Investigadores del Instituto de Investigación
Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición, del
Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge y de la Universidad de
Barcelona, han encontrado que pacientes con situaciones extremas de
peso, como anorexia nerviosa y obesidad, pueden compartir ciertas
correlaciones neurobiológicas, relacionadas con las vías de la
recompensa y los circuitos neuronales asociados a la comida.
"Este es el primer estudio que compara el perfil de las funciones
ejecutivas de los grupos con condiciones extremas de peso empleando
medidas validadas de toma de decisiones, inhibición de respuesta e
impulsividad", ha señalado el investigador principal del análisis, el
doctor Fernando Fernández-Aranda.
Así, los grupos con condiciones extremas de peso pueden compartir
factores de riesgo biológicos y fenotipos neurocognitivos, como la
disfunción ejecutiva, caracterizada por alteraciones en la capacidad de
tomar decisiones, inhibir respuestas no adecuadas y mostrar flexibilidad
cognitiva, señala el estudio, publicado en la revista 'PLoS ONE'.
En concreto, los estudios de neuroimagen indican que las
alteraciones en los circuitos de la dopamina están implicadas en algunos
comportamientos alimentarios y en el abuso de drogas. Según los
autores, comer en exceso es una señal de una disparidad entre los
circuitos relacionados con la motivación y la recompensa, y aquellos
implicados en la respuesta de inhibición.
De esta forma, la ingestión de cantidades elevadas de alimentos en
personas vulnerables puede perturbar el equilibrio entre circuitos,
aumentando el valor de refuerzo de la alimentación y disminuyendo la
actividad de los circuitos relacionados con el control y la inhibición,
lo que podría resultar en un comportamiento impulsivo y una ingestión
alimentaria compulsiva.
Por un lado, la anorexia nerviosa se asocia con alteraciones
atencionales y en el funcionamiento ejecutivo, principalmente en la toma
de decisiones. Además, se ha observado una elevada impulsividad en
sujetos obesos que corrobora un perfil ejecutivo disfuncional en la
obesidad.
En este sentido, los sujetos impulsivos muestran limitaciones en
el aprendizaje de las asociaciones adecuadas entre recompensa y castigo.
Como consecuencia, tienen una capacidad reducida para retrasar la
gratificación, mostrando una impulsividad caracterizada por comer en
exceso y aumentar de peso.
"Nuestros resultados no sólo confirman la hipótesis de que las
personas obesas tienen dificultades para inhibir una conducta automática
o dominante, sino que también apuntan a la impulsividad y las
dificultades en la inhibición de respuestas como un rasgo distintivo en
el perfil ejecutivo de la obesidad en el marco de las condiciones
extremas de peso", ha explicado el investigador principal.
Por otra parte, el comportamiento de los pacientes con anorexia
nerviosa es rígido y obsesivo, con una elevada resistencia a los
cambios, en contraste con los sujetos obesos.
De acuerdo con este estudio, en el que han participado mujeres con
edades comprendidas entre los 18 y los 60 años, el tratamiento, tanto
para pacientes con anorexia nerviosa como con obesidad, debe centrarse
en los problemas de autocontrol, conductas impulsivas o el déficit de
toma de decisiones característicos de estos trastornos.
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