placas beta-amiloides y ovillos neurofibrilares. Sin embargo, sigue siendo incierto si DCP puede ser un precursor de la demencia.
   En este nuevo estudio, los científicos analizaron el riesgo de la demencia asociada a la anestesia en una cohorte prospectiva basada en la población de pacientes de edad avanzada. El equipo utilizó datos del estudio 'Three-City', diseñado para evaluar el riesgo de la demencia y el deterioro cognitivo debido a los factores de riesgo vascular, que entre 1999 y 2001, incluyó 9.294 franceses de 65 años o más en tres ciudades: Burdeos, Dijon y Montpellier.
   Los participantes de 65 años y más fueron entrevistados al inicio del estudio y después de 2, 4, 7 y 10 años, mediante una evaluación cognitiva completa con el cribado sistemático de la demencia. A partir de los 2 años de seguimiento, a 7.008 participantes sin demencia se les preguntó en cada seguimiento si habían tenido una historia de anestesia (anestesia general (AG) o anestesia local/locorregional (LRA)) desde el último seguimiento y se ajustaron los datos por posibles factores de confusión como el nivel socioeconómico y las comorbilidades.
   A los dos años de seguimiento, el 33 por ciento de los participantes (2.309 personas) dijeron haber sido anestesiados en los últimos dos años, el 19 por ciento de ellos (1.333) un AG y un 14 por ciento (948) LRA. Un total de 632 participantes (9 por ciento) desarrollaron demencia durante los 8 años posteriores de seguimiento, entre ellos 284 probable AD y 228 posible AD y los 120 restantes demencias no relacionadas con el Alzheimer.
   Los investigadores encontraron que los pacientes con demencia tenían más probabilidades de haber recibido anestesia (37 por ciento) que los pacientes sin demencia (32 por ciento). Esta brecha en la anestesia se debe a la diferencia en los números que recibieron anestesia general, con el 22 por ciento de los individuos con demencia que informaron de una anestesia general en comparación con el 19 por ciento de los pacientes no dementes.
   Después del ajuste, los participantes con al menos una AG durante el seguimiento tenían un 35 por ciento más de riesgo de desarrollar demencia en comparación con los participantes sin anestesia. "Estos resultados están a favor de un mayor riesgo de demencia varios años después de la anestesia. El reconocimiento de POCD es esencial en el manejo perioperatorio de los pacientes de edad avanzada. El seguimiento de estos pacientes a largo plazo debe ser planificado", concluye Sztark.

La ecoendoscopia abre nuevas alternativas terapéuticas mínimamente invasivas para patologías digestivas

  Expertos nacionales se reúnen, desde este sábado y hasta el martes, para debatir estas innovadoras posibilidades terapéuticas y realizarán exploraciones quirúrgicas en directo en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, de Murcia, en el marco del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

   Mediante la ecoendoscopia se puede tratar el dolor producido por el cáncer de páncreas o el causado por la pancreatitis crónica. También permite el vaciado de algunos quistes o abscesos próximos al tubo digestivo y soluciona complicaciones quirúrgicas.
   Y es que, esta técnica aporta una mejora significativa en la calidad de vida de los pacientes, una reducción de la estancia hospitalaria y una recuperación postquirúrgica menos dolorosa, según han informado fuentes de la organización del evento en un comunicado.
   Aunque nació como una técnica diagnóstica, en España existen diferentes grupos punteros en el desarrollo de la ecoendoscopia como técnica de tratamiento. Estos expertos han descrito nuevas vías de acceso al aparato digestivo con el ecoendoscopio, que es el tubo de endoscopia con un ecógrafo incorporado en la punta; por ejemplo, el acceso a vías biliares o a los conductos pancreáticos.
   Igualmente, esta experiencia ha servido para la creación de un registro nacional de ecoendoscopia biliopancreática intervencionista, hecho que convierte a España en un referente a nivel mundial en dicha área intervencionista y en la investigación de nuevas alternativas terapéuticas.
   "El futuro de la técnica es la posibilidad de realizar tratamientos con una mínima molestia para los enfermos", explica Fernando Alberca de las Parras, médico adjunto de Aparato Digestivo del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca (Murcia) y experto de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).
   "Los tres campos más interesantes en los que actualmente se aplica la ecoendoscopia son: como paliativo en pacientes oncológicos, en el tratamiento de complicaciones espontáneas en enfermedades del páncreas y las vías biliares y como ayuda para solucionar complicaciones quirúrgicas", puntualiza el experto.

La dieta de la sangre no posee evidencia científica

La dieta realizada a partir de un análisis de sangre y la identificación del tipo de ésta no posee evidencia científica, según ha determinado el CEO de Belgian Red Cross-Flanders, el doctor Philippe Vandekerckhove.

   Así lo ha explicado el experto en un artículo publicado en la revista especializada 'American Journal of Clinical Nutrition', donde indica que las personas tienen acceso a este tipo de dieta "independientemente del médico". Sin embargo, sostiene que este régimen "no está basado en la evidencia".
   En este sentido, señala que el tipo de sangre de cada ciudadanos se determina "por las proteínas existentes en la superficie de las células rojas y en los anticuerpos". Tras ello, los partidarios de esta dieta afirman que cada grupo sanguíneo "influye en la vida e, incluso, en la personalidad", manifiesta.
   Para desmontar esta teoría, el equipo de investigación del doctor Vandekerckhove ha estudiado las bases de datos sobre ensayos clínicos y revisiones realizadas al respecto. Así, de los 1415 artículos hallados, 16 parecieron "prometedores" en un principio, aunque 15 de ellos fueron descartados posteriormente, expone.
   De esta forma, sólo uno fue "relevante" para los investigadores del experto. Sin embargo, tras estudiarlo, observaron que tenía otras debilidades, como el hecho de que los participantes "sabían a qué grupo habían sido asignados, que los tamaños de los grupos eran pequeños y que la variable principal evaluada fue el colesterol malo", lamenta.
   Para él, este último aspecto "no aborda directamente la cuestión de la salud o del peso". Por ello, concluye que no se han realizado estudios adecuados para determinar esta cuestión, algo por lo que se muestra "sorprendido y decepcionado".
    "Hasta que un estudio no reclute a personas con un cierto tipo de sangre y adheridas a la dieta, en comparación con las del mismo tipo de sangre que no lo hayan hecho, no es comprobable el efecto real de la dieta sobre los ciudadanos", continúa Vandekerckhove.
   En la misma línea se muestra la doctora Beth Warren, que no participó en el estudio, y que incide en que "no hay evidencias que apoyen el hecho de que estas dietas tengan efecto alguno en la salud". Para ella, ésta no es más que una dieta que se hizo popular "a través de un libro", que no es otro que 'Eat Right 4 Your Type' de Peter D'Adamo.
   Para el autor, también es necesaria la realización de estudios, aunque reconoce que éstos "serían demasiado costosos". Sin embargo, defiende esta dieta al asegurar que una dieta única para todas las personas "no tiene sentido".