domingo, 25 de mayo de 2014

Cómo recuperarse de un ictus

NUEVA YORK.- El ejercicio es un valioso componente aún infrautilizado en la atención posterior al accidente cerebrovascular, según concluye una declaración científica publicada en 'Stroke: Journal of the American Heart Association', que propone prescribir a los supervivientes la práctica de ejercicio tras comprobar que experimentan pérdida de acondicionamiento físico y pasan a llevar estilos de vida inactivos, disminuyendo su capacidad para realizar actividades de la vida diaria y aumentando el riesgo de otro accidente cerebrovascular.

"Hay una fuerte evidencia de que la actividad física y el ejercicio después del accidente cerebrovascular pueden mejorar la condición cardiovascular, la capacidad de caminar y la fuerza del brazo", afirma Sandra A. Billinger, autora principal de la declaración y terapeuta física en el Centro Médico Kansas de la Universidad de Kansas, en Estados Unidos. "Además, investigaciones recientes sugieren que el ejercicio puede mejorar los síntomas depresivos, la función cognitiva, la memoria y la calidad de vida después del accidente cerebrovascular", añade.
Sin embargo, lamenta que "muy pocos profesionales de la salud prescriben el ejercicio como una forma de terapia para el accidente cerebrovascular". "Hay una gran brecha en América entre el momento en que los pacientes con ictus son dados de alta de la rehabilitación y la transición a programas de ejercicios comunitarios cuando van a casa. Muchos se quedan por su cuenta. No tenemos un sistema para ayudar a los pacientes con accidente cerebrovascular a que se sientan cómodos con el ejercicio", argumenta.
La actividad física es el movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que utilizan la energía y el ejercicio es un subconjunto de la actividad física que está planificado, estructurado y se realiza de forma repetitiva para mejorar o mantener la condición física. Los supervivientes de un ictus deben superar varias barreras para realizar ejercicio, como la gravedad de su accidente cerebrovascular, la fatiga, la depresión, la falta de apoyo social, la asequibilidad y la motivación.
"Estos pacientes pueden no saber cómo o no poder permitirse el lujo de aprovechar las ventajas de los programas de ejercicio en sus comunidades, ser incapaces de conducir hasta un gimnasio o no sentirse cómodos yendo a un gimnasio", explica Billinger. "Nosotros, como profesionales de la salud, tenemos que ayudar a los pacientes con ictus a desarrollar las habilidades y la confianza necesarias para comenzar y mantener un programa de ejercicios que incluya ejercicio aeróbico y entrenamiento de fuerza como parte de su atención al ictus", apuesta esta experta.
"La clave para hacer ejercicio es que sólo funciona si se hace de forma coherente", sentencia Billinger. Por ello, algunas de las recomendaciones estatales para la atención posterior al accidente cerebrovascular incluyen adaptar las prescripciones de ejercicio a la tolerancia del paciente, la etapa de recuperación, el medio ambiente, el apoyo social disponible, las limitaciones en la actividad y las preferencias de actividad física.
Minimizar el reposo en la cama en los días inmediatos después del accidente cerebrovascular y que los sobrevivientes se sienten o se paren de forma intermitente, iniciar un programa de entrenamiento cuando los pacientes son médicamente estables para recuperar o sobrepasar los niveles de actividad anteriores a su accidente cerebrovascular y usar programas de rehabilitación que incorporen ejercicio aeróbico, entrenamiento de fuerza, flexibilidad y equilibrio son otros consejos.
La recomendación general es que los supervivientes de ictus hagan ejercicio al menos tres días a la semana durante entre 20 y 60 minutos, dependiendo de su capacidad funcional individual. Muchos sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares pueden tolerar mejor múltiples ejercicios de intensidad moderada de 10 a 15 minutos, además de que simples actividades que reconstruyen poco a poco la resistencia y la fuerza, como caminar por el barrio o realizar tareas del hogar, suman beneficios y marcan una diferencia, según Billinger.
"Cualquier cosa es mejor que sentarse en el sofá", afirma esta investigadora. El accidente cerebrovascular es la cuarta causa principal de muerte en Estados Unidos y una de las principales causas de discapacidad a largo plazo. En 2030, nada menos que 11 millones de personas podrían vivir tras un ictus a medida que más personas viven más tiempo.

Claves para actuar ante una crisis epiléptica

MADRID.- Este sábado se celebró el Día Nacional de la Epilepsia, enfermedad que afecta a unas 400.000 personas en España y que se caracteriza por la predisposición en el cerebro para generar convulsiones. Al ser más frecuente en niños, adolescentes y ancianos, la Sociedad Española de Neurología (SEN) recuerda el protocolo de actuación que se debe seguir en caso de tener que ayudar a uno de estos pacientes durante una crisis convulsiva.

   Ante la posibilidad de tener que asistir a una crisis convulsiva generalizada, los neurólogos consideran primordial:
- No perder la calma y no movilizar al paciente del sitio en el que se encuentre.
- No introducirle nada en la boca, y colocarlo de lado para evitar que se atragante o ahogue.
- No sujetarle las extremidades mientras convulsiona, para evitar lesiones.
- Evitar, en la medida de lo posible, que se golpee la cabeza.
- Esperar a que se recupere totalmente y esté orientado.
   Además, avisan de que será necesario acudir a Urgencias en determinados casos, tales como si se trata de una mujer embarazada, si se ha producido un traumatismo importante, si entre una crisis y otra no se recupera la conciencia, o si la convulsión dura más de cinco minutos y no se recupera el nivel de conciencia normal, en los minutos siguientes.

Un estudio cuestiona el papel de la vitamina D en el control del asma

NUEVA YORK.- Un estudio sugiere que un refuerzo con dosis extras de vitamina D en los pacientes asmáticos con bajos niveles de la vitamina no favorecería demasiado la salud pulmonar.

El autor principal, el doctor Mario Castro, de la Facultad de Medicina de Washington University, en Missouri, dijo que dos tercios de sus pacientes asmáticos tenían déficit de vitamina D.
"Pensábamos que la vitamina D podría (...) mejorar la acción de la terapia habitual, los corticoesteroides inhalables, en estos pacientes y que eso reduciría las crisis asmáticas", sostuvo.
Con su equipo estudió a 400 adultos con asma y bajos niveles de vitamina D. Al azar, la mitad de los participantes utilizaron suplementos de vitamina D3 todos los días y la otra mitad, un placebo (control). Además, todos usaron los corticoesteroidespara controlar el asma.
En los seis meses siguientes, el equipo evaluó los fallos terapéuticos (cantidad de veces que los pacientes eran ingresados o acudían a urgencias por el asma), lareducción de la función pulmonar o la necesidad de utilizar más medicamentos para el asma.
Entre un cuarto y un tercio de ambos grupos tuvo un fallo terapéutico durante el estudio. El único beneficio que pudo atribuirse a la vitamina D fue que el grupo tratado con el refuerzo necesitó dosis más bajas de corticoesteroides para controlar la enfermedad que el grupo control.
Al considerar sólo a los pacientes con niveles de vitamina D que mejoraron significativamente con el uso de los suplementos, el equipo detectó algunos beneficios en comparación con el placebo, como una disminución de los pacientes con crisis asmáticas.
Los resultados no respaldan el uso de la vitamina D como una estrategia terapéutica en los pacientes que no pueden controlar los síntomas asmáticos, según publica el equipo en JAMA.
Simultáneamente, los autores presentaron estos resultados en la Conferencia Internacional de la Sociedad Estadounidense del Tórax en San Diego.
Castro consideró apropiado tratar a algunos pacientes con el suplemento mientras se realizan más estudios. De hecho, lo recomienda para quienes tienen bajos niveles de vitamina D ysíntomas asmáticos sin controlar, con un control riguroso para determinar si los valores de la vitamina aumentan. "Creo que existe algún beneficio y la vitamina D es económica y posee (mínimos) efectos adversos", dijo.
Los suplementos cuestan unos pocos euros al mes en las dosis utilizadas en el estudio (4.000 UI).
El doctor Ken Kunisaki, de la Universidad de Minnesota, opinó que aún existen algunas preguntas, como qué se considera una dosis suficientemente alta para las personas con déficit de la vitamina. Sostuvo que, en general, los resultados son "desalentadores".
Los Institutos Nacionales de Salud financiaron el estudio. Sunovion Pharmaceuticals proporcionó sin coste los medicamentos que utilizaron los participantes.