domingo, 19 de enero de 2025

Nota informativa a mis pacientes: una forma de enfermar jamás vista / Doctor Luis M. Benito *

Desde que se abrió la Clínica en Segovia en 2011, hemos ido informando a los pacientes de asuntos relacionados con la sanidad con el deseo de que sean de provecho para la salud de cada uno y de los familiares y amigos. 
 
Aunque hay muchos temas candentes en estos momentos en relación con el futuro de la sociedad y los sistemas sanitarios (ahora está a punto de resolverse la cuestión de MUFACE y demás funcionarios), hemos creído importante trasladaros esta información que deriva de la observación epidemiológica que venimos haciendo desde que comenzamos, y sobre todo, la que surge a raíz del año 2020 que nos marcó a todos por razón de una alerta sanitaria mundial.

 Los que conocéis mi trayectoria profesional, sabéis que desde 2019 compaginé la asistencia en la Clínica con actividad en el Hospital de El Escorial, donde estuve 40 meses atendiendo como médico especialista de Aparato Digestivo y como refuerzo de COVID hasta 2022. 

Durante ese periodo, por razón de la crisis, tuve ocasión de ponerme en contacto con más de 300 colegas sanitarios de toda España para tener datos de la afectación y manejo que se hacía del problema sanitario en diferentes puntos de España. 

Las medidas que se implementaron fueron muy variadas en las diferentes regiones y en ocasiones de instauración lenta o inapropiada, sin una motivación científica clara, como ya se ha ido poniendo de manifiesto. 

La ausencia de voces expertas en el manejo de situaciones clínicas propició que se trasladase a la población una serie de medidas que el tiempo ha demostrado que eran innecesarias y a consecuencia de las cuales la salud de los españoles está experimentando cambios importantes y no precisamente a mejor, como muestran los datos epidemiológicos de mortalidad y morbilidad. 

Por ello, se me hace duro pero necesario trasladaros estas reflexiones para que cada cual las pondere e integre dentro de su ámbito familiar y tome las medidas que considere oportunas de cara a velar por su salud.

Lo que voy a contar a continuación puede ser controvertido, hasta el punto de que haya personas que no estén de acuerdo, pero como médico me veo en la obligación ética de advertir a mis pacientes de los datos que vamos recabando y de la deriva que está tomando la sanidad. 

Parto de la base, bien fundamentada porque es lo que se enseña desde siempre en la carrera de medicina, de que ninguna medicación es apta para todo el mundo y que todos los fármacos que empleamos tienen sus efectos secundarios, por lo que a la hora de prescribir un tratamiento debemos considerar bien si está indicado o no y de los efectos secundarios que se puedan derivar, sin olvidar que en medicina la principal contraindicación es la falta de indicación.

En resumen, hace ahora cuatro años comenzó a administrarse a la población española una medicación inyectable de manera indiscriminada. Indiscriminada hace referencia precisamente a eso que acabamos de apuntar: que no hubo por medio ningún criterio médico sino que se determinó que era «para todo el mundo». 

De inicio se planteó como voluntaria aunque en algunos momentos y en algunas regiones se presionó a la población reticente para que también se pusiesen esos productos, apelando a razones tan peregrinas como «proteger a otros» o «por solidaridad». 

El tiempo ha ido mostrando que ni eran tan eficaces como decían las autoridades sanitarias ni tan inocuas. Y, por supuesto, como sosteníamos desde el principio, ni necesarias por más que los medios de comunicación insistiesen en ello. Fruto de esa presión mediática, ajena por completo a razones médicas científicas, mucha gente se inyectó diferentes productos sin conocer muy bien ni lo que se ponía ni el alcance o repercusión de esa medida.  

Ahora con el paso del tiempo y los datos epidemiológicos estamos comprobando que esas medidas están pasando factura a la salud de las personas, de manera que en todos los ámbitos, en todas las especialidades médicas se está registrando un aumento de casos de patologías derivadas de alteraciones de la coagulación y de la inmunidad que no pueden ocultarse ni en los titulares de la prensa, pero que se intenta derivar la causa de ese brutal incremento a razones tan espurias como el cambio climático, la ingesta de huevos o la siesta.

En los foros médicos cada vez estamos más convencidos de que nos encontramos ante una nueva forma de enfermar que no habíamos visto jamás. Las cifras de mortalidad se han incrementado (consulte el INE) hasta cifras nunca antes alcanzada en este país, con incremento de mortalidad alarmante en edades jóvenes e incluso en niños. 

Sin necesidad de acudir a los titulares y noticias, todos tenemos alrededor conocidos y familiares afectados por problemas de arritmias, trombosis, ictus, infartos, infecciones de repetición, tumores de desarrollo ultrarrápido, reactivación de tumores o de procesos autoinmunes que parecían controlados… Y en gran medida todo esto guarda relación con la conducta previa que hemos desarrollado en los cuatro años anteriores. Globalmente, nuestra salud no ha mejorado en absoluto sino más bien al contrario.

Cada especialidad médica está registrando sus «rarezas», esos incrementos de patología inexplicable y desde el punto de vista de Aparato Digestivo, en lo que me atañe, debo exponer algunos puntos:

1.- «Como y me hincho. Incluso me hincho sin comer». Hay un gran aumento de pacientes que acuden por este problema con la etiqueta de alergias alimentarias o SIBO (síndrome de sobrecrecimiento bacteriano). Teniendo en cuenta que no sabemos cuál es la flora bacteriana intestinal normal (acaso porque hay muchos patrones), hablar de «sobrecrecimiento» o «desequilibrio» es una petición de principio. Pero teniendo en cuenta que los billones de bacterias que llevamos encima tienen interacción con el sistema inmune, y éste anda tocado, hay que tener cautela con los diagnósticos simplistas.

2.- Estando el sistema inmunológico afectado (una vacuna, stricto sensu, no es otra cosa que un modulador del sistema inmune, en principio «para bien»), viendo que las infecciones son más recalcitrantes, no se acaban de ir o vuelven enseguida, no estamos como para concluir que nuestro sistema inmune sea más eficaz ante los gérmenes que antes de prodigar tanta vacuna. Las gripes y catarros intestinales parecen vinculados a cambios importantes en nuestro sistema de defensa, más que a la aparición de gérmenes más agresivos o resistentes como suelen mostrar los medios de comunicación para desviar la atención hacia otra causa.

3.- El deterioro del sistema inmune lleva consigo una peor eficacia de la detección precoz de tumores. Independientemente de que algunos de los productos inoculados contienen elementos promotores del cáncer (está reconocido ya por la ciencia), unido a un sistema inmune debilitado, surgen tumores» turbo» así llamados por su rápido desarrollo o en edades atípicas, habiendo registrado un notable incremento de neoplasias hematológicas, de páncreas y del tubo digestivo. Esto ha llevado a la recomendación de reducción en los tiempos de revisión de manera que los pacientes que seguían programa de detección precoz de cáncer de colon o gástrico por endoscopia digestiva, por término general deben adelantar un año el plazo de revisión que se les dio, ya que la progresión tumoral parece que se desarrolla más deprisa.

El deterioro vascular con aumento de patología trombótica, ha disparado el consumo de medicamentos anticoagulantes y cada vez más gente necesita bastones o andadores para moverse. La saludable práctica del deporte también se ha visto afectada y muchos deportistas han modificado a la baja el rendimiento y rehúsan llevar el corazón a la frecuencia máxima por temor a desencadenar una arritmia maligna. 

Se ha incrementado el número de pacientes con cansancios inexplicables que afectan emocionalmente, llevando a la depresión y al suicidio porque en muchos casos no encuentran en la medicina respuesta a estas nuevas formas de enfermar. Se hace imprescindible que  los médicos aprendamos de manera acelerada a afrontar los cambios que está experimentando la salud de los pacientes a raíz de la inoculación de estos productos. Y no es sencillo.

Cuatro años aún es un plazo muy pequeño para poder evaluar la magnitud de los efectos secundarios de estos productos, pero ya las farmacéuticas que los produjeron han reconocido docenas de efectos secundarios severos, mortalidad asociada y presencia en los viales de sustancias promotoras de cáncer. 

Los daños derivados de estas medidas no han hecho más que empezar. Mi deber ético era informarle de esto. Y lo dejo por escrito para que sea sometido a cualquier tipo de valoración o crítica por cualquier autoridad que se vea aludida. Pero las responsabilidades que se derivan de este desastre no pueden eludirse. En tiempos de crisis, tu mejor activo eres tú mismo: cuídate.

 

 (*) Luis Miguel Benito de Benito, médico especialista de Aparato Digestivo desde 2000 y Doctor en Biología Celular. Licenciado en Filosofía. Máster en Dirección Médica y Gestión Clínica por el Instituto de Salud Carlos III y Experto Universitario en Derecho Sanitario y Ciencias Forenses por la UNED. Facultativo Especialista de Área del Hospital Universitario de El Escorial y Director Médico de la Clínica Dr. Benito de Benito desde 2011. Autor del libro "Coronavirus. Tras la vacuna" ISBN 978-84-9946-745-0 

 

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