ÁMSTERDAM.- La exposición regular al frío leve puede ser
una manera saludable y sostenible de ayudar a las personas a perder
peso, según escriben los autores de una nueva investigación en la
edición de esta semana de 'Trends in Endocrinology & Metabolism'.
Por otro lado, esto significa que los hogares y las oficinas que son
cálidos y agradables podrían ser en parte responsables de que
engordemos.
"Dado que la mayoría de nosotros estamos expuestos a las condiciones
del interior el 90 por ciento de las veces, vale la pena explorar los
aspectos sanitarios de la temperatura ambiente", dijo el primer autor
del artículo, Wouter van Marken Lichtenbelt, del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, Países Bajos.
"¿Qué pasaría si dejamos que nuestros cuerpos funcionan de nuevo para
controlar la temperatura corporal? Nuestra hipótesis es que el ambiente térmico afecta a la salud humana
y, más concretamente, que una exposición frecuente al frío leve puede
afectar significativamente nuestro gasto de energía durante periodos de
tiempo sostenidos", argumenta.
Marken Lichtenbelt y sus colegas comenzaron a estudiar los efectos
del frío leve hace unos diez años. Según estos científicos, tienen
pruebas que sugieren que una temperatura interior más variable, una que
se deja a la deriva junto con la temperatura exterior, podría ser
beneficiosa, aunque los efectos a largo plazo todavía necesitan una
mayor investigación.
Un grupo de investigación de Japón encontró una disminución de la
grasa corporal después de que los participantes pasaran dos horas por
día a 17 grados Celsius durante seis semanas. El equipo de Países Bajos
también vio que la gente se acostumbra al frío con el tiempo y tras seis
horas al día en temperaturas frías por un periodo de diez días, la
gente en su estudio aumentó la grasa parda o marrón, se sentía más
cómoda y tiritó menos a 15 grados.
En las personas jóvenes y de mediana edad, al menos, la producción
de calor para no temblar puede suponer desde un pequeño porcentaje
hasta un 30 por ciento del presupuesto de energía del cuerpo, destacan
los científicos. Eso significa que temperaturas más bajas pueden afectar
significativamente la cantidad de energía que una persona gasta en
general.
Así que, según los autores del estudio, tal vez, además de practicar ejercicio, tenemos que entrenarnos para pasar más tiempo en el frío.
"La temperatura interior en la mayoría de los edificios está regulada
para minimizar el porcentaje de personas insatisfechas", escriben los
investigadores.
"Esto se traduce en temperaturas relativamente altas de interior en
invierno. Esto es evidente en las oficinas, en las viviendas y es más
pronunciado en los centros de atención y hospitales. Por falta
de exposición a ambientes con temperatura variada, poblaciones enteras
pueden ser propensas a desarrollar enfermedades como la obesidad. Además, las personas se vuelven vulnerables a los cambios repentinos en la temperatura ambiente", concluyen.
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