La prohibición de fumar en los parques, playas, muelles y plazas peatonales de Nueva York entró en vigor el lunes, aunque los fumadores aún pueden echarse un cigarro en las aceras.
El Ayuntamiento de Nueva York aprobó la prohibición en febrero, pese a que algunos criticaron que el Gobierno se metiera en la vida privada de la gente, y el alcalde, Michael Bloomberg, la firmó poco después.
La ley extiende la ley actual que prohíbe fumar en bares y restaurantes. Los neoyorquinos podrán fumar en aceras, aparcamientos, calles y en sus casas, aunque muchos caseros de viviendas de alquiler no lo permiten.
La vendedora Polonia Jourdain, sentada en un parque con su sobrino de ocho meses, dijo estar contenta con la prohibición.
"No quiero oler a humor vaya a donde vaya", dijo Jourdain, de 17 años, añadiendo que su madre y su hermano son fumadores.
"El humo de los cigarrillos me da náuseas y dolores de cabeza", dijo.
No será la policía quien supervise el cumplimiento de la norma, sino 200 empleados de parques que cuidan de las 12.000 hectáreas de parques y playas de la ciudad.
Los infractores se enfrentan a una multa de 50 dólares, pero las autoridades dicen que se espera que los ciudadanos cumplan la norma.
Bloomberg también ha fomentado medidas sanitarias como una prohibición a las grasas trans en la comida de restaurante y una orden de que las cadenas de restaurantes muestren las calorías de los platos en el menú.
El alcalde ha hecho campaña a nivel nacional para que las empresas de alimentación reduzcan la cantidad de sal en sus productos y para que el Gobierno prohíba la compra de bebidas azucaradas con cupones de comida, unos sellos del Gobierno federal que 42 millones de estadounidenses de bajos ingresos utilizan para comprar comida.
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