martes, 15 de julio de 2014

Los amigos se parecen genéticamente entre sí

SAN DIEGO.- Un estudio de la Universidad de California, San Diego, y la Universidad de Yale, ambas instituciones en Estados Unidos, ha descubierto que los amigos que no están biológicamente relacionados se parecen entre sí genéticamente. Publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', este análisis de todo el genoma revela así similitudes genéticas entre amigos.

   "Nos encontramos con que, en promedio, somos genéticamente similares a nuestros amigos. Tenemos más ADN en común con la gente que tomamos como amigos de lo que nos parecemos a extraños en la misma población", explica uno de los autores del trabajo, James Fowler, profesor de Genética Médica y Ciencias Políticas en la Universidad de California en San Diego.
   El estudio consiste en un análisis de todo el genoma de casi 1,5 millones de marcadores de variación genética y se basa en los datos del 'Framingham Heart Study', el conjunto de datos más grande, dominado por información de personas de origen europeo. Los investigadores se centraron en 1.932 sujetos únicos y los compararon con parejas de amigos no relacionados y pares de extraños no relacionados, utilizando las mismas personas, que no eran ni parientes ni cónyuges, en ambos tipos de muestras.
   Los investigadores también controlaron la ascendencia de los participantes. En promedio, Fowler y Nicholas Christakis, otro de los autores y profesor de Sociología, Biología Evolutiva y Medicina en Yale, encontraron que los amigos están "vinculados" como primos cuartos o personas que comparten tatarabuelos, lo que se traduce en que tienen aproximadamente el 1 por ciento de sus genes iguales. "Puede no parecer mucho --señala Christakis-- pero para los genetistas se trata de un número importante y extraordinario. La mayoría de las personas ni siquiera conoce a sus primos cuartos".
   En el estudio, Fowler y Christakis también desarrollan lo que ellos llaman una "puntuación de la amistad", que se puede utilizar para predecir quiénes serán los amigos más o menos al mismo nivel de confianza con el que los científicos predicen en la actualidad, a partir de los genes, que una persona tiene posibilidades de desarrollar obesidad o esquizofrenia.
   Compartir atributos entre amigos o "parentesco funcional" puede conferir una variedad de ventajas evolutivas. Como un ejemplo simple, los investigadores señalan que si un amigo siente frío cuando las temperaturas son bajas y enciende un fuego, ambas personas se benefician, o el caso de que algunos rasgos sólo funcionarán si nuestro amigo también los tiene.
   En concreto, los científicos hallaron que los amigos son más similares en los genes que afectan al sentido del olfato, mientras que muestran menos similitudes en los genes que controlan la inmunidad. El hallazgo sobre la inmunidad tiene una ventaja evolutiva: tener conexiones con las personas que son capaces de soportar diferentes patógenos reduce la difusión de las enfermedades entre las personas, aunque todavía no está claro cómo se selecciona a las personas que nos aportan este beneficio.
   También está abierto a debate y requiere mayor investigación el motivo por el que es posible ser más parecidos a nuestros amigos en los genes olfativos. Según Fowler, podría ser que nuestro sentido del olfato nos atrae hacia ambientes similares, como, por ejemplo, el olor a café y, por tanto, pasar el rato en las cafeterías, aunque los investigadores sospechan que hay más historia detrás de esta similitud.
   Quizás el resultado más interesante del estudio es que los genes que fueron más similares entre amigos parecen estar evolucionando más rápidamente que otros. Fowler y Christakis consideran que esto puede ayudar a explicar por qué la evolución humana parece haberse acelerado en los últimos 30.000 años y sugieren que el propio entorno social es una fuerza evolutiva.
   "En el documento también se da apoyo a la visión de los seres humanos como 'metagenómicos' --afirma Christakis--, no sólo con respecto a los microbios dentro de nosotros, sino también a las personas que nos rodean. Parece que nuestra salud no sólo depende de nuestra constituciones genéticas propias sino también de las constituciones genéticas de nuestros amigos".

Los trastornos del sueño pueden avisar precozmente del inicio del Parkinson

BERLÍN.- Los trastornos del sueño son habituales en pacientes con Parkinson y van desde problemas para dormir hasta una excesiva somnolencia y, según un grupo de Investigadores de la Facultad de Medicina Carl Gustav Carus de la Technische Universität Dresden, su aparición puede considerarse como un indicador precoz del inicio de la enfermedad.

   Los autores han recordado en el último número de la revista 'Journal of Parkinson's Disease' que hasta el 70 por ciento de los afectados por esta enfermedad neurológica tiene problemas de sueño que suelen tener un alto impacto negativo en su calidad de vida.
   De hecho, cuando hay una somnolencia excesiva aumenta el riesgo de caídas o lesiones y es aconsejable que los pacientes dejen de conducir. Además, también puede afectar a su nivel de concentración y capacidad cognitiva, aumentando el riesgo de depresión y condicionando en muchos casos su capacidad laboral.
Por ello, en el trabajo los investigadores querían analizar las causas de estos problemas para saber si existe alguna relación con la propia enfermedad o con los medicamentos que consumen muchos de estos pacientes, ya que en algunos casos puede tener amplios efectos adversos y empeorar a medida que la enfermedad avanza.
   "El diagnóstico, el tratamiento y la gestión eficaz de estos problemas son esenciales para mejorar la calidad de vida de estos pacientes", ha reconocido Wiebke Schrempf, del Departamento de Neurología de la División de Enfermedades Neurodegenerativas de Dresden y principal autor del estudio.
   En su trabajo observaron que algunos trastornos del sueño están relacionados con los medicamentos dopaminérgicos utilizados para tratar los síntomas motores. De hecho, unas dosis más bajas de levodopa o agonistas de la dopamina son capaces de mejorar la calidad del sueño, en parte mediante la reducción de los síntomas motores como hipoquinesia nocturna (movimiento corporal disminuido), disquinesia (movimientos voluntarios anormales) o temblor (temblor involuntario), que interfiere con el sueño normal. Sin embargo, los mismos medicamentos también pueden causar una excesiva somnolencia diurna.
   En todos estos casos, los investigadores creen que el cambio de medicamento, la dosis, la duración o la pauta de administración pueden servir para mejorar los resultados.
   Pero los problemas del sueño también pueden ser precursores de una futura enfermedad neurodegenerativa, apuntan los autores, ya que cuando aparecen estos trastornos se da una pérdida intermitente de la relajación muscular normal durante el sueño REM y pueden tener comportamientos anormales que les lleven a gritar, reír o dar patadas o manotazos.
   "Los trastornos del sueño parecen ser un buen predictor clínico de las enfermedades neurodegenerativas emergentes con una alta especificidad y baja sensibilidad, mientras que otras características clínicas iniciales del Parkinson, como la disfunción olfativa y el estreñimiento, son menos específicos", ha reconocido Schrempf.
   Por ello, este experto cree que estas primeras pistas pueden ayudar a identificar a los pacientes con Parkinson "antes de que aparezcan los síntomas motores, cuando el tratamiento de la enfermedad puede ser más beneficioso".