martes, 3 de junio de 2025

La luz solar aporta vitamina D, aumenta el óxido nítrico y preserva los telómeros, como clave para no envejecer


NUEVA YORK.- Algunos expertos en salud de la nueva era se esconden del sol porque les preocupa el envejecimiento de la apariencia y el desarrollo de cáncer de piel. Sin embargo, el envejecimiento comienza desde el interior y la luz solar, de hecho, desempeña un papel fundamental en la preservación de la vida celular. 

Un estudio pionero publicado en el American Journal of Clinical Nutrition revela que la vitamina D, la "vitamina del sol", podría ser la clave para ralentizar el envejecimiento biológico al preservar los telómeros, las capas protectoras de nuestros cromosomas que determinan la vida celular.

Este descubrimiento no es solo una nota al pie más en la ciencia nutricional; es un desafío directo al complejo médico-industrial que se beneficia de mantener a la gente enferma. Con las tasas de enfermedades crónicas en aumento y la medicina convencional sin abordar las causas fundamentales, la vitamina D emerge como una herramienta poderosa, aunque infrautilizada, para la longevidad, la resiliencia inmunológica y la prevención de enfermedades.

Puntos clave:
La suplementación con vitamina D retarda el acortamiento de los telómeros, retrasando eficazmente el envejecimiento celular en casi tres años.

Los niveles más elevados de vitamina D se correlacionan con telómeros más largos, lo que equivale a que las células sean cinco años “más jóvenes”.

La exposición a la luz solar y las fuentes dietéticas (como los pescados grasos y los hongos) aumentan naturalmente la vitamina D, lo que reduce la dependencia de los medicamentos sintéticos.

La inflamación crónica, los trastornos autoinmunes e incluso el riesgo de cáncer pueden mitigarse con niveles óptimos de vitamina D.

La luz solar también aumenta la producción de óxido nítrico, previniendo las enfermedades cardiovasculares.

A pesar de sus beneficios, la medicina convencional continúa minimizando el papel de la vitamina D, dejando a millones de personas con deficiencia y vulnerables.
La conexión de los telómeros: cómo la vitamina D desafía el envejecimiento
 
Los telómeros, a menudo comparados con las puntas de plástico de los cordones, protegen nuestros cromosomas del desgaste con cada división celular. A medida que se acortan, las células se deterioran, lo que provoca envejecimiento y enfermedades.
 
 Las últimas investigaciones confirman lo que los defensores de la salud natural llevan tiempo argumentando: la vitamina D no solo fortalece los huesos, sino que también repara activamente los telómeros al potenciar la telomerasa, la enzima responsable de su mantenimiento. 
 
La Dra. JoAnn Manson, investigadora principal del ensayo VITAL, afirma: «En cuanto al acortamiento de los telómeros, el efecto fue similar a ahorrar unos tres años de envejecimiento».

Esto no es ciencia especulativa. Un estudio independiente publicado en el International Journal of Obesity reveló que los participantes con sobrepeso que tomaban 2000 UI de vitamina D al día experimentaron un asombroso aumento del 20 % en la longitud de sus telómeros. 
 
Las mujeres con niveles más altos de vitamina D tenían telómeros similares a los de una persona cinco años más joven. Sin embargo, a pesar de esta evidencia, las directrices de salud pública aún recomiendan dosis diarias peligrosamente bajas (600 UI para la mayoría de los adultos), ignorando el potencial terapéutico de dosis más altas.
 
Luz solar vs. suplementos: La guerra corporativa contra la salud natural
 
Las grandes farmacéuticas no pueden patentar la luz solar, y precisamente por eso se suprimen sistemáticamente sus beneficios. 
 
Los Institutos Nacionales de la Salud admiten que con tan solo 5 a 30 minutos de exposición al sol dos veces por semana se puede sintetizar suficiente vitamina D; sin embargo, el alarmismo sobre el cáncer de piel ha obligado a la gente a quedarse en casa, creando una epidemia de deficiencia. 
 
Mientras tanto, las compañías farmacéuticas promueven las estatinas, los inmunosupresores y la quimioterapia, ignorando un nutriente que podría prevenir precisamente las enfermedades de las que se benefician.

El Dr. Manson advierte contra las mega dosificaciones, advirtiendo sobre su posible toxicidad, pero la verdadera toxicidad reside en la negativa de la comunidad médica a priorizar la prevención. 
 
Sue-Ellen Anderson-Haynes, experta en nutrición, señala: «El estudio realmente arroja luz sobre cómo la vitamina D puede ayudar al cuerpo… en muchos aspectos de la salud, como el microbioma intestinal, el estado de ánimo y el sueño». 
 
Sin embargo, a las personas con mayor riesgo —adultos mayores, personas con problemas de malabsorción como la enfermedad de Crohn y quienes toman medicamentos para la osteoporosis— rara vez se les realizan pruebas de deficiencia.
 
La revolución de las enfermedades crónicas: lo que la medicina convencional no te dice
 
El impacto de la vitamina D va mucho más allá del envejecimiento. Las investigaciones vinculan su deficiencia con:

Enfermedades autoinmunes: niveles más altos reducen el riesgo de padecer esclerosis múltiple, artritis reumatoide y lupus.

Cáncer: La vitamina D suprime el crecimiento del tumor y la metástasis.

Enfermedades cardíacas: Reduce la inflamación, un factor clave del daño cardiovascular. También aumenta la producción de óxido nítrico, preservando la salud cardiovascular a largo plazo.

Depresión: Los niveles bajos se correlacionan con trastornos del estado de ánimo y trastorno afectivo estacional.
 
A pesar de ello, los médicos recetan habitualmente inmunosupresores en lugar de luz solar, antidepresivos en lugar de vitamina D3 y quimioterapia en lugar de abordar las deficiencias nutricionales. Los hallazgos del ensayo VITAL exponen esta negligencia, demostrando que una intervención sencilla y económica podría salvar a millones de personas del sufrimiento innecesario y la explotación farmacéutica.