lunes, 14 de septiembre de 2015

El aceite de oliva ayuda a prevenir el cáncer de mama y la retinopatía diabética

TARRAGONA.- La dieta mediterránea ayuda a prevenir el cáncer de mama y también la retinopatía en enfermos de diabetes, según dos estudios enmarcados en el proyecto PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea), informa la Universidad Rovira i Virgili (URV), que ha participado en ambos ensayos.

La revista "JAMA Internal Medicie" publica el primer estudio, coordinado por la Universidad de Navarra, en el que asocia la dieta mediterránea con una reducción relativa de un 68 % del riesgo de padecer cáncer de mama.
Por su parte, la revista "Diabetes Care" publica el estudio coordinado por la URV conforme la dieta mediterránea regada con aceite de oliva reduce un 44 % el riesgo de diabéticos de sufrir retinopatía, la principal causa de ceguera en este colectivo.
La diabetes dificulta que la sangre circule hacia determinados órganos, lo que conlleva que estos pierdan sus funciones.
Las complicaciones microvasculares que afectan al riñón y los ojos son las más precoces y pueden producir retinopatía diabética y nefropatías diabéticas, que pueden conllevar una insuficiencia renal
PREDIMED ha seguido durante seis años una muestra formada por 3.614 voluntarios de ambos sexos de entre 55 y 80 años, con una media de 67 años de edad.
El estudio concluye que la dieta mediterránea complementada con aceite de oliva puede reducir hasta un 44 % el riesgo de padecer retinopatía a los pacientes de diabetes tipo 2.
La muestra se dividió en un grupo de control con una dieta baja en grasas animales y vegetales, otro grupo con dieta mediterránea complementada con frutos secos y un tercero con la misma dieta, pero con más aceite de oliva.
Durante los seis años de seguimiento se identificaron 74 nuevos casos de retinopatía y 168 de nefropatía diabética y diferencias significativas entre las personas que habían seguido la dieta mediterránea y los que no.
Respecto al grupo de control, los que tomaban más aceite de oliva reducían un 44 % el riesgo de desarrollar retinopatía y los que tomaban más frutos secos, un 37 %.
La misma metodología se aplicó para el estudio sobre el cáncer de mama, con el seguimiento durante cinco años a 4.282 mujeres de entre 60 y 80 años (67,7 años de media) y con alto riesgo de enfermedad cardiovascular.
Los investigadores identificaron 35 nuevos casos de cáncer de mama, si bien las mujeres que seguían la mediterránea complementada con aceite de oliva mostraron un riesgo 68 % relativamente menor de cáncer de mama maligno que el grupo de control.
Por su parte, los resultados del grupo que tomaba más frutos secos no fueron significativos.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Las mujeres no están recibiendo atención para aliviar síntomas de la menopausia

MELBOURNE.- Muchas mujeres con síntomas menopáusicos graves no están recibiendo tratamiento, aunque las terapias disponibles son seguras y efectivas, según asegura un equipo de Australia. Los resultados se aplicarían a otros países, según dijo la autora principal, doctora Susan R. Davis, de Monash University, Melbourne. 

"El contacto con colegas de todo el mundo me indica que lo que observamos no ocurre sólo en Australia. El manejo de la menopausia es similar en Reino Unido y Estados Unidos", agregó.
Hasta la mitad de las mujeres con menopausia padecen síntomas vasomotores, como los sofocos o la sudoración nocturna.
La terapia de reemplazo hormonal (TRH), que combina estrógeno con progestina, es muy efectiva. Pero después de que el estudio conocido como Women's Health Initiative demostró que la TRH eleva el riesgo de desarrollar cáncer mamario, ACV y otras enfermedades, muchas mujeres dejaron de utilizarla.
En Menopause, el equipo de Davis publica los resultados de una encuesta a casi 1500 mujeres, de entre 40 y 65 años, realizada entre el 2013 y el 2014. El 17 por ciento tenía síntomas vasomotores moderados a graves y el 18 por ciento padecía síntomas sexuales con la misma intensidad. Pero la mayoría no utilizaba ningún tratamiento.
Sólo el 11 por ciento usaba una TRH y menos del 1 por ciento utilizaba una terapia sin hormonas. Las mayoría de las primeras tomaba píldoras con estrógeno, en lugar de composiciones que se absorben a través de la piel y suelen ser más seguras.
"Al extrapolar estos resultados a los 3,7 millones de australianas de entre 40 y 64 años, observamos que unas 455.000 mujeres padecerían síntomas vasomotores graves. La mayoría (385.000) estaría sin tratar", publica el equipo.
Muy pocas mujeres estaban utilizando alguna terapia de aplicación vaginal para aliviar los síntomas sexuales. La sequedad vaginal es común con la menopausia y altera la actividad sexual.
Las preparaciones vaginales con estrógeno son muy seguras y efectivas para esta complicación, pero el equipo halló que se le había indicado a menos del 5 por ciento de las mujeres.
¿Por qué tan pocas mujeres reciben algún tratamiento? "En general, porque las mujeres y los médicos tienen dudas sobre las opciones disponibles y qué es y no es seguro, cuáles son las opciones seguras y qué y cómo indicarlas", señaló Davis.
Además, consideró que se desconoce que estos síntomas no son pasajeros en muchas mujeres. Y muchas mujeres ignoran que las opciones no hormonales son seguras y efectivas.

Un estudio respalda la espera vigilada para muchos cánceres prostáticos

BALTIMORE.- En un estudio prolongado sobre pacientes mayores con cáncer prostático de bajo riesgo en espera vigilada, menos de un tercio de los casos necesitó tratamiento. El 0,5 por ciento de los participantes murió por la enfermedad durante los 18 años de investigación.

Algunos cánceres de próstata necesitan tratamiento al momento del diagnóstico, pero los hombres mayores con tumores pequeños, de crecimiento lento, morirán por otras causas, a menudo de enfermedad cardíaca, publicaron los autores en Journal of Clinical Oncology.
"Nuestro objetivo era asegurar completamente de que habíamos identificado a los candidatos correctos con absoluta seguridad", dijo el autor principal, doctor H. Ballentine Carter, del Hospital Johns Hopkins, Baltimore.
Carter comentó que en Estados Unidos el 30 a 40 por ciento de los hombres que califica para la vigilancia activa del cáncer prostático opta por ese camino. La proporción ha ido creciendo, pero está muy por detrás de otros países.
Su equipo siguió a 1.268 hombres (de más de 60 años en promedio) con cáncer de próstata de bajo o muy bajo riesgo detectado después del 2000. La vigilancia incluyó dos exámenes rectales y análisis del antígeno prostático específico (PSA, por su nombre en inglés) en sangre por año para determinar el aumento o la reducción de la proteína que produce la glándula prostática.
Un aumento del valor de PSA indica que el cáncer pasó a ser de alto riesgo. Además, a los pacientes se les hicieron biopsias de próstata anuales.
El monitoreo duró cinco años o más en 650 participantes y 10 años o más en 184 participantes; murieron 49 de los 1.268 pacientes: 47 por otras causas y dos por el cáncer de próstata, que originalmente era de muy bajo riesgo. Uno de esos dos pacientes murió dentro de los 15 meses posteriores al diagnóstico y el otro falleció a los 16 años por un tumor prostático distinto al original.
A los 10 años, el 26 por ciento de los cánceres se había reclasificado de acuerdo con las biopsias u otras pruebas. A los 15 años, la cifra era del 31 por ciento.
"Es extremadamente improbable que a un paciente con un cáncer (de bajo riesgo) se le diagnostique un cáncer que lo vaya a matar", dijo Carter. A los hombres con tumores de muy bajo riesgo, les recomendó: "Lo primero que deberían preguntar no es qué tratamiento existe, sino si necesitan algún tratamiento".
"Esta es otra investigación que sugiere que (la vigilancia activa) no sólo sería segura, sino que sería increíblemente segura para algunos grupos de pacientes", agregó el autor.
El doctor Anthony D. D'Amico, del Hospital de Brigham y las Mujeres y del Instituto de Oncología Dana Farber, en Boston, publica en un comentario sobre el estudio que ahora, que existe gran cantidad de evidencia que respalda el uso de la vigilancia activa en muchos casos, la investigación debería orientarse a la capacidad de los médicos de identificar a los pacientes en los que ese enfoque sería menos seguro.
La etnia, los antecedentes familiares y las comorbilidades influyen en la posibilidad de que avance el cáncer de próstata. Con el tiempo será más fácil personalizar el tratamiento o la vigilancia, de acuerdo a características como la edad, la etnia y el perfil genético.